

Secciones
Servicios
Destacamos
Donald Trump ha vuelto a la carga este viernes con un llamamiento a Putin para que ponga fin a la guerra de Ucrania: «Rusia tiene ... que ponerse en marcha». El presidente estadounidense lamenta que «demasiadas personas estaban muriendo, miles cada semana», en un conflicto bélico que ha calificado como «una guerra terrible y sin sentido». Y es que ha insistido que si él hubiera permanecido en la Casa Blanca la invasión nunca se habría producido, una de las teorías que defendió durante la campaña electoral, en la que también prometió poner fin de una forma rápida el conflicto en Ucrania.
En esos términos se ha expresado el mandatario a través de su red social, sin detallar ninguna demanda específica. Moscú no ha aceptado el plan de alto el fuego impulsado desde Washington y considerado un eje clave del nuevo marco de negociaciones que arrancó en Arabia Saudí y que sigue abierto.
Una publicación que ha lanzado poco después de presumir de la guerra arancelaria. «Lo estamos haciendo realmente bien», ha sostenido este viernes el magnate, pese a que el dólar, la deuda y las acciones sufren en los mercados financieros, en medio de una guerra comercial con China. «¡Muy emocionante para Estados Unidos y el mundo! Avanza rápidamente», ha expresado después de que Pekín anunciara este viernes que aumenta sus aranceles aduaneros sobre los productos estadounidenses al 125%. Una subida que será la última. El Gobierno chino ha advertido que «China ignorará» a Trump si éste sigue elevando al alza e imponiendo aranceles a las exportaciones del país asiático. Pekín defiende esta postura argumentando que «con el nivel arancelario actual, ya no existe aceptación en el mercado para las mercancías estadounidenses exportadas a China».
En este sentido, según la Casa Blanca, Trump es «optimista» sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo comercial con Pekín, pese a la guerra arancelaria entre las dos mayores economías del mundo. «El presidente ha dejado muy claro que está abierto a un acuerdo con China», ha declarado ante la prensa la portavoz, Karoline Leavitt.
En su línea, el presidente norteamericano ha vuelto a poner sobre la mesa una de sus propuestas «innovadoras», impulsar el fin del cambio de hora para que «haya más luz solar al final del día». Así, ha asegurado que esta idea es «muy popular» y que andar atrasando y adelantando los relojes supone «una gran molestia» para los ciudadanos y para su Gobierno, además de ser una medida «con un gran coste». Estados Unidos, que cuenta con hasta cuatro husos horarios, cambia de hora dos veces al año: el segundo domingo de marzo, cuando comienza el horario de verano, y el primer domingo de noviembre, cuando entra en vigor el horario estándar.
Mientras en Washington dan señales de que están perdiendo la paciencia por la falta de avances hacia el final de la guerra en Ucrania, este viernes se cumple justo un mes desde que Estados Unidos y Ucrania acordaran en la ciudad saudí de Yedda proponer a Rusia una tregua de 30 días, iniciativa a la que el Kremlin sigue sin adherirse. Esta cuestión es la motivación de este nuevo viaje a Rusia del emisario de la Casa Blanca, Steve Witkoff, quien ha sido recibido por el presidente Vladímir Putin en la Biblioteca Presidencial de San Petersburgo.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha declarado a las agencias rusas que, una vez finalice el encuentro, que comenzó a la cinco y media de la tarde y continuaba después de más de cuatro horas sin llegar a su fin, «en teoría podría ser posible una nueva conversación telefónica» de Putin con su homólogo norteamericano, Donald Trump, quien apremia a Rusia «a ponerse en marcha» para acabar con la guerra.
El enviado especial de Trump acude el sábado a las negociaciones en Omán con representantes iraníes sobre el programa nuclear de Irán y, durante su escala en San Petersburgo, tuvo tiempo de reunirse con el negociador ruso, Kirill Dmítriev, antes de ser llamado para acudir a su cita con el jefe del Kremlin.
Se da la circunstancia de que cuando, el pasado 13 de marzo, Witkoff llegó a Moscú por la mañana para exponer la idea de establecer un alto el fuego de 30 días en Ucrania, Putin le tuvo todo el día esperando en el hotel hasta que por fin le recibió por la noche. En aquella reunión, según declaró entonces, Peskov, el presidente ruso hizo sus «correcciones» al proyecto de tregua.
Aquel mismo día, durante la rueda de prensa ofrecida en compañía de su homólogo bielorruso, Alexánder Lukashenko, Putin dejó claro que «la idea de un alto el fuego es en sí correcta, pero hay aspectos que deben discutirse». Expresó el temor de que el alto el fuego «podría ser utilizado por Ucrania para obtener armas o movilizar más fuerzas». Otra objeción del jefe del Kremlin fue que no están claras las cuestiones de control y verificación de la tregua (…) presumiblemente muy complejas para hacer un seguimiento de posibles violaciones del alto el fuego cuando la línea de contacto en Ucrania tiene una longitud de 2.000 kilómetros». Tal planteamiento, según los observadores, hace imposible abordar jamás el cese de la guerra.
Así las cosas, Trump telefoneó a Putin el pasado 18 de marzo, pero lo único que consiguió fue una tregua de 30 días solamente en lo relativo a los ataques mutuos contra infraestructuras energéticas y hasta ahora lo están incumpliendo las dos partes beligerantes. Tampoco se está cumpliendo lo acordado por rusos y estadounidenses el pasado 24 de marzo en Riad para garantizar una navegación segura en el mar Negro, ya que Moscú exige antes el levantamiento de determinadas sanciones. Uno de los negociadores rusos, Grigori Karasin, llegó incluso a calificar de «poco productivas» esas negociaciones en Arabia Saudí con Estados Unidos.
Tampoco tuvo demasiado éxito Dmítriev en su reciente viaje a Washington, los días 2 y 3 de abril, al reconocer «desacuerdos» con la parte americana. Este jueves en Estambul tuvo lugar una nueva ronda de contactos entre los dos países esta vez con el objetivo de normalizar el trabajo de sus embajadas, y tampoco se consiguió gran cosa. El jefe de la delegación rusa, Alexánder Darchiev, flamante embajador ruso en EEUU, no logró, entre otras cosas, convencer a sus interlocutores estadounidenses ni siquiera de que levanten las sanciones a la compañía aérea rusa Aeroflot para así poder restablecer la conexión aérea entre los dos países, suspendida tras el comienzo de la invasión rusa de Ucrania hace más de tres años.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.