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Martes, 17 de octubre 2017, 00:25
José Castillo es un vecino que vive a escasos 20 metros de las vías y que padece ansiedad a causa de la contaminación acústica provocada por los trenes. «En vez de despertarme los pájaros me despiertan los bocinazos de los convoyes y la situación es insoportable», señala. Y es que el paso de los trenes es continuo durante todo el día, cada diez minutos. «Por la noche me pongo tapones para dormir pero el problema no es el paso del tren, sino los pitidos que a veces son muy largos y sonoros y no entiendo por qué pitan si no hay nadie a esas horas», advierte. José explica que «hemos pensado en cambiarnos de piso pero ahora es imposible», y añade que no descarta llevar el caso a los tribunales.
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