Alta tensión en el pleno de Catarroja: «Siento vergüenza de todos vosotros»

Todavía falta mucho para que baje la tensión vecinal en los plenos de los municipios afectados por la dana. Así se reflejó este jueves en el Ayuntamiento de Catarroja, donde el apartado de ruegos y preguntas del público sirvió para rememorar una vez más, quizás la enésima, lo que ocurrió el pasado 29 de octubre, las decisiones que se tomaron y las que se dejaron de tomar. Las intervenciones fueron desde las más amables hasta acusaciones casi convertidas en insultos y hasta la advertencia de una concejala de denunciar a un vecino por lo que acabada de decir. «Siento vergüenza de todos vosotros», dijo una de las intervinientes.

Todo eso sucedió después de la lectura de una declaración institucional donde todos los grupos habían pedido al Gobierno y a la Confederación Hidrográfica del Júcar los estudios y obras necesarias para reformar el barranco del Poyo y que no se volviera a producir el terrible desbordamiento del cauce. «Los efectos de la sana son evidentes en las calles, las casas y los ánimos», dijo la alcaldesa de la localidad, Lorena Silvent.

«Tres mil personas han perdido la casa en Catarroja y tenemos que empezar a reconstruir con la ejecución de las actuaciones necesarias. Exigimos que se hagan las canalizaciones para desviar el agua que baja desde Chiva; hay proyectos de 2005 que siguen sin ejecutar», leyó la primera edil.

Esta situación hace que los pueblos «se queden desprotegidos, entre ellos Catarroja. Pedimos que no se ignore el peligro del barranco de Chiva, por lo que solicitamos a la Confederación los estudios, inversiones y obras para garantizar la seguridad de los vecinos. Obras que se hagan sin retraso, con un presupuesto urgente».

Ese fue ocurrió al principio de la sesión, con lo que podría anticiparse un pleno tranquilo, pero nada más lejos de lo que ocurrió. Los representantes de PP y Vox, grupos de la oposición, hicieron sus ruegos y preguntas, algunas contestadas y otras derivadas a un estudio posterior, aunque la temperatura subió cuando los vecinos empezaron a coger el micrófono.

«Siento vergüenza de todos vosotros, que no habéis hecho nada, no he venido otras veces porque prefiero ver a Iker Jiménez». Así empezó su intervención una vecina que había perdido a su padre por las inundaciones. Al igual que en otros casos, en estas situaciones es donde se notaba más los nervios a flor de piel.

«He enviado escritos a la Casa Real y me han contestado antes que vosotros, y creo que ellos tienen más trabajo», espetó a los ediles. «Han matado a mi padre y las querellas se van a poner», dijo varias veces, para insistir también en que no sabía ni el nombre de los concejales.

La afectada puso un vídeo de ella misma donde decía el lugar donde los voluntarios encontraron a su padre, sitio al que va «cada día» a poner velas. «No conozco a nadie, me siento superorgullosa de no haber votado», dijo en un discurso atropellado por la emoción, al recordar el hallazgo del cadáver.

La vecina se enfrascó en un debate con una concejala y la propia alcaldesa sobre que no había recibido el pésame ni ninguna llamada cuando envió el vídeo, mientras las citadas decían que sí la habían llamado. «A mi padre lo encuentran el día 7 y me llamastéis el día 9, dejar de mentir», les dijo desde los asientos del público. «Sólo quiero dejar constancia de que os pasé el vídeo y nadie me llamó», finalizó.

Tres meses después de la dana podría pensarse que las cuestiones iban a ser más domésticas, aunque el 29 de octubre no se iba de la memoria de los presentes. Cierto es que las primera cuestiones versaron sobre la supresión de los contenedores soterrados o que todavía hay calles que siguen sin alumbrado público, además de un ruego para que se ayude a los que no han localizado su coche poder cobrar el seguro y las ayudas públicas.

Pero enseguida todo fue a lo personal poco a poco. La sesión comenzó a caldearse ante la insistencia de una vecina que preguntaba cómo era posible que en Catarroja no haya guarderías para los niños de cero a tres años, pidiendo que se habilitara un local municipal. La contestación desde el gobierno municipal fue que eso no es posible, para derivar la responsabilidad en los permisos que debe dar la Conselleria de Educación a las empresas propietarias.

Uno de los vecinos, especialmente combativo, preguntó por la decisión de cerrar los colegios el día 29, dejó caer la sospecha de irregularidades en el reparto de las ayudas de Amancio Ortega y hasta recriminó a un concejal por no haber recibido el pésame por la muerte de su madre, trabajadora municipal durante dos años.

«Dos garrafas de lejía le has llevado mi suegra, que está fuera de su casa tres meses, ya puede ir a recogerlas cuando quieras», señaló. Las recriminaciones subieron de tono y entonces se prodijo hasta el anuncio de una denuncia contra el vecino por parte de la concejala de Bienestar Social, tras unos comentarios sobre su madre y el reparto de unos electrodomésticos. «Todo esto está grabado y en el acta, o rectificas o te denuncio», le espetó.

Un residente de la calle Albal, donde hay una finca desalojada por las grietas aparecidas, también aprovechó su turno de palabra para recordar el desalojo urgente y desproporcionado a su juicio, lo que fue admitido desde el gobierno municipal. La delegada aseguró que los afectados habían recibido la oferta de hoteles y un albergue en Alcàsser, aunque aceptó que debía haberse hecho un «desalojo ordenado» no necesariamente el mismo día y prácticamente con lo puesto.

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