La farmacia que simboliza el deseo de reconstrucción

«¡Cerrad que viene agua, cerrad!». Ese fue el aviso que recibió de un vecino Álvaro Díaz Fernández-Alonso, cotitular de la farmacia Dr. Díaz de Alfafar junto a su hermana Carmen. Más de cuatro meses después del fatídico 29 de octubre, han conseguido reabrir el establecimiento tras una reforma integral hecha literalmente «desde cero».

Quien cuenta la historia es Carmen en un breve descanso mientras organiza la reapertura, que se hizo realidad este lunes por la tarde. En este tiempo han estado en un local vecino de manera provisional con el objetivo de seguir prestando servicio a los vecinos de la avenida Reyes Católicos. Los primeros días llegaron a trabajar en el local afectado.

«El agua vino por ese lado, se acercó un vecino a Álvaro y a Marisa, una auxiliar. Bajaron las persianas pero cuando vieron que entraba el agua tuvieron que salir por una puerta lateral y buscar refugio», recuerda. Horas antes de la reapertura, tiene dos ideas claras que quiere expresar: «Nuestro agradecimiento a los vecinos por su ayuda y solidaridad, así como el recuerdo de mi padre, que era una persona muy sabia y muy querida». El fundador de la farmacia hace 18 años, José Vicente Díaz Carbonell, falleció el pasado mes de agosto.

«Intentamos salvar los ordenadores pero fue imposible», señala. El agua llegó a una altura de 2,04 metros, con lo que todo quedó anegado por el caudal y el barro. Además las persianas y los escaparates quedaron seriamente dañados debido a los golpes de los arrastres del agua.

A primera hora de la mañana siguiente fueron conscientes del desastre. «Barro hasta la rodilla y todo había quedado destrozado», dice, tras lo que empezó la reconstrucción. «Un electricista voluntario hizo unas conexiones para trabajar al lado y desde entonces no hemos parado», dice.

El ejemplo de esta farmacia situada en el número 9 de la avenida Reyes Católicos refleja lo que han padecido los comerciantes. «Se movió hasta una pared por los golpes», asegura. «La instalación eléctrica se dañó, el cuadro estuvo sumergido mucho tiempo. Un informático también hizo el trabajo para poder funcionar en el local contiguo», subraya.

Todavía quedan muchos comercios por recuperar en la avenida. El mismo paso inferior que salva las vías del tren sigue cerrado al tráfico a pesar de las quejas vecinales, mientras en el interior de la farmacia todos se afanan en colocar los productos en las estanterías.

«Estamos muy agradecidos a todos los vecinos porque aunque esto estaba hecho un desastre venían a comprarnos y tenían paciencia porque el reparto no llegaba bien. Era difícil llegar», señala sobre la dificultad de acceso a Alfafar cuando consiguieron poner en marcha el local aledaño. «Todas las farmacias de la zona se vieron afectadas», dice.

«Había mucha necesidad de servicio», recuerda sobre la reapertura provisional de locales en la avenida. Esta farmacia fue uno de los primeros negocios en la reapertura, asegura Carmen, mientras se aparta ante el paso de varias personas cargadas de embalajes. De 9 a 13.30 y de 17 a 20.30 horas, la farmacia Dr. Díaz seguirá prestando servicio con el mismo ánimo que el fundador. «¿Si nos dará tiempo a abrir esta tarde? En peores plazas hemos toreado», se despide riendo antes de seguir trabajando.

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