La recaudación de la subasta de los cotos de caza de Silla cae a mínimos históricos con 84.000 euros

Fieles a su cita del 9 de octubre, cerca de 150 aficionados a la caza han acudido esta mañana a la subasta de los puestos del vedat de Silla, en el Parque Natural de la Albufera, que recupera su ubicación tradicional en el polideportivo de la localidad. A pesar de la expectación, la recaudación ha caído a mínimos históricos con una cifra de cerca 84.000 euros frente a los 124.000 del año anterior, lo que implica una bajada de más de un 65%. En 2020, la tendencia fue al revés y aumentó un 20% más que en 2019.

No obstante, de los 16 cotos que han salido ha subasta con un precio inicial de 500 euros, los más codiciados del vedat tradicionalmente por su ubicación limítrofe con la Albufera, no han defraudado. El número 13 ha alcanzado la cantidad de 17.000 euros, 1.700 más que la temporada anterior. A este, le han seguido el 12, con 12.100 euros, la Lletra, con 11.100 y el número 16 que se ha otorgado por 10.400.

El resto han llegado a cantidades que rondan los 6.000 euros del número 6 y los 600 del 24. La explicación, según el subastador, Vicent 'el Guerro', se ha debido a la "mala temporada" del año pasado, donde las aves brillaron por su ausencia y muchos han calificado de "desastrosa", lo que ha hecho que los cazadores busquen alternativas en los pueblos cercanos. Aunque, como apunta Vicent, esto no ha impedido que "los puestos que tienen mejor ubicación se hayan revalorizado", aumentado su recaudación.

El concejal de Agricultura y Medio Ambiente, Felipe García constata el "desastre" para los aficionados de la temporada pasada que se dejaron el dinero por conseguir los mejores puestos. "Esperemos que vaya mejor en esta ocasión" señala y lo dice porque la recaudación de las pujas se destina al mantenimiento de los caminos y las zonas del vedat, donde trabajan siete personas.

"Supone un gasto de cerca de 140.000 euros, debería ser viable económicamente pero los últimos años estamos registrando pérdidas", advierte y apunta que "se mantiene por la tradición de los cazadores de la localidad". El hecho de que no se queme la paja del arroz supone, además un mayor gasto, "ya que hay que poner en marcha los motores para renovar el agua", explica y añade que este año, Silla cuenta con el permiso "por lo que el coste será menor".

Los pujadores llegan con las ideas claras, reunidos en grupos para que les salga más barato, y con el puesto que quieren conseguir. "Sabemos que de cierta cantidad no podemos pasar", explica Miguel, que ha conseguido el que quería casi por la mitad de lo que pagó el año pasado. Otros acuden con la esperanza de pujar por los de menor coste, como señalan algunos de las presentes, aunque luego se vayan con las manos vacías.

La subasta de Silla cuenta con una tradición casi centenaria y se caracteriza por las señas que hacen los pujadores para evitar que se descubra su identidad de cara a sus rivales. Vicent los conoce ya muy bien y sabe distinguir cuando se rascan una oreja porque les pica o porque, en realidad, quieren seguir pujando. Levantar un dedo o una ceja también son otras de las más recurrentes para seguir en el anonimato, aunque las hay más rebuscadas.

La ausencia de mujeres también es un nota característica pero este año, como el anterior, ha destacado por la presencia de personas más jóvenes, que constata el relevo generacional que se está produciendo en la afición por la caza.

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