Un vecino pasea a su perro por una calle de Poundbury. AFP

La ciudad ideal de Carlos III

Coronación ·

Poundbury es la extraña respuesta del nuevo monarca británico a los retos de la vida moderna

Iñigo Gurruchaga

Corresponsal. Londres

Domingo, 30 de abril 2023, 22:35

La mejor perspectiva de Poundbury, la ciudad ideal construida por el rey Carlos III en el sudoeste de Inglaterra, es quizás la que se divisa desde las ruinas de un templo romano en el recinto de un fuerte, Maiden Castle, levantado en la Edad del ... Hierro. En el horizonte de campos de cereal que rodean al montículo, emerge una apacible silueta de edificios con extraños rasgos: columnas griegas, frontones, torres.

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Las montaña fortificada está en las afueras de Dorchester, una pequeña ciudad mercado de veinte mil habitantes y larga historia. Crece en un paisaje agrícola, cerca de la bella 'costa jurásica' del condado de Dorset, llamada así por la abundancia de hallazgos de restos de dinosaurios. En su calle mayor ondean ahora banderas británicas con el sello conmemorativo de la coronación, este sábado, del nuevo rey.

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Para fomentar su crecimiento en la década de los ochenta, las autoridades querían extender la ciudad. El casco urbano tiene bellos edificios en el centro que sobrevivieron a los incendios en siglos precedentes y barrios vulgares y recientes. La opción más factible era construir en el oeste de la ciudad, en las hectáreas de tierra propiedad del Ducado de Cornualles.

En esta historia de fortines prehistóricos, romanos y utopías del siglo XX, hay que detenerse ahora en el XIV. El rey Eduardo III, que inició en 1337 la Guerra de los Cien Años por el trono francés, creó el ducado en las mismas fechas para entregárselo a su hijo, con la condición de que no vendiese bienes para su beneficio personal y lo traspasase también a su sucesor.

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Esa manera de financiar la vida y actividades del heredero presuntivo sobrevivió a la cesión de la hacienda del rey al Estado, en el XVII, a cambio de una subvención anual. Se estima que posee el 0,2% del territorio del Reino Unido. En sus cuentas de 2022, registraba 1.140 millones de euros de capital neto. La explotación del ducado había dado un beneficio de 26 millones. No paga impuestos al Tesoro.

«El concepto funciona muy bien: espacios verdes, vivienda social, estilos diferentes...»

Cuando el Ayuntamiento de Dorchester se dirigió a los gestores del ducado para negociar la construcción de una urbanización en sus tierras, descubrió que estaban ofreciendo al duque la oportunidad de convertir en realidad su reivindicación de las ciudades y edificios del pasado, frente a las atrocidades que habrían cometido los arquitectos y urbanistas del modernismo.

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«Pedazos de hormigón»

La primera noticia de esa pasión del entonces príncipe de Gales se conoció en 1984, cuando pronunció un discurso en la celebración del 150 aniversario del Real Instituto de Arquitectos Británicos. Carlos lamentó la destrucción del Londres anterior a la guerra con horribles edificios -«pedazos de hormigón o torres de cristal»-, cuando antes «parecía que las casas habían crecido de la tierra».

Calificó el proyecto ganador del concurso para extender la National Gallery como un «horrible forúnculo en el rostro de un amigo elegante y muy querido». El Gobierno despachó a los arquitectos. Richard Rodgers, diseñador del edificio de Lloyds en la City de Londres y coautor del Centro Pompidou en París, perdió dos proyectos por la intervención del príncipe. Pondbury era su oportunidad.

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Carlos III y su esposa, Camila, durante una visita que realizaron a Poundbury en 2016. AFP

En 1987, Carlos encomendó el plan general al luxemburgués Léon Krier, reconocido por su afán de reconstruir la ciudad europea. Se basaría en una estructura policéntrica con distancias máximas en cada barrio de 10 minutos de paseo, edificios de tres o cinco plantas y mezcla de usos. La construcción de la primera fase comenzó en 1994. Tiene 4.700 habitantes, que serán 6.000 cuando termine la obra, en 2027.

