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ATLAS
Jueves, 23 de marzo 2017, 19:48
Cuando la radio de la policía apremiaba a los diputados a ponerse a salvo en Westmister, había uno que decidía correr hacia el peligro: Era Tobias Ellwood, que arrodillado ante el agente Keith Palmer, trababa desesperadamente de salvar su vida.
Con sus propias manos, le practicó un masaje cardíaco y le tapó las múltiples heridas de las cuchilladas. Y con su propia boca intentó devolverle la respiración. Quizá en la mente de este diputado, ex militar, subsecretario en el ministerio de exteriores, tenía la imagen de otro atentado terrorista, el de Bali en 2002: más de 200 muertos, entre ellos, su propio hermano.
Hoy este hombre, que rechaza el apelativo de héroe, sí ha entrado al Parlamento para recibir los halagos de la primera ministra y los del líder de la oposición. No lo consiguió, pero Ellwood permaneció junto al policía, hasta el último instante, cuando ya nada más se podía hacer.
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