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Los 'frugales' tensan la cuerda para bajar los subsidios

La UE avala el mayor control de las ayudas que exige el norte y propone un mecanismo para bloquearlas, a la vez que prolonga la cumbre para forzar un acuerdo

salvador arroyo

Bruselas

Sábado, 18 de julio 2020

El pulso 'frugal' llevado al extremo encendía más de una alarma en el tramo final de la segunda jornada de cumbre europea que, al cierre de esta edición, continuaba sin acuerdo. Fue una jornada de altibajos -inherente a cualquier negociación- en la que incluso no se descartó la posibilidad de que el presidente Charles Michel se viera obligado a presentar un nueva propuesta de negociación después de que la primera, desvelada a los Veintisiete a eso de las once de la mañana, no terminase de cuajar en una interminable sucesión de reuniones bilaterales y encuentros entre grupos escogidos de líderes.

Porque sí, este sábado fue el día de las discusiones en formato reducido. Casi nueve horas seguidas en despachos y terrazas del Edificio Europa y de las embajadas nacionales. ¿El problema de fondo? El mismo que el del viernes, cuando el encuentro de líderes se tuvo que interrumpir pasadas las 23:30 horas porque el ambiente se había «agriado» (según el calificativo empleado por el holandés Mark Rutte). El mismo problema que en las últimas semanas e incluso meses. Que no se lograba el suficiente acercamiento con Países bajos, Austria, Suecia o Dinamarca.

Y eso aún cuando los retoques que Michel planteaba a primera hora de la mañana ya respondían a sus exigencias. La primera, el fondo de recuperación aunque mantenía el mismo tamaño (750.000 millones de euros), pasaba 50.000 millones de la parte de subsidios a la de créditos. Resultado:_450.000 millones, los primeros; 300.000 los segundos.

El documento reforzaba además los mecanismos de control mediante lo que definía como un «superfreno de emergencia», entregándoles en la práctica la llave de la caja fuerte, es decir, la posibilidad de bloquear las ayudas si el solicitante no cumplía con las condiciones. Y se añadía como tercera 'prebenda' un incremento mayor de las compensaciones a los países más ricos (cheques que equilibran la diferencia entre lo que aportan al presupuesto y lo que perciben).

Como matices, el tijeretazo de 50.000 millones se compensaba parcialmente con 15.000 millones más de transferencias no reembolsables en el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, uno de los capítulos medulares del Fondo. El mayor control no dejaba tan clara la opción de que cada plan nacional fuese autorizado por unanimidad, la exigencia clave de La Haya. Sí establecía un procedimiento según el cual se dan tres días de plazo para que cualquier Gobierno eleve sus dudas (y denuncie) sobre el 'proyecto x' de su socio. Lo haría bien en una reunión de ministros de Economía y Finanzas (Ecofin), bien directamente en un encuentro de líderes.

Y en lo que se refiere a las compensaciones o 'rebates', ni La Haya ni Berlín verían un duro más. Pero sí Dinamarca, Austria y Suecia, pues pasaban a beneficiarse de 222, 287 y 823 millones, respectivamente, según esa propuesta de negociación.

     

     

De «buena base» a más

A media tarde, los 'frugales' hablaban de «una buena base de negociación». Y España daba una especie de 'sí, pero no'. «Positivo que se mantenga la cuantía total del Fondo y que el Instrumento para la Recuperación y la Resiliencia se vea reforzado», pero «la gobernanza sigue siendo un obstáculo», advertía.

 Mientras, Angela Merkel y Emmanuel Macron en primera fila compartían el arbitraje. «Francia y Alemania están más alineadas que nunca. El presidente y la canciller conducen todas las conversaciones con sus homólogos conjuntamente y se aseguran de que se conserve la ambición de su iniciativa conjunta del 18 de mayo», incidían fuentes diplomáticas europeas.

Pero, a golpe de bilateral, se fue evidenciando que Países Bajos mantenía su presión. El recorte de 50.000 millones le parecía insuficiente y junto con el resto de austeros, pedía más. Además seguía «insistiendo en la unanimidad» final como condición en cualquiera de los cónclaves planteados (Ecofin o Consejo Europeo). Así que al filo de las siete de la tarde, Giussepe Conte, en un video institucional, hablaba sin tapujos de «negociación estancada»; de «choque» con Holanda y el resto de frugales. «Está siendo más complicado de lo previsto», añadía. Y un ataque directo: en ese club «no comparten la necesidad de una respuesta tan sustancial, especialmente en subsidios. También cuestionando préstamos».

El tajo que pivotaba como parte de la última arremetida de La Haya atacaba al capítulo de Recuperación y Resiliencia y se medía en algo más de 150.000 millones de euros._Lo curioso (o ilustrativo) es que del lado 'frugal', el austriaco Sebastian Kurz, en otro mensaje institucional decía que la disputa se iba «encaminando». Ningún pronunciamiento público de Pedro Sánchez.

Aunque desde la delegación española el planteamiento era no ir tan a saco como su aliado italiano. La negociación «no está estancada», corregían. Madrid mantenía el rechazo a la unanimidad sobre la gobernanza del fondo, pero se estaban «jugando distintas bazas» del paquete global (plan de recuperación y presupuesto, en total 1,8 billones) en la negociación. Y así, en el toma y daca, una idea comenzaba a cobrar fuerza. La cumbre que se programó para dos días (este sábado era el último a priori) iba a engullir del todo el fin de semana.

A las nueve de la noche, después de ocho horas de reuniones en grupos restringidos, se retomaba el pleno. Los Veintisiete se reencontraban entonces para la cena (solo se habían visto juntos en todo el día apenas una hora y media). ¿Un último tirón hasta la madrugada? Estaba en el aire. ¿Lo positivo? El empeño. Las reservas de alojamiento, eso sí, ampliadas al domingo.

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