La nueva vida de las cabinas telefónicas en la Comunitat

Las nuevas tecnologías han desterrado por completo el uso de los teléfonos fijos y esto ha provocado que las cabinas pasen a ser un elemento incómodo ubicado en la vía pública, vaciado de contenido, y blanco de actos vandálicos. Prueba de ello es que el 88% de la población española actual reconoce no haber usado nunca una cabina, que hace muchos años desaparecieron en países vecinos a España, según datos de Telefónica, y prácticamente ningún usuario menor de 30 años ha interactuado con ellas.

Tras casi un siglo de vida, el declive toca a su fin. Clark Kent tendrá que buscarse otro discreto cubículo para poder cambiar su ropa de reportero por el traje de Superman y solo podremos verlas en películas de la pequeña pantalla como el mítico corto protagonizado por José Luis López Vázquez, 'La cabina', aunque las más recientes ya eran abiertas y accesibles.

A partir de 2022, la Ley de Telecomunicaciones elimina la obligación de tener un teléfono público de pago en las localidades por encima de 1.000 habitantes, con una exigencia de un teléfono adicional por cada 3.000, lo que supone decir adiós definitivamente a este elemento.

Hasta finales del año pasado existían 844 repartidas en los municipios de la provincia de Valencia, algunos de los cuales ya han procedido a suprimirlas. Otros en cambio han querido aprovecharlas para darles una segunda vida al servicio de los ciudadanos, siguiendo la finalidad para la que fueron creadas.

En El Puig de Santa Maria, en l'Horta Nord, sus tres cabinas mantienen la finalidad comunicativa, sustituyendo el teléfono fijo por el móvil y reconvirtiéndose en puntos permanentes de información literaria para entrar y conectarse con un código QR.

A través de esta iniciativa, que partió del Consejo Local de Lectura, órgano del Puig como Ciudad Lectora, el usuario puede acceder, con su móvil a un catálogo de libros que se renovará mensualmente, enlaces literarios, recomendaciones o información «para abrir caminos», como apunta el técnico de Cultura, Paco Orts.

La cabina de la plaza del Ayuntamiento y las dos de la avenida Verge del Puig, siguen manteniendo su esencia aunque con el color identificativo del municipio, el rojo, y el logotipo distintivo que invita a su uso. La reconversión fue fácil.

«Solo tuvimos que ponernos en contacto con Telefónica y firmar un contrato de cesión», explica Orts. Así, estos elementos ya están en funcionamiento desde el fin de semana pasado, con su lanzamiento en el Festival Gutenberg y de momento, han conseguido el objetivo de «llamar la atención».

Por su parte, la Pobla de Farnals ha apostado por una reconversión en totems informativos, con acceso a internet donde se puedan consultar bandos y actividades municipales, y punto de carga de móviles. «Funcionarán como una tablet para que los que no tengan internet en casa o las personas mayores puedan utilizarlas», señala la concejala, María Luisa Aragó. Este municipio dispone de dos de estos elementos, una en el casco urbano y otra en la playa.

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