ARANTZA FURUNDARENA
Sábado, 4 de diciembre 2021, 00:09
Actriz, empresaria y... «bailonga». Ya solo su forma de presentarse en las redes indica que estamos ante una disfrutona. Una charla informal confirma las sospechas. Raquel Meroño, al natural, es todavía más simpática y extrovertida de lo que aparenta en la tele. Una mujer solar que esta semana ha ejercido como embajadora del líder mundial de la iluminación (Signify) para presentar las novedades del sistema de luz inteligente Wiz. Aunque ella lo ve de otra forma... «Yo es que me agoto diciéndoles todo el día a mis niñas que apaguen la luz. Pero ahora que puedo controlar el encendido y apagado con el móvil, lo tienen claro. Como no acudan cuando les llamo a comer las dejo a oscuras», bromea.
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Lo que no sabían los que han contratado a Raquel como embajadora es que es una verdadera «maniática» de las luces. «Puedo llegar a un restaurante y, en el primer plato me callo, pero en el segundo empiezo: 'Oiga, por favor, ¿podría apagar esa bombilla?, porque me está deslumbrando. Soy una loca de la buena iluminación. Y en el trabajo ni te cuento...». Luego está su luz interior. Meroño es de las que se trabajan la felicidad, «porque nadie va a venir con una varita mágica a iluminarte». Cuando le invaden los pensamientos negativos, se detiene, respira hondo y procura recordar todo lo bueno que le ha dado la vida. «Al final es una cuestión de actitud. Y luego un vinito siempre viene bien. A poder ser, tinto, ja, ja, ja...».
La ganadora del quinto 'MasterChef Celebrity', «un concurso que te quita la máscara y te cambia la vida», opina que la última edición «ha sido un manicomio divertidísimo, una genialidad» Tras una pausa en la que apostó por su vida privada y por los negocios, Raquel ha retomado su carrera como actriz incorporándose a la serie 'Servir y proteger', donde interpreta a la malvada Martina. «Es una tía fría, dura, que no tiene nada que ver conmigo y por eso me encanta. Ella blanquea dinero, se enamora de un matón, está todo el rato chapoteando en el mal y me permite mostrar una imagen muy distinta. Tantos años haciendo de rubita estupenda y al final lo más divertido es la maldad», concluye entre carcajadas.
Nacida en Madrid hace 46 años, Raquel Meroño Coello explica que de niña siempre quiso ser mayor. No lo tuvo difícil porque a los 13 años pegó un estirón que la situó en el 1,80 que mide ahora. Y no lo pasó bien. En el cole era la jirafa, una giganta que les sacaba cabeza y media a sus compañeras... Su madre le repetía que algún día estaría feliz con su estatura. Y lo cierto es que aquella cría que se pasaba el día pidiéndole a su padre que la grabara haciendo 'playbacks' «con aquella cámara de vídeo que pesaba una tonelada», consiguió dedicarse al 'artisteo' gracias a su físico. A los 14 protagonizaba anuncios y a los 16 ya era modelo. «Nunca les he tenido que pedir dinero de bolsillo a mis padres».
De adolescente la enviaron a estudiar a Londres y eso abrió su mente al mundo. Pero hoy, como madre de las gemelas Daniela y Martina, que acaban de cumplir 15 años, la actriz está viviendo una crisis porque sus niñas se van a estudiar el año que viene a Estados Unidos. «Me he pasado una semana sin dormir, he vivido una lucha interna preguntándome si serán lo suficientemente maduras -confiesa-. Pronto me enfrentaré al nido vacío pero si en algo soy buena es en reinventarme y en llenar mi vida con cosas, aunque las voy a echar mucho de menos».
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Meroño, que no vive «un momento muy de novios», está separada del empresario hostelero Santi Carbones, padre de sus hijas, y con quien tiene a medias un chiringuito en Tarifa. «Con lo que hemos sido Santi y yo... Siempre me pregunto cómo es posible que de este señor y de mí hayan salido unas niñas tan tranquilas», ironiza.
La relación con su 'ex' es tan buena que para Raquel divorciarse «es lo mejor que he hecho en mi vida. Hay respeto, hay cariño, y una sociedad familiar que hemos montado con todo el amor del mundo». Se refiere a su chiringuito de Tarifa, que sobrevivió a una histórica 'levantera' y resurgió de sus cenizas tras ser destruido por la tempestad Emma. La actriz relata aquellos terribles episodios sin perder la sonrisa... Quizás porque este verano «el éxito ha sido brutal» o porque, como ella dice, «una vez que has sobrevivido a 'MasterChef', sientes que puedes con todo».
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Pero hay algo que a Meroño le pone melancólica: la Navidad. «No me falta nadie y me encanta reunirme con la familia. Pero siempre he sido muy empática, pienso en la gente que lo está pasando mal y me da un poco de pudor ser feliz».
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