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Jueves, 7 de enero 2021, 09:45
Estados Unidos asistió este miércoles atónito y temeroso al asalto del Capitolio por parte de decenas de extremistas azuzados por el presidente Donald Trump. Hubo disparos, lanzamiento de botes de humo y enfrentamientos con los agentes. En el gran edificio abovedado del Capitolio de Estados Unidos, el Congreso de EEUU, inicialmente fuera de la vista de las cámaras, ocurrieron escenas que parecían bastante similares a un golpe de Estado o a un ataque de terrorismo doméstico. Pero, ¿por qué se llegó a esta situación? ¿Cual fue la mecha que inició el incendio?
Todo ocurrió cuando los senadores se disponían a certificar la victoria electoral del demócrata Joe Biden sobre Trump en noviembre. Poco antes de que estallaran los disturbios, el presidente saliente Donald Trump dio un mitin en los alrededores de la Casa Blanca donde repitió por enésima vez su denuncia sobre un fraude electoral. Trump había prometido a sus seguidores que este miércoles sería un día «salvaje» para la capital de Estados Unidos. Y así fue.
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En un discurso de más de una hora en una explanada cercana a la Casa Blanca, Trump les dijo un torrente de afirmaciones falsas y teorías conspirativas y los alentó a marchar al Congreso.
En minutos, la turba subía en tropel los escalones del Capitolio. Luego, pequeños grupos violentos se enfrentaron con la policía y finalmente pudieron entrar. Imágenes de televisión mostraron a hombres, algunos con ropa militar, rompiendo una ventana y trepando hacia ella. Otros se subieron a los techos de los vehículos negros de los oficiales, estacionados frente al Congreso y abandonados por sus conductores.
«¡USA, USA, USA!», gritaban los manifestantes cuando se batían con los oficiales, tumbando postes y arrojando escombros. «No nos pueden detener a todos», gritó un hombre en un megáfono, cuando urgía a la multitud a entrar al Capitolio.
De esta manera, los ánimos, calientes desde el día anterior en que empezaron a concentrarse cientos de sus simpatizantes en las calles de Washington, se tradujeron en una marcha hasta el Capitolio donde, violentamente y también armados, los manifestantes rompieron las barricadas que rodean el edificio y se hicieron paso hacia el interior.
Previamente, el líder republicano había incitado a las masas a marchar por la avenida de Pensilvania hasta la Cámara para «darles a nuestros republicanos -los débiles porque los fuertes no necesitan nuestra ayuda- el tipo de orgullo y audacia que nuestro país necesita de vuelta».
Trump, que vía Twitter seguía el asalto de sus partidarios, solo dejó de azuzar entonces a sus seguidores y pidió contención después de que se produjeran los primeros enfrentamientos con los policías de seguridad del edificio. Los agentes intentaron bloquear las puertas de entrada al hemiciclo de los asaltantes, pero sin éxito.
Ondeando sus banderas azules y los gorros rojos de la campaña de Trump, los simpatizantes del presidente saliente irrumpieron en el edificio y avanzaron derecho a la cámara de debates. Los legisladores recibieron máscaras de gas para que se protegieran del gas lacrimógeno mientras huían por su seguridad. Para aquellos que huían, era una carrera contra el tiempo: los manifestantes estaban entrando tan rápidamente como salían los miembros del Congreso.
En pocos minutos el caos reinaba en diferentes lugares del Congreso. Los asaltantes armados recorrían las diferentes estancias, mientras la Policía trataba de evacuar a los legisladores y también al propio personal del edificio.
La última vez que este edificio resultó atacado fue en 1814 por las tropas británicas. Entonces fue pasto de las llamas y ahora del vandalismo.
Una mujer, que no fue identificada por las autoridades, resultó herida de un disparo de bala en el edificio del Capitolio, y murió más tarde. Hubo al menos tres muertos más.
En la Cámara de Representantes, una foto que se viralizó en Twitter mostró a guardias de seguridad, vestidos de civil, apuntando con pistolas a través de la ventana rota de una puerta a los intrusos que pretendían entrar.
Algunos ocuparon la oficina de la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, y se tomaron fotografías ocupando burlonamente su escritorio. Otros posaron para las fotos, cual tropas vencedoras, en la Cámara del Senado.
«No veo nada como esto desde que estuve desplegado en Irak», dijo Mike Gallagher, un legislador republicano y veterano de guerra, al canal de noticias CNN. Tras varias horas de caos, Trump emitió un corto video en Twitter donde pedía a la gente que volviera a sus casas.
I am asking for everyone at the U.S. Capitol to remain peaceful. No violence! Remember, WE are the Party of Law & Order – respect the Law and our great men and women in Blue. Thank you!
Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 6, 2021
Pero no había ninguna señal de arrepentimiento; mucho menos de condena de la violencia que se había suscitado.
En cambio, utilizó el video en la Casa Blanca para repetir afirmaciones falsas e incendiarias según las cuales le habrían «robado la elección».
«Los amo. Ustedes son especiales», añadió, felicitando al tumulto.
