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Ada Dasí
Catarroja
Viernes, 13 de enero 2023, 18:56
La generosidad de algunos vecinos de Catarroja ha permitido durante años atender las necesidades de personas vulnerables, complementando los esfuerzos de la administración local. Una fundación y una herencia suman cientos de miles de euros en bienes que siguen dando beneficios a los que establecieron estos dos vecinos en sus últimas voluntades.
Francisco Ramón Pastor fue el primero en demostrar su empatía con los más necesitados en 1933. El hombre, labrador de profesión y soltero, decidió dejar su legado, las rentas de terrenos urbanos y rústicos que hoy alcanzan un valor de 1,5 millones, a "los pobres de la villa de Catarroja", como consta en su testamento.
Para ello, ordenó constituir una fundación que debían formar el juez, el alcalde, el médico y la presidenta de la Conferencia de señoras, los representantes sociales y políticos más influyentes de la época. La residencia de mayores lleva su nombre.
Casi 40 años más tarde, otra vecina caritativa, Carmen Herrero Penella, decidió hacer lo mismo y en 1974 en su testamento dejaba sus bienes a los "pobres ancianos de Catarroja en general", entre los que había varias parcelas rústicas, una finca de cinco viviendas, ubicada en la zona de les Casetes d'Isidoro, y la casa en la que residía que quería que se destinase a un asilo.
En 1993, su patrimonio pasó a ser gestionado por los cargos de alcalde, juez decano del juzgado número 2, y sacerdote de la iglesia de San Miguel, tal y como estableció en sus últimas voluntades. Al igual que su predecesor quería asegurarse de que su legado se iba a destinar al fin indicado, poniendo al frente a las autoridades.
El patrimonio de la Fundación Francisco Ramón Pastor y la Herencia Carmen Herrero Penella, estuvo a punto de perderse en 2016, cuando el equipo de gobierno se vio obligado a intervenir para regularizarlas, tras recibir una notificación de conselleria en la que se advertía de la extinción de la fundación por no haber presentado informes desde 2011.
Una auditoría de una empresa externa apuntaba numerosas irregularidades, como que no se habían modificado los cargos pero además, se habían vendido propiedades, seis parcelas rústicas de la herencia, y se habían concedido ayudas económicas sin ningún tipo de informe de Servicios Sociales, al igual que se habían ocupado las viviendas de la Herencia, el primer precedente de pisos de alquiler social del municipio.
También ambas entidades tenían deudas de tributos municipales con Catarroja y Albal, e incluso el Ayuntamiento estaba haciendo uso público de una parcela propiedad de la Fundación, ubicada en la plaza de la Llotjeta.
"Se trata de dinero privado de gestión pública que debe llevar un control adecuado y hasta ese momento se había hecho de forma nefasta", explica el alcalde, Jesús Monzó, que tuvo que asumir su cargo en ambas como primer edil de aquella legislatura, en escritura notarial. "Había que perfilar los destinatarios, actualizando el concepto de pobres ancianos, y regular las ayudas con informes de los Servicios Sociales municipales", explica.
Tras la regularización, con el inventario de bienes hace dos años, ambas fundaciones están al día. El consistorio también ha podido intervenir en la rehabilitación del edificio de cinco viviendas de la Herencia, habitado por familias, que presentaba unas deficientes condiciones de habitabilidad, con humedades y un instalación eléctrica en mal estado. Ahora se acometerá la última fase con la pintura de la fachada.
Otra de las parcelas propiedad de este entidad, entre Catarroja y Albal, se ha transformado en un aparcamiento público gratuito que da servicio para la zona de Les Barraques.
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