La ciudad ideal del rey es una trama sinuosa de calles estrechas y pequeñas plazas, que actúan como centros de actividad y comercio. Su centro es la Plaza de la Reina Madre, que alberga al hostal, pub y restaurante Duquesa de Cornualles, al supermercado más caro del reino, Waitrose, una bodega que vende sofisticados vinos, un spa alojado en el Pabellón Real.

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Un tercio de las viviendas es de bajo coste. No hay señales de tráfico o aparcamiento. La revista que publica el ducado anuncia actividades de múltiples asociaciones vecinales. Dos escuelas, un centro médico, una funeraria, residencias de ancianos, salones para actividades culturales, campos de recreo y una iglesia cristiana sin denominación específica cosen una sociedad crecida en treinta años.

En 'Ciudad Feliz' (CapitánSwing), Charles Montgomery explora planes de arquitectos como Frank Lloyd Wright o Le Corbusier para ciudades ideales, o iniciativas para reducir el tráfico de automóviles. Aboga que la felicidad de los humanos no depende de la arquitectura sino de relaciones personales satisfactorias. En Poundbury, con su demografía sesgada en favor de los mayores, son visibles.

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Richard Brigg, concejal en el Ayuntamiento de Dorchester por el distrito de Poundbury, afirma que la obra del Ducado de Cornualles ha tenido un impacto positivo. «Ha creado interés por la ciudad», afirma. «Viene gente a visitarla y eso es un beneficio cultural, trae dinero y empleo. Creo que no ha creado problemas a Dorchester. Aunque hay gente a la que no le gusta la arquitectura».

«El concepto funciona muy bien: los árboles, los espacios verdes, cada esquina con un estilo diferente, viviendas sociales...». El afán de reducir el uso del coche no ha sido logrado. «Las familias siguen teniendo dos y compran grandes monovolúmenes», dice. El aparcamiento es gratuito y eso atraer a conductores que dejan el coche en las calles estrechas y se mueven en autobús.

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La sostenibilidad prometida por un príncipe apasionado también por la ecología se expresa en la construcción robusta o en una central de digestión anaerobia para provee biogás a 4.000 edificios en invierno y 50.000 en verano. Pero no hay paneles solares. Son incompatibles con la preservación de la estética arquitectónica. El ducado ha establecido reglas para evitar que los vecinos deformen el ideal.

No a los marcos de PVC

El Código de Diseño y Comunidad, y sus Estipulaciones, que suman 49 páginas, fija qué se puede hacer en todos los componentes exteriores de viviendas y comercios y qué no está permitido. La oficina local del ducado ha de ser consultada sobre posibles reformas, antes de que, una vez aprobadas, los vecinos envíen su propuesta a la oficina de planeamiento urbano del Ayuntamiento.

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Brigg, que representa a los Liberal-Demócratas en las instituciones locales y regionales, se siente orgulloso de haber logrado la creación en Poundbury de un distrito electoral, que introduce un rasgo de democracia. Pero el Ayuntamiento no logrará que el ducado consienta que se sustituyan los marcos de madera de las ventanas por los de PVC, a pesar del frío del que se quejan algunos vecinos.

El intervencionismo del príncipe provocó automáticas críticas a la variada arquitectura de Poundbury. Hay objetivos obvios, como el parque de bomberos, con sus salidas de emergencia adosadas a una sede monumental, como una mansión del siglo XVIII. Un reparo común es que no parece una ciudad sino un escenario. Walt Disney también intentó crear su ciudad ideal, que es ahora un parque temático.

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Poundbury bordea el resto de Dorchester con un explanada de hierba: parque para niños, cafetería, un campo de cricket,... y una hilera de edificios adosados en el estilo del casco urbano. Tras ellos hay un barrio vulgar. Seis postes bloquean la carretera de posible acceso de sus vecinos a la explanada. Garajes, muros y una valla de madera de más de tres metros de altura, impiden también que se sumen a pie al ideal del rey.

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