El ascenso al trono de Naruhito como emperador de Japón finalizó anoche con la celebración de un gran ritual, conocido como "Daijo-sai", que se celebra una única vez por cada emperador y que ha sido la causa de cierta polémica. El ritual incluye la construcción de un total de 30 estancias temporales, la celebración de una cena de lujo para 550 invitados y una celebración más privada para el emperador y la diosa Amaterasu. El total de este evento asciende a unos 2.700 millones de yenes, pagados con dinero público, que se traducen en unos 22,5 millones de euros. La polémica reside en que parte de la población de Japón se ha manifestado en contra de un gasto tan desorbitado para un acto religioso, ya que esto no tiene justificación en un país en el que la Constitución de 1947 establece una separación entre religión y Estado. A su vez, Fumihito, el príncipe Akishino, hermano del ahora emperador Naruhito, abogaba por mantener este tradicional ritual pero propuso la celebración de una ceremonia más modesta. Sus propuestas fueron rápidamente desestimadas.
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