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Una mascarilla colocada en el reclamo de un bar es el único rastro que recuerda la reciente epidemia. Z.A.
Desescalada 'made in China'

Desescalada 'made in China'

El puente festivo es una prueba de fuego en el gigante asiático, ya que el ocio y el turismo pueden reactivar el consumo, pero también resucitar el coronavirus

zigor aldama

Corresponsal. Shangái

Viernes, 1 de mayo 2020, 21:28

Diez de la noche. 24 grados, una brisa muy agradable, y cuatro días de fiesta por delante. Bajo un cielo inusualmente limpio, las terrazas de Xintiandi, la zona más 'cool' de Shanghái, están a rebosar de parejas y de grupos de amigos que disfrutan de la cena sin preocuparse por tener que madrugar al día siguiente. La festividad del 1 de mayo se ha convertido en China en un 'macropuente' que durará hasta el día 5, el más largo en 13 años. «En realidad son solo tres días de vacaciones, pero trabajamos el fin de semana anterior para alargarlo un poco más», puntualiza con una sonrisa Du Feifei, una joven empleada en una empresa de ingeniería que disfruta de la enésima cerveza con su novio.

Hablan a cara descubierta, y están sentados a pocos centímetros de un grupo de amigos con el que no tienen nada que ver. No existe el distanciamiento social, y las mascarillas van camino de convertirse en un complemento para la garganta, porque muchos la llevan ya a modo de bufanda. «Ha llegado el calor y es incómoda. Además, en Shanghái hace semanas que no se registra ni un solo contagio (local) de coronavirus. Creo que el Gobierno ha hecho un trabajo excelente para controlar esta crisis y que es tiempo de relajarse y de retomar nuestras vidas», subraya Du. «No podemos vivir constantemente con miedo», sentencia.

No piensa lo mismo Han Yuxiang. «¡El único que lleva mascarilla aquí es el gato!», dice en referencia a la escultura metálica de un felino que guarda la entrada a un bar y que, efectivamente, ha sido protegida para la ocasión con una mascarilla 'ad hoc'. «Yo sigo llevándola en todo momento y lavándome las manos con gel desinfectante. Pero me preocupa que cada vez cuesta más encontrar establecimientos que lo ofrezcan y que los controles de temperatura se estén relajando tanto», comenta.

Tiene razón: muchos ya ni siquiera miran el termómetro con el que deben tomar la temperatura corporal. «Me apetece salir a pasear y tomar algo, pero ver a toda esta gente aquí junta y sin ningún tipo de separación me estresa y temo que haya un rebrote del coronavirus. El mundo sigue confinado y aquí la gente está como si nunca hubiese pasado nada. Creo que peca de inconsciente y me sorprende que el Gobierno lo permita», añade. Empresas como Inditex comparten su preocupación y han pedido a sus empleados que eviten algunas zonas y establecimientos especialmente concurridos. En otras ciudades, algunos restaurantes sí que han instalado mamparas para separar a los comensales, pero son minoría.

La amiga con la que ha salido Han, sin embargo, niega con la cabeza. «Yo creo que China ha sufrido mucho y que eso le ha permitido salir adelante. Ahora tenemos que reactivar la economía y esperar a que el resto de los países controlen sus brotes para que el mundo recupere la normalidad», comenta esa treintañera que se identifica por su nombre occidental, Stephanie.

«Tiempos oscuros» en España

En el cercano restaurante español Tomatito tampoco hay ningún tipo de distanciamiento social en su abarrotado comedor al aire libre. «Han sido meses duros, pero ahora vamos recuperándonos», comenta una de las camareras. «Si tuviésemos que reducir el aforo, no saldrían los números», apostilla. «He tenido que despedir a la mitad de la plantilla y la situación es difícil porque se están retrasando los pagos, pero la recuperación en el último mes está siendo más rápida de lo esperado», comenta un empresario español del sector del vino que prefiere mantenerse en el anonimato.

«En China el mercado se reactivará durante el segundo trimestre, aunque irá por regiones y algunas como Pekín tardarán más porque impondrá restricciones de cara a la celebración de la Asamblea Nacional Popular. Pero en España creo que se avecinan tiempos oscuros», comenta con una mueca de tristeza.

Sin duda, las vacaciones del 1 de mayo son una prueba de fuego para la segunda economía mundial, que culmina una desescalada más rápida de lo esperado. En marzo, la mayoría de fábricas fuera de Hubei, el epicentro de la pandemia, habían reincorporado a sus plantillas y amediados de este mes empezaron a abrir los centros educativos. Ahora el objetivo es poner en marcha los sectores del ocio y el turismo.

La Ciudad Prohibiday la Muralla China vuelven a ser visitables

En Pekín ha reabierto un símbolo tan importante como la Ciudad Prohibida, la montaña

de Moganshan está a tope estos días, la Muralla China también puede visitarse desde ayer y las playas de Hong Kong ya han comenzado a llenarse. En muchos lugares se han impuesto algunas restricciones de aforo -la Ciudad Prohibida solo recibirá a 5.000 visitantes diarios frente a los 80.000 que registraba antes de la pandemia-, pero los responsables de estos lugares turísticos son conscientes de que es complicado lograr que la gente mantenga la distancia social. Según Trip.com, la principal agencia de viajes 'on line' del país, unos 90 millones de chinos viajarán durante este puente. Es menos de la mitad de quienes lo hicieron el año pasado y la mayoría ha optado por destinos cercanos.

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