La 'Araña infernal' y los silbatos protagonizan un disparo de lo más original
PASO OLÍMPICAMENTE

Alessio cava una tumba

El italiano apuntó a la plantilla tras la debacle de Alcoi. Sabe que la deriva del Levante se seguirá cobrando víctimas pero que, si alguien pierde la calma pronto, la siguiente será él

Miércoles, 15 de diciembre 2021, 14:16

«¡Chas!». El seductor acento italiano de Alessio Lisci también tiene un tono metálico. El del currante que introduce de forma violenta y decidida una ... pala en la tierra. El Levante ya ha mordido el polvo. «Hemos tocado fondo», dijo el novel técnico tras la hecatombe de Alcoi. «¡Chas!». En El Collao intensificó sus labores de preparación de una tumba. Así, bajo el frío y la humedad que te cala, en plena madrugada, como en las películas de gánsters. En la casa granota se ha desatado un ejercicio intestino de ajuste de cuentas que el tiempo dirá si acaba beneficiando al club.

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A Paco López le volaron la tapa de los sesos y parecía que el nuevo capo era Javier Pereira. Se le quiso reforzar en las redes sociales dando a entender -ya saben, pecado por omisión- que su predecesor no había logrado el tono físico necesario en la plantilla para competir en Primera. Fue hasta un poco sonrojante que, de repente, aparecieran vídeos de futbolistas entrenándose como si se estuvieran preparando para la Spartan Race. Faltó embadurnarlos de fango, como hemos visto últimamente al ciclista Felipe Orts en las carreras del otoño belga.

Pero el tal Pereira resultó (y así lo demostraron los resultados, valga la redundancia) ser más una opción low cost de bazar que una perla que hasta ahora nadie había sabido ver. En su caída a los infiernos arrastró a quienes lo habían recomendado. Como con Paco López, cuatro tiros certeros en plena madrugada y que pase el siguiente. Y de repente Quico Catalán se vio en primera línea de fuego. Sin escudos ni corazas, el presidente se enfrenta a una junta general en la que le van a sacar los colores y a una temporada en la que parece complicado evitar el desastre que supondría bajar a Segunda.

La solución deportiva se ha puesto en manos de joven entrenador que ha recibido un regalo envenenado. Con 36 años nadie duda de la capacidad del romano, que llegó casi como becario a Orriols y que se ha hecho un nombre en el club a base de trabajo. De él se lleva diciendo meses que estaba predestinado a sentarse en el banquillo del Ciutat, pero pocos esperaban que fuera tan pronto. Ni en una situación como esta de 'all in', todo o nada, puerta grande o enfermería.

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«¡Chas!». Y ahí está Alessio, pala en mano, cavando una tumba porque, a estas alturas, ya nadie duda de que en el Levante se ha generado una podredumbre que será necesario enterrar. Ya no vale lo de la mala suerte, lo de las leves mejorías o lo de que la plantilla está comprometida. No. Guste más o menos, la ley del deporte de élite exige resultados -y esta vez más inmediatos que nunca- para gozar de buen estatus.

Para el Levante, estar en Primera, y en el caso de Alessio Lisci, asentarse en un cargo que puede concederle currículum como entrenador de primer nivel. El italiano lo sabe y, en menos de dos semanas, ha comprendido que debe pasar a la acción. No bastan las buenas referencias ni su discurso aperturista que tanto gusta a la prensa y a la afición. Explicar el porqué de las decisiones no vale de nada si, primero, no consigue la complicidad de toda su tropa y, después, no surten efecto.

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El Levante de Lisci ha empezado a sangrar por las mismas heridas por las que se escapó el aliento de vida de Paco López y Pereira. Igual es que el problema no es tanto de banquillo como de más arriba o de más abajo: futbolistas y planificación. Alessio sabe que si alza la mirada, lo aniquilan al instante. Es de lógica. En Alcoi, el romano optó por azotar a sus legionarios: «El Alcoyano nos ha demostrado qué significa tener intensidad y apretar. Este palo nos va a venir muy muy bien. Hemos tocado fondo y el equipo lo sabe. No es una situación táctica, es una situación de actitud».

La ley no escrita del fútbol indica que este tipo de declaraciones son, como lo de ratificar a un entrenador, un órdago en toda regla. Lo de Alessio Lisci en El Collao puede recordar al icónico «Fuori» de Prandelli. El que se marchó a los pocos días fue el entrenador. Como en aquel Valencia, en este Levante quedan pocas paladas para que la tumba esté preparada. «¡Chas!»... y de repente, otro sonido metálico: «¡Clic, clic!». Las armas están cargadas. En Orriols la Navidad va a ser de todo menos dulce y feliz. La tensión se nota en el ambiente y los dedos temblorosos rozan los gatillos y Alessio Lisci sabe que, si alguien pierde la calma, los próximos sesos que quedarán esparcidos serán los suyos.

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De nuevo la ley del fútbol. Como en las películas de gánsters, es consciente de que de momento no puede dejar de dar paladas contra la tierra. Esta plantilla del Levante necesita una profunda renovación, se salve o dé con sus huesos en Segunda. Ahora se habla de que Pepelu y Alessio Lisci deben ser los rostros de la reconstrucción. Pero el técnico sólo puede hacer una cosa: seguir preparando la tumba y esperar a que sea la sangre y las vísceras de otros las que le salpiquen su rostro seductor.

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