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El artesano, haciendo pruebas con una de sus máquinas en el taller. LP
La artesanía del abanico lucha por revivir en Aldaia

La artesanía del abanico lucha por revivir en Aldaia

Un especialista en calado y grabado de la pieza, trata de recuperar las máquinas de precisión que quedaron todas cubiertas de barro

Paco Moreno

Valencia

Jueves, 13 de febrero 2025, 09:25

José Ramón Martínez, uno de los pocos artesanos abaniqueros que queda en Aldaia en su especialidad, calado y grabado, trata de reabrir su taller tras los devastadores efectos de la dana del pasado 29 de octubre, cuando el agua llegó a 1,80 metros de altura en el local abierto por su padre y un tío hace más de medio siglo. «Se llevó todo lo que teníamos, abanicos de marfil, de ébano, de palosanto», recita al recordar tipos de maderas preciosas de otra época.

Pero lo peor fue cómo trató el barro a la maquinaria de precisión. «Estaba toda cubierta de barro y aunque la hemos limpiado con mucho cuidado, seguimos todavía en fase de pruebas. Mira, por ejemplo ésta no hacía nada de ruido antes», dice señalando un torno mientras trabaja con la pieza de un abanico. Los destrozos han hecho imposible la reconstrucción del taller, por lo que el artesano se ha tenido que trasladar a otro local sin salir del municipio de Aldaia.

«Esto no tiene nada que ver con donde trabajaba antes», señala triste. Eso sí, hay un escudo del Valencia CF labrado en madera colgado de una pared, uno de los pocos objetos decorativos qye han subsistido a las inundaciones. «Las empresas para las que trabajamos nos dicen que tenemos que volver pronto, confío en que sea para el mes de marzo», dice.

Aldaia ha sido siempre un lugar de artesanos abaniqueros, aunque José Ramón tiene una previsión pesimista para el futuro del sector. «Ya no tiene el tirón de antes, cuando se compraban abanicos para las comuniones, las celebraciones festivas, las bodas,...». Indica además que la producción industrial y las importaciones han hecho mucho daño a la artesanía, que retrocede poco a poco en la Comunitat.

«Necesito trabajar porque han pasado más de tres meses», subraya el artesano. En el anterior local llevaba al menos desde 2015, cuando entró en el sector a través del taller de su padre. Heredó por lo tanto numerosos objetos, plantillas y recuerdos desaparecidos por las inundaciones del 29 de octubre. De momento ha recibido ayudas del Gobierno y la Generalitat.

Expresa su preocupación por los tornos. «Ya no quedan ni mecánicos que los reparen, en Aldaia ha habido varios que también ha sufrido daños», comenta. Estima que quedan unos ocho nueve empresas de abanicos en el pueblo para los que trabaja.

Del tipo específico de trabajo realizado en su taller, indica que probablemente sea el último de Aldaia. Abanicos hay de hasta 6.000 euros, aunque eso ya se considera un especimen raro. «Algunos cuestan una hora de hacer y otros dos semanas», explica.

El marfil está prohibido hace años, aunque las maderas preciosas también están en decadencia. «Yo hago un par de cosas muy concretas en el abanico, puedo ponerle unos euros más de valor o incluso 300, depende del tipo que haga», explica.

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