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Encarna , afectada por la contaminación acústica. LP

«Ni las ventanas antisonido nos salvan de la depresión y la ansiedad de los pitidos»

Cuatro vecinos de Alfafar cuentan cómo es vivir junto a las vías y los problemas que les provocan

Nacho Roca

Alfafar

Miércoles, 31 de mayo 2023, 20:49

Son conscientes que cada arrollamiento provoca que los conductores de los trenes piten más a su paso por el paso a nivel en Alfafar. Y lo saben porque llevan más de dos décadas viviendo junto a las vías y sufriendo el aumento de decibelios «porque los maquinistas no quieren atropellar a nadie, lo entendemos, pero lo sufrimos» explica José, uno de los vecinos que forma la Asociación por el soterramiento.

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José compró el piso hace 15 años, «primero me despertaban los mercancías por las noches y tal, chirriando las ruedas cuando frenaban y cosas de esas. Pero entonces no pitaban por la noche. Pero cuando nacieron mis hijos se despertaban también, por eso pusimos cristales de doble grosor, los más caros, 15.000€», explica José, pero «cada vez que muere una persona, los maquinistas pitan más, es lógico. Yo voy a un psicólogo, hago técnicas de relajación, pero es imposible porque claro cada 5 o 10 minutos están pitando los trenes. Me han diagnosticado depresión y he sufrido ansiedad». A esta historia clínica, José añade que «el año pasado, coincidiendo con la intensidad de los pitidos, tuve que ir al cardiólogo y me diagnosticaron extrasístoles asintomática y el médico me dijo que puede ser por estrés. Eso no se puede demostrar, pero la ansiedad y la depresión sí que van unidos».

María, 59 años, y lleva 30 años viviendo en la fica a orillas de las vías. Su clínica también incluye «tratamiento psicológico por culpa de los trenes, sus pitidos, sus ruidos, las muertes» este último aspecto bastante acentuado en su caso como ella misma reconoce, ya que «desde el atropello a la niña estoy peor. Ese día maldito me volví loca, me fui al instituto de mi nieta corriendo, pensando en lo peor». Desde el arrollamiento de la joven Luciana, de 19 años, «oigo una ambulancia o la policía y empieza mi cabeza a pensar en lo peor. Me suena el móvil en ese momento y me da taquicardia. Me tomo dos pastillas para poder dormir y una por la mañana. A consecuencia de no poder dormir, me levanto con migraña. Otra pastilla más, así vivo, a base de pastillas».

Encarna, también vive junto a las vías, en una vivienda que adquirió en 1979. Desde hace 15 años también tiene tratamiento psiquiátrico «porque la falta de sueño debido al ruido me llevó a un nivel de estrés que me desembocó en una depresión. A día de hoy, tengo un estrés crónico que combato a duras penas, la verdad. Yo me voy a dormir todas las noches a las 10 de la noche porque si tengo que trabajar otro día, evidentemente necesito descansar antes que a la madrugada lleguen los mercancías, que hacen un ruido insufrible». Aún así, Encarna reconoce que «mi mayor problema es el miedo. He visto todo, he visto muertes, he visto recoger trocitos en bolsas de Carrefour, he visto... Han venido familiares de las personas fallecidas a preguntarme si lo había visto, a buscar los muertos a mi casa a pedirme por favor que has visto...».

Es por eso que Encarna asegura que «yo a mis hijos los he llevado al colegio de la mano hasta los 14 años para cruzar las vías, ya después pasaron al instituto a Benetússer y no tenían que cruzar, y ahí es donde yo empiezo a relajarme y me queda el estrés, pero siempre con mucho miedo. Nuestra mente cuando vemos algo en las vías es llamar para saber que todos están bien, dónde está mi hijo, dónde está mi hija, y así no podemos vivir esto es un estrés continuo».

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Isidro vive con su mujer Carmen «en tratamiento cardiológico, estuvo con tema oncológico y se ha quedado tocada del corazón y sin ir más lejos, el otro día con unos pitidos sufrió un ataque de ansiedad. La gente ya está muy desesperada». Isidro cuenta que «tuve que ponerme ventanas de PVC con doble cristal, antisonido, otras contraventanas por fuera con antisonido, etcétera, etcétera. Y aún así, cuando llega el de la una, a una y pico de la mañana, o a las cuatro y media, o a las cinco, o a las seis, sigue despertando a la gente. Imagínate yo que estoy un poco protegido, que me gasté casi siete mil euros en esto, que ya veremos cómo conseguimos en la denuncia por contaminación acústica reclamar todo. Imagínate la gente que desgraciadamente no ha podido empeñarse en cambiarse unos ventanales y aún están peor que yo. Pero esto es insufrible, es insoportable y es desesperante».

Todos forman parte de la Asociación por el soterramiento de las vías del tren a su paso por Alfafar, pero ante todo, son vecinos que reclaman una solución al problema acústico, entre otros motivos, para poder vivir mejor.

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