Urgente Quién dispara la mascletà de hoy sábado 15 de marzo
Joe Biden y su esposa durante un acto en recuerdo de los veteranos de las dos guerras mundiales. AFP

Joe Biden y América Latina

No basta con saber qué harán los demócratas, también hay que reparar en las respuestas latinoamericanas. Pero se espera una mirada renovada de EE UU, con un tono y unas formas diferentes

carlos malamud

Miércoles, 11 de noviembre 2020, 19:16

Un día después de que Donald Trump ganara las elecciones de 2016, la expresidenta argentina, Cristina Fernández, dijo: «En Estados Unidos acaba de ganar alguien que hace del proteccionismo de sus trabajadores, de sus empresas, pero fundamentalmente de sus trabajadores, y del mercado interno una bandera... Ganó alguien que representa la crisis de la representación política producto de la aplicación de políticas neoliberales… Lo que el pueblo de Estados Unidos está buscando es alguien que rompa con el 'establishment' económico, que lo único que ha causado es pobreza, pérdida de trabajo, pérdida de sus casas».

Publicidad

Tan larga cita, de sesgo populista bolivariano, viene a cuento de lo que ocurre en América Latina cada vez que hay un cambio en la Casa Blanca. Llegada la ocasión, todos tratan de acomodarse, ya que si bien por uno u otro motivo casi todos suelen perder, todos intentan aparecer como ganadores y próximos al poder, por más que deban girar 180 grados en sus posiciones. Para cuadrar el círculo deben elegir el momento adecuado, sin renegar de palabras y principios. A la vez, hay que agradar al nuevo sin enfadar al saliente, que todavía tendrá unas semanas de poder.

Pasadas varias horas del triunfo de Biden, ni Bolsonaro, ni López Obrador ni el salvadoreño Bukele le felicitaron personalmente, a diferencia de otros colegas latinoamericanos y del mundo. Es que la relación entre Estados Unidos y América Latina, pese a sus asimetrías, tiene dos direcciones. No basta con saber qué harán los demócratas, también hay que reparar en las respuestas latinoamericanas. Un buen indicador sería conocer el futuro de algunos embajadores, más próximos al 'hooliganismo' trumpista que a la diplomacia, una vez conocido el triunfador.

¿Cuál será la política para América Latina a partir del 20 de enero? ¿Qué papel jugará el Departamento de Estado tras la anterior irrelevancia? Si bien el nuevo presidente concentrará su atención, sus esfuerzos y sus dineros en el combate contra la pandemia y en la reconstrucción económica, al menos en los dos primeros años, no cabe duda que habrá una mirada renovada, con un tono y unas formas diferentes respecto al pasado inmediato.

Biden conoce muy bien América Latina, adonde viajó de forma repetida cuando era vicepresidente de Obama. Mientras Trump solo estuvo en Buenos Aires para la Cumbre del G-20. Por no ir, ni siquiera fue a la Cumbre de las Américas en Lima en 2018. Precisamente, una buena señal sobre si hay o no un compromiso renovado con la región, y sus contenidos, la tendremos muy pronto, ya que la IX Cumbre se celebrará el año próximo en Estados Unidos. Paradójicamente, será una de las pocas medidas del equipo saliente que no será revocada.

Publicidad

Los derechos humanos y la promoción de la democracia, la lucha contra el cambio climático, el Covid-19, la inmigración, el restablecimiento del multilateralismo y el papel global de China serán centrales en la agenda internacional de Biden y también en la regional. Estos temas van a condicionar las relaciones bilaterales con algunos países de América Latina. En relación con los primeros destacan Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero también El Salvador. Y el cambio climático afectará tanto a Bolsonaro, un firme negacionista, como a López Obrador, partidario de los combustibles fósiles para salvar a PEMEX.

Sin cambios bruscos

El mayor perjudicado en América Latina con la derrota de Trump es Bolsonaro, que pierde un aliado y referente, al tiempo que su discurso populista se ve desprovisto de su manto protector. Por eso habrá que ver cómo este camaleónico exmilitar se adapta a una situación que puede afectar su reelección (2022). Una señal importante será saber si su ministro de Exteriores, el antiglobalista y filo trumpista Ernesto Araújo, permanecerá en el cargo o será relevado.

Publicidad

Los principales focos de atención seguirán siendo Cuba y Venezuela. Si bien Biden no continuará la política de total enfrentamiento con Díaz-Canel y con Maduro, tampoco habrá cambios bruscos. Probablemente haya mayores consultas con los aliados tradicionales, especialmente en lo referente a Venezuela y sus sanciones, tanto con los latinoamericanos del Grupo de Lima como con la UE. Con Cuba habrá ciertas medidas simbólicas, pero nada trascendental hasta que no haya importantes señales de apertura emitidas por La Habana.

Los principales focos de atención seguirán siendo Venezuela y Cuba, pero el más perjudicado será Bolsonaro

La presencia de Trump en la Casa Blanca, pese a sus modales, suponía un cierto alivio para la mayor parte de los gobiernos regionales. Para unos, por afinidad ideológica, para otros porque los dejaba relativamente tranquilos y con las manos libres al estar básicamente ocupado en hacer nuevamente grande a su América. Por el contrario, al sur del río Grande, muchos comienzan a preguntarse cómo afectará la agenda demócrata de Biden la profunda mirada de Washington sobre el Hemisferio. Eso supondrá nuevas propuestas y exigencias y también cambios para poder adaptarse a una nueva realidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad