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En 1909 se inauguró el Canal de Canadá y se fundaron el Fútbol Club Barcelona y compañías como la General Motors en Estados Unidos y ... Audi en Alemania. El trono del Reino Unido estaba ocupado por Eduardo VII, el rey 'playboy', que cimentó buenas relaciones con otros países europeos y que también fue conocido por impulsar la creación de aparatos sexuales, como la 'silla del amor', a la que él recurría para mantener relaciones con dos amantes a la vez. En agosto de aquel año nació la última súbdita de Eduardo VII que sigue viva: Ethel Caterham, que ha cumplido 115 y es la persona más longeva del mundo.
El peldaño que le quedaba por subir en esa lista quedó vacante el pasado miércoles por el fallecimiento de su antecesora, la monja brasileña Inna Canabarro Lucas, que murió con 116 años. La religiosa, que pasó una infancia llena de enfermedades, siempre defendió que «el secreto» de su larga vida era su devoción por Dios. Cuando le hacen esa pregunta a la británica Caterham, responde: «Nunca discuto con nadie. Escucho y hago lo que me gusta».
La señora Caterham vive en una residencia en Lightwater, Surrey, y no deja de recibir visitas de medios de comunicación desde que LongeviQuest y el Grupo de Investigación en Gerontología, organizaciones de investigación que verifican las edades para el Libro Guinness de los Récords, le han otorgado el título de persona con más edad del planeta. También ha pasado por allí para charlar con ella el actual rey, Carlos III, tataranieto de Eduardo VII.
Ha tenido tiempo para mucho. Nacida en Shipton Bellinger, Hampshire, el 21 de agosto de 1909, se crió en Tidworth como la penúltima en llegar de ocho hermanos. Con 18 años viajó a India para trabajar como cuidadora de niños en la familia de un militar británico. Al regresar, tres años después, conoció al que iba a ser su marido, el teniente coronel Norman Caterham. Se casaron en 1933 en la Catedral de Salisbury, donde él había sido niño del coro.
Como oficial superior del Ejército Real, su esposo estuvo destinado en Gibraltar y luego Hong Kong. Allí, Ethel Caterham montó una guardería. Tuvieron dos hijas y al final se afincaron en el Reino Unido, donde el teniente coronel murió en 1976. La señora Caterham también ha visto morir a sus dos hijas. Le quedan tres nietas y cinco bisnietos. «Lo he asumido todo con calma», declaró en la BBC.
Con 100 años dejó de conducir. «He viajado por todo el mundo y he acabado en este hermoso hogar, en el que todos se desviven por mí y me dan todo lo que quiero», agradece. «La familia es lo más importante en la vida. Poder dejar recuerdos a tus hijos y nietos. Al final, las posesiones no importan en absoluto. Lo único que necesitas es alguien que te cuide», recuerda. «Yo me lo he tomado todo con calma, los altos y los bajos», añade. «Hay que tener una actitud mental positiva y hacerlo todo con moderación», aconseja camino de los 116 años y tras haber superado en 2020 el ataque del covid.
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