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Nacho Roca
Catarroja
Lunes, 27 de enero 2025, 16:28
Marcelo y Sonia renacieron de la crisis del 2008 con un kiosco. De decoradora de interiores y pulimentador de muebles reinventaron sus profesiones con la adquisición de un puesto venta de periódicos y revistas en la calle Ramón y Cajal de Benetússer, «y desde el 2013 somos kiosqueros». Allí estuvieron tres años hasta que la jubilación del propietario del kiosco en la plaza San Sebastián fue una oportunidad para ampliar el negocio con una tienda de regalos «personalizados para bodas con el nombre de cada comensal, comuniones, actos falleros y cuidamos mucho los detalles para profesores, regalos de fin de curso, cumpleaños, además de productos de decoración», explica Sonia.
El establecimiento tiene dos puertas, una que da a la calle peatonal y otra a dos colegios, pero el 29 de octubre, la puerta trasera que mira a Paiporta se convirtió en la entrada de un río que arrasó todo a su paso saliendo por la puerta principal. Afortunadamente, «como se fue la luz, nos fuimos a casa, porque aquí el agua llegó al metro ochenta, no se salvó nada».
«Marce estaba en el kiosco y yo atendía en la tienda de regalos. Hasta que vino la dana, porque ahora estamos otra vez en el kiosco, que es lo que hemos podido remontar», explica Sonia. «De momento solamente hemos podido abrir el kiosco porque ha sido tirar de ahorros, y la tienda, Dios quiera, que poco a poco la podamos volver a abrir. Nuestra intención es volverla a abrir porque nosotros no tenemos clientes, nosotros tenemos familia. De hecho nos movió mucho el volver a abrir por los niños cuando salen del colegio», explica Marcelo.
«Los primeros días o las primeras semanas después de la dana no había niños por la calle. Cuando se despejaron un poco las calles, que empezaron a salir a la calle los niños, y nos preguntaban ¿Cuándo vais a abrir? ¿Y el Redolí? ¿Cuándo se abre?», recuerda Sonia. «Entonces eso nos impulsó bastante para volver a ver a abuelas con sus nietos comprándoles golosinas, por ejemplo. Para nosotros era un empujón. Dentro de lo desmotivados que estábamos, era ver esas caritas y pensar: vamos a empezar».
Ahora, casi tres meses después, vuelven la mirada al mes que llevan abiertos, con la esperanza de pronto reabrir la tienda de regalos, porque fuerzas y ganas no faltan.
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