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En 1960 Sam Cooke triunfó con la canción 'A wonderful world'. Mi generación la aprendió muchos años después, como banda sonora de la película 'Único ... testigo'. El verso inicial –«no sé mucho de Historia»– me vino a la mente hace unos días. Donald Trump había tuiteado que la Unión Europea se creó para fastidiar a Estados Unidos (en realidad utilizó un verbo más vulgar). Ya en su primer mandato declaró que el bloque europeo era un enemigo. Ahora iba más lejos e impugnaba su creación en 1950. Con su ignorancia, podría suspender dos veces el mismo examen. Pasaba por alto que el presidente Dwight Eisenhower fue decisivo a la hora de poner en marcha el proyecto de integración en el Viejo Continente. Dean Acheson, su secretario de Estado, trabajó codo con codo con Jean Monnet en la configuración de las Comunidades Europeas. La involucración estadounidense en suelo europeo fue tal que Monnet consultó con Washington el borrador de la Declaración Schuman, la carta fundadora, antes de enviarlo al Gobierno francés.
Estados Unidos quería cohesionar y unir a los países de Europa occidental para evitar un nuevo conflicto entre ellos y dar una nueva oportunidad a Alemania de ser un país democrático y normal. En el contexto de la Guerra Fría, resultaba esencial impulsar la reconstrucción económica y la unidad política europea. Junto con las Comunidades Europeas, los estadounidenses pusieron en marcha el Plan Marshall, la OCDE y la OTAN, en unos años muy difíciles de hambre y posguerra. También fortalecieron el multilateralismo, con las Naciones Unidas y las instituciones de Bretton Woods (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional), siempre en colaboración con los europeos.
Las tropas estadounidenses estacionadas en el continente frenaron el expansionismo soviético y las empresas norteamericanas se beneficiaron del mercado común, que hizo posible el milagro económico europeo. Desde entonces, algunos de los mejores estudiosos del proyecto europeo han sido profesores de las grandes universidades de Estados Unidos (el caso de Ernst Haas en Berkeley o, años más tarde, Stanley Hofmann y Joseph Weiler en Harvard). En 1995, norteamericanos y europeos lideraron la creación de la Organización Mundial de Comercio, que reforzaba el trabajo del GATT desde 1947 a favor del libre comercio. En 2012, el apoyo del presidente Barack Obama fue determinante para salvar al euro y rediseñar a tiempo la Unión Económica y Monetaria. No conocer el pasado y deformarlo de modo tan grosero desde el Despacho Oval tiene costes muy altos para la seguridad, la paz y la prosperidad global. El ultranacionalismo de Trump produce mitos y, también, deformaciones monstruosas.
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