«Ha sido una noticia muy triste, la verdad». A primera hora de la mañana de este martes, la chef Carito Lourenço compartía su desolación ... nada más conocer la noticia de que un ataque israelí había matado en Gaza a siete trabajadores de World Central Kitchen, la ong que el cocinero José Andrés moviliza por medio mundo para atender a los desheredados de la fortuna según el viejo precepto bíblico, nunca tan apropiado de aplicar como en Oriente Medio: dar de comer al hambriento. De acuerdo con esa misma consigna, los cocineros Lourenço y Germán Fierro colaboran desde hace cuatro años con WCK en esa misma coordenada: atender a los necesitados de conflictos bélicos o catástrofes humanitarias. Una tarea que compaginan con su profesión, al frente de los reconocidos fogones de Fierro. Son los embajadores de José Andrés en Valencia: la bandera de solidaridad que la ong plantó en el prestigioso restaurante de Ruzafa (una estrella Michelin).
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Ya por la noche, al término de una agotadora jornada, ambos entonaban este martes desde Fierro un sentido homenaje en reconocimiento a sus compañeros cuya vida acababa de segar el sanguinario ataque de Israel. «Te parte por la mitad la idea de que hayan matado a gente que está haciendo una labor solidaria», confesaba Carrizo. «Es muy duro para personas como nosotros, que hemos realizado una tarea así para Central Kitchen«, agregaba. »Nos ha afectado mucho». Y Lourenço se expresaba en términos parecidos: «Nos toca de cerca, podríamos ser cualquiera de nosotros».
Carrizo recordaba los sentimientos de empatía hacia los desfavorecidos que embargaban a ambos «cuando estuvimos reunidos en Valencia para poner en marcha esta acción». Era el año 2020, un momento de felicidad y entusiasmo compartidos que contrasta ahora con su opuesto: la sensación de dolor y orfandad que les domina. «Es un momento muy duro para World Central Kitchen y para todas las personas que están ayudando», señalaba el chef. «Pensar que uno pueda morir haciendo un acto de bien, es tremendo», añadía, dolido por la trágica pérdida de vidas humanas y temeroso también de las consecuencias que el ataque cometido por el Ejército israelí pudiera tener en el futuro para la propia ong. «Habrá muchas personas que después de esto se puedan ver cohibidas o incluso aterrorizadas de seguir colaborando», proseguía Carrizo, para quien resulta ahora más imprescindible, precisamente en este momento tan dramático, perseverar en el propósito benéfico y solidario que anima a su ong. «Es necesario», observaba, «que esta idea vaya a continuar, más fuerte que nunca».
En esa misma línea argumental, los cocineros de Fierro sostienen que su compromiso con WCK incluso puede salir reforzado una vez superadas las horas más amargas tras el bombardeo y la desaparición de sus compañeros. «Queremos mostrar que vamos a seguir colaborando y que necesitamos seguir comprometidos con World Central Kitchen», advertía la pareja de chefs. «Desde Valencia sentimos que seguimos siendo parte de la organización y que lo seguiremos siendo siempre», concluía Carrizo, «porque estamos en contra de cualquier acto que vaya en contra de los ideales de la gente». Y Lourenço abrochaba este sentimiento común de desolación: «No es justo que muera nadie de esta manera, esto se tiene que terminar ya. Es algo que excede mi entendimiento racional».
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