
diana martínez
Lunes, 7 de enero 2019, 01:58
Una ola de vandalismo en el estado de Ceará ha puesto a prueba las políticas de seguridad del nuevo presidente, Jair Bolsonaro, quien ha prometido una lucha sin cuartel contra el crimen. Alrededor de cien personas han sido detenidas. Los ataques, en su mayoría incendiarios, comenzaron la noche del pasado miércoles. El viernes Bolsonaro se decidió a enviar hacia esa región del noreste del país a unos 300 agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad.
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Las autoridades sospechan que los atentados han sido ordenados desde el interior de las prisiones, que en Ceará, como en buena parte del país, están virtualmente controladas por bandas del crimen que disputan territorios para la venta de drogas, así como otro tipo de delitos.
Según Bolsonaro, los poderes «Legislativo, Ejecutivo y Judicial juntos deben, con la ley, propiciar las garantías para que el bien venza al mal». La Policía, continuó, debe «resolver» el problema del crimen y si «mata a diez, 15 o 20 (delincuentes), con diez o treinta tiros en cada uno, un agente debe ser condecorado, no procesado».
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