j.f.
Viernes, 3 de febrero 2017, 08:29
El empresario valenciano Rafael Salvador Moros, antiguo presidente de la empresa, ubicada en Paterna, Río Productos Alimenticios ha fallecido a los 95 años de edad.
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Para encontrar el origen de esta firma hay que remontarse a los padres de Rafael Salvador, que a principios del pasado siglo tenían en Valencia, al lado del Pont de Fusta, una almacén de coloniales. Con el tiempo decidieron instalar en Paterna una fábrica de pastas y sémolas. Fue allí donde Rafael y sus dos hermanos mayores, Gerardo y Roberto, crecieron y se formaron profesionalmente en el negocio.
«Mi padre repartía por Paterna y los pueblos de alrededor paquetes de fideos en un triciclo, cuando apenas tenía 15 años», afirma José, el más pequeño de los cinco hijos del matrimonio que Rafael contrajo con Concha Camps. Pero el expresidente de lo que con el tiempo fue Río Productos Alimenticios y entonces era Viuda de Francisco Salvador Calatrava, era un joven emprendedor con muchas ganas de aprender. Por eso se empeñó en mejorar la calidad de las pastas leyendo libros especializados italianos, pese a no conocer el idioma. Algo similar a lo que hizo años después cuando necesitaba alta tecnología para la fábrica de galletas y viajó hasta Alemania, con una maleta de madera y sin saber alemán, pero consiguió traerse la maquinaria óptima para la cadena de producción.
Para muchas generaciones, las galletas Girasol con su agujero central donde se metía el dedo, son como las magdalenas de Proust, una evocación de la infancia.
«El éxito de la galleta Girasol posibilitó construir la fábrica nueva, también en Paterna, donde llegamos a tener dos centros de producción y cientos de trabajadores. Exportamos a Estados Unidos, Europa y África. Aunque con la pasta, en España estábamos más localizados en el área de Mediterráneo porque compartíamos zonas con marcas también muy populares como Ardilla, La Familia y Gallo».
Así fue creciendo esta industria hasta que en el año 1987, recién jubilado Rafael, se vendió la empresa a la italiana Barilla. Y está con el tiempo la vendió a Siro.
Rafael Salvador era un hombre plenamente integrado en un pueblo que creció con él. Conoció Paterna con 3.000 habitantes y la ha dejado con casi 70.000. Participó intensamente en muchas actividades festeras y colaboró en todo aquello que estuvo en su mano. De hecho, se le estaba preparando un homenaje popular con motivo de su 95 aniversario.
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Gran amigo del entrañable Antonio Ferrandis, otro ilustre paternero, y del ex redactor jefe de LAS PROVINCIA, Ricardo Ros Marín, él y su familia eran muy queridos en Paterna. El campo de fútbol, por ejemplo, lleva el nombre de su hermano: Estadio Gerardo Salvador.
Un capítulo desagradable de su vida tuvo lugar en noviembre de 1991, cuando su hija Amparo fue secuestrada durante unos días por un individuo que reclamó 120 millones de pesetas de rescate. Por fortuna el secuestro se resolvió a los pocos días y su captor, que la retuvo en una casa de Dénia sin hacerle daño alguno, fue detenido y enviado a prisión.
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Sus dos hijos varones, Rafael y José, tuvieron vinculación durante algunos años con la empresa familiar. Pero ni Inmaculada, la mayor de las chicas y farmacéutica en Requena, ni Ana ni Amparo trabajaron para la popular firma de galletas Girasol.
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