Millones de tapones de plástico y latidos de corazón dieron a la pequeña Alba Ojeda y a sus padres el coraje suficiente para luchar, durante ocho años, contra una parálisis cerebral que en 2010 desmontó sus vidas.
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Ayer, la pequeña de 10 años dejaba atrás muchos padecimientos para latir ya en los corazones de muchas personas. Alba fallecía en su casa, rodeada de su familia. Su padre, Miguel, confirmaba el triste desenlace y, al poco, las redes sociales, aquellas que animaron tantas veces a recoger toneladas de tapones y a comprar camisetas, respondían con la misma intensidad con la que Alba había entrado en sus vidas.
El 9 de octubre de 2010 la pequeña sufrió una parada cardiorrespiratoria de casi 30 minutos en un ambulatorio, mientras esperaba al SAMU. La pequeña sufrió graves daños cerebrales que la dejaron prácticamente inmóvil, con espasticidad severa y terribles dolores. Sus padres iniciaron entonces una cruzada judicial por una posible negligencia médica, que hoy en día sigue sin estar resuelta, pero también una movilización de 'ir por casa' para tratar de mejorar el día a día de su hija.
Muy pronto, esa iniciativa alcanzó proporciones descomunales para esta sencilla familia de Torrent. Toneladas de apoyo en forma de tapones de plástico, procedentes de toda España, colapsaron los limitados medios de transporte de los progenitores de Alba, que tuvieron que tirar de logística y bastantes horas de carretera e ingenio para cubrir la creciente respuesta solidaria.
A partir de esta caravana de tapones, llegaron otras muchas iniciativas, desde carreras solidarias y festivales para recaudar dinero, hasta la venta de camisetas con un lema que ha traspasado fronteras: 'Por tí late más fuerte mi corazón'.
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Las redes sociales, decenas de negocios, vecinos, asociaciones y colaboradores desinteresados pusieron el altavoz al caso de Alba para que la pequeña pudiera recibir tratamientos específicos para paliar su rigidez muscular y aliviar sus dolores. Llegaban tapones desde colegios, empresas y hogares, desde Logroño, Cádiz, Almería, Zaragoza, Tenerife o Mallorca.
Con el tiempo, Alba pudo volver a sonreír, dejó atrás parte de la rigidez severa que padecía y comenzó a alcanzar pequeños grandes logros gracias a tratamientos médicos especializados y a su enorme fortaleza y tesón.
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Sin embargo, sus problemas respiratorios la mantuvieron casi siempre atada a muchas complicaciones. Finalmente, la pequeña no pudo superar una persistente bronquitis. Su padre encajaba ayer, con serenidad, el final de una dura batalla. «Se ha marchado luchando hasta el final».
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