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J. A. MARRAHÍ
Martes, 28 de noviembre 2017, 00:29
valencia. La justicia ha caído con firmeza sobre Odil Cristina M. M., una nicaragüense de 39 años que dejó conmocionados a los vecinos de la pequeña localidad de Almàssera. La mujer acabó con la vida de su propio hijo, un niño de cinco años.
«Mi idea era llevármelo al cielo conmigo», llegó a asegurar la madre durante su juicio. El jurado le condenó en su día a 18 años de prisión, pero ella recurrió al Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat (TSJCV) para intentar una rebaja de pena sustentada en su profunda depresión. Sin embargo, el tribunal desestima su petición y confirma la sentencia inicial.
Según la sentencia difundida ayer por el TSJCV, los hechos sucedieron en la mañana del 23 de mayo de 2015. En ese momento, Odil Cristina vivía en el pueblo con su marido y el hijo de ambos.
Como reconoció el jurado en su veredicto, el hombre se había ausentado de casa poco antes de las ocho de la mañana «para realizar unos trabajos».
Horas después, sobre las diez y media de la mañana, «la acusada suministró a su hijo un fármaco para dormirle». A partir de ese momento, el pequeño quedó completamente indefenso, a merced de su madre.
Horas después, cuando el niño yacía ya desvanecido en la cama, «le colocó un almohadón en la cara tapándole las vías respiratorias y presionó hasta causar su fallecimiento por asfixia», describe el fallo del tribunal del jurado.
A continuación llevó a cabo un infructuoso intento de suicidio. «Se causó una herida leve en el abdomen y se tumbó en la cama colocando el cuerpo de su hijo encima».
Cuando su marido regresó a casa, sobre la una y media de la tarde, se dio de bruces con la tragedia. Al ver el estado del pequeño lo trasladó en brazos al centro de salud del municipio de l'Horta Nord, pero ingresó ya sin vida.
Poco después, agentes de la Policía Local y la Guardia Civil se presentaron en la vivienda y detuvieron a Odil Cristina.
El tribunal del jurado comprendió que la mujer «tenía su capacidad de conocimiento y comprensión plenamente conservada».
La sintomatología depresiva que presentaba la acusada pudo, en cierta medida, «comprometer ligeramente su voluntad durante los hechos». De ahí que acabara condenada a 18 años de prisión. En su recurso ante el TSJCV, la mujer quiso hacer valer, entre otros argumentos, la depresión que sufría por su situación familiar. Esgrimió que su marido «no le hacía caso ni a ella ni al niño». También que deseaba «volver a Nicaragua con su familia, pero su esposo le dijo que debía dejar al niño en España». Pretendía que la pena se le redujera a 16 años de prisión, sin embargo el tribunal no ha encontrado razones de peso para dicha rebaja y confirma íntegramente el primer fallo judicial.
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