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Donald Trump ha hecho este miércoles oídos sordos al clamor internacional contra su plan para tomar el control de Gaza y convertir el enclave en «la Riviera de Oriente Medio» previa expulsión de sus 2 millones de habitantes. Un proyecto, anunciado el martes tras su ... reunión con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en la Casa Blanca, que «a todo el mundo encanta», respondió ayer el presidente de Estados Unidos desde el Despacho Oval, donde la prensa le preguntó por las numerosas críticas a la idea. Arabia Saudí, país al que el republicano citó como posible aliado para la reconstrucción de la Franja, Jordania y Egipto, a donde quiere envíar a los gazatíes, y naciones como Alemania, el Reino Unido, Francia o Brasil, entre muchas otras, condenaron las pretensiones del magnate, que recibió la reprimenda de la ONU. «Cualquier traslado o deportación forzosa desde un territorio ocupado está estrictamente prohibido», le recordó el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Turk.
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Hamás reaccionó de manera inmediata al plan, que tachó de «receta para crear caos y tensión en la región» y adelantó que los gazatíes no permitirán que se lleve a cabo. Los islamistas tendieron la mano a Washington para un diálogo directo, pero saben que no tienen grandes alternativas porque el bloqueo de Israel por tierra, mar y aire es total y sin la luz verde del enemigo resulta imposible reconstruir una Franja arrasada por quince meses de bombardeos.
En una conversación mantenida con este medio, el doctor Bassem Naim, alto cargo de la milicia palestina, advirtió de que «las inaceptables declaraciones de Trump pueden amenazar con socavar o no completar el acuerdo en sus tres etapas». El pacto para el alto el fuego en Gaza, que ha permitido el regreso a casa de 13 rehenes hebreos y otros 5 tailandeses, está pendiente del inicio de las negociaciones para la segunda fase de la tregua. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, se opuso asimismo a la propuesta estaodunidense y subrayó que el enclave es «parte integral» del Estado palestino.
Arabia Saudí se pronunció también nada más concluir la explosiva rueda de prensa de Trump en Washington, donde Netanyahu alabó las «ideas frescas» del inquilino de la Casa Blanca. La respuesta de Riad fue un 'no' rotundo al proyecto. A través de un comunicado quiso «reafirmar el rechazo inequívoco de cualquier violación de los derechos legítimos del pueblo palestino… incluidos los intentos de desplazarlo de su tierra».
Los saudíes señalaron que no habrá normalización de relaciones con Tel Aviv si no hay antes reconocimiento de un Estado palestino, aunque el magnate se empeñó en negar que tal demanda exista y dijo que lo único que piden es paz. Respecto al rechazo frontal de El Cairo y Amán a acoger a 2 millones de gazatíes, el presidente de EE UU contestó que no podrán decirle que no.
Marco Rubio
Secretario de Estado de EE UU
Hay dos versiones contradictorias sobre la mesa y pronto se aclararán las dudas porque durante este mes el rey Abdalá de Jordania y el presidente egipcio, Abdelfata Al Sisi, seguirán los pasos de Netanyahu y visitarán la Casa Blanca. Ambos países son los mayores receptores de ayuda y armas estadounidenses en Oriente Medio, sólo superados, precisamente, por Israel. Los ministros de Exteriores de estas dos naciones, Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes Unidos enviaron una carta al secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio, para mostrar su rechazo a la expulsión de los palestinos. El dirigente de origen cubano fue contundente: «Gaza debe estar libre de Hamás. Estados Unidos está listo para liderar y hacer que Gaza vuelva a ser hermosa. Nuestra búsqueda es la de una paz duradera en la región para todas las personas».
Pero no todo fueron críticas al plan de Trump. Políticos de la oposición en Israel como Benny Gantz lo calificaron de «creativo, original e interesante» y los ministros de Netanyahu se mostraron exultantes. «Esto es lo que sucede cuando dos líderes valientes se encuentran», apuntó la titular de Transportes, Miri Regev., mientras que el responsable de Energía, Eli Cohen, habló de una «mañana histórica para el Estado de Israel, Medio Oriente y el mundo». El presidente del Parlamento hebreo (la Knéset), Amir Ohana, lo describió como «el amanecer de un nuevo día».
Otros ministros como el de Exteriores, Gideon Sar, comenzaron a aplicar eufemismos a la «limpieza étnica», como llamó la relatora de la ONU Francesca Albanese a la iniciativa de Trump, y hablaron de «migración voluntaria». Sin embargo, países como Francia o el Reino Unido rechazaron la salida de la población palestina de Gaza e insistieron en la solución de los dos Estados como única vía para «garantizar la paz y la seguridad» en la zona.
Estaba previsto que el encuentro entre Trump y Netanyahu –que se refirió al estadounidense como «el mayor amigo de Israel que ha habido en la historia de la Casa Blanca»– sirviera para aclarar la puesta en marcha de la segunda fase del acuerdo de alto el fuego en Gaza pero, tras conocer los planes futuros de Estados Unidos para el enclave, todo ha quedado en el aire. Esta nueva etapa en las negociaciones es clave para la liberación de todos los rehenes que quedan en manos de Hamás y asentar las bases de una tregua definitiva y la retirada hebrea de la Franja.
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