Aunque algunos senadores y congresistas mostraban su deseo de reiniciar la sesión de confirmación de Joe Biden como presidente, pero algunas fuentes aseguraban que sería imposible al menos en los próximos días ya que el interior del hemiciclo ha quedado «destrozado».
En las muchas imágenes que circulan por las redes sociales es posible ver a individuos llevándose bustos y otras esculturas, otros trepar por los cortinajes y algunos más destrozar sillas, aparte de manifestantes portando banderas banderas confederadas dentro de la sede legislativa. Incluso aparece un joven sentado en la silla del despacho de la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, con los pies encima de la mesa y hablando por un móvil.
Mientras esto ocurría en el interior, fuera una masa de manifestantes comenzó a abandonar la zona una hora antes del toque de queda, entre cantos del himno nacional y el sonido de las sirenas policiales.
El pasado octubre, Estados Unidos ya se sobrecogió al contemplar las imágenes de grupos de individuos armados que entraban en el Capitolio de Michigan para protestar por las restricciones ordenadas para frenar la oleada de coronavirus. Muchos eran seguidores de Trump, que insistentemente ha minimizado el impacto de la pandemia, y miembros de grupos ultraderechistas. Semanas después, el FBI detuvo a una quincena de personas sospechosas de querer secuestrar a la presidenta de la Cámara.
La toma del Congreso obligó a evacuar al vicepresidente Mike Pence y a los miembros del Colegio Electoral que debían certificar la victoria del demócrata Joe Biden en las pasadas elecciones de noviembre y varios legisladores pidieron anoche a Pence que invoque la 25 enmienda de la Constitución para iniciar el proceso de destitución de Trump.
El vicepresidente, Mike Pence, junto a la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, y los líderes de la Cámara tuvieron que ser evacuados a varias zonas de seguridad. El Capitolio cuenta con una salida interior por medio de un pequeño tren subterráneo que enlaza con los edificios de oficinas de los legisladores en los alrededores, además de 'refugios' de alta seguridad para una situación de emergencia. Y esta lo era.
Uno de los asaltantes, bien armado, se hizo con el estrado mientras declaraba que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales.Se sucedieron escenas insólitas de atacantes que recorrían las estancias haciéndose fotos, colgados de los balcones y posando entre el humo de los botes disparados, cuadros y piezas de arte históricas.
El senador Mitt Romney, en medio de la evacuación, señaló a Trump como el causante del asalto mientras pedía que se recuperase la paz. Nancy Pelosi requirió contingentes de la Guardia Nacional para frenar los disturbios, que fueron denegados en un principio por el actual jefe del Pentágono en funciones. Finalmente, la Guardia Nacional del Distrito de Columbia fue movilizada para abordar la situación violenta en el Capitolio y su portavoz, Jonathan Hoffman, señaló que el secretario de defensa interino, Christopher Miller, estaba en contacto con los líderes del Congreso.
Charles Ramsey, un exjefe de Policía de Washington, declaró a la CNN que el asalto era «lo más cercano a un intento de golpe de Estado que este país haya visto». Se da la circunstancia que, un par de horas después de comenzar los altercados, Trump pedía a sus seguidores que «se fueran a casa», pero no sin antes elogiarles como «muy especiales» en un vídeo que había sido pregrabado.
En dicha grabación, el presidente saliente explica a los manifestantes que se hace cargo de «su dolor» por la «elección que les fue robada», unos comicios en los que él -dice- tuvo un triunfo «arrollador», como «es sabido por todos, especialmente el otro lado». A continuación, les exhortaba de nuevo a marcharse a casa para «mantener la paz y el orden público», aunque tuvo tiempo para culpar a sus oponentes por esta inaudita jornada de violencia. A los suyos les dijo que no se puede «seguir el juego» de otros y se despidió con un «os quiero, sois muy especiales». Su mensaje aumentó todavía más el estupor de millones de estadounidenses pero, sobre todo, de los congresistas y senadores que todavía seguían refugiados en zonas seguras alrededor de la sede legislativa. Muchos de ellos fueron trasladados a Fort McNair, una base militar a menos de un kilómetro de distancia.
Los disturbios comenzaron a sofocarse sobre las diez de la noche (hora española), precisamente tras la intervención de la Guardia Nacional.
Uno de los participantes, Jordan Shackleford, de 25 años, insistió en que estaba del lado de la razón. Había conducido desde Oklahoma, en el centro del país, para apoyar a Trump.
«Ellos manipularon la elección», insistió.
Al acabar la jornada, la policía intentó despejar a los últimos rezagados antes de que entrara en vigor un draconiano toque de queda en Washington. Pero la amenaza persistía.
Al ver una zona acordonada donde se congregaban los periodistas que intentaban cubrir las escenas fuera del Congreso, un grupo de unos 45 violentos partidarios de Trump lanzaron las cámaras al suelo y destruyeron sus equipos, gritándoles «traidores».
«¡Nosotros somos las noticias ahora!», gritaba uno de ellos.
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