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Álex Muñoz, en el partido de la primera vuelta. JL BORT

El Burgos, ¿otra vez salvador involuntario del Levante?

En verano de 2002 el club granota siguió en Segunda por el descenso administrativo de los castellanos, a los que ahora necesita ganar

Sábado, 16 de marzo 2024, 01:48

El Levante de 2002 consumó el desastre sobre el césped de un club castellanoleonés y se salvó por el descenso administrativo de otra entidad de ... la misma autonomía. Tras una temporada nefasta en la que tuvo cuatro entrenadores (Granero, Balaguer, José Gómez y Cantarero) el equipo granota ganó en Soria al Numancia (1-2 con goles de Roa y Benjamín). El Polideportivo Ejido también venció (1-0) al Racing de Santaner pero, como tenía a favor el golaveraje, acabó salvándose.

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El club de Orriols se veía abocado a Segunda B en un momento en el que ya se hablaba de asaltar el primer ascenso a la máxima categoría desde 1963. La Liga acabó el 25 de mayo de 2002 y más de dos meses después el Levante consiguió la permanencia gracias al Burgos, actor secundario en el prólogo de la etapa dorada de la entidad granota.

Era una época en la que las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) estaban consideradas como la piedra angular del fútbol profesional, el Consejo Superior de Deportes (CSD) obligaba a todos los clubes que ascendían y se consolidaban en Segunda a convertirse en ese tipo de entidad. El Burgos se vio inmerso en una carrera contrarreloj para cumplir todos los requisitos para un plazo que expiraba en julio.

El 31 de ese mes, aunque desde Burgos se decía que cumplía todos los requerimientos, el CSD determinó el descenso administrativo a Segunda B. Al mismo tiempo, se consideró que la plaza vacante en la categoría de plata debía ocuparla el Levante. La entidad castellanoleonesa se convirtió en el salvavidas involuntario para un equipo que había naufragado de forma definitiva en mayo en Los Pajaritos.

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El curso siguiente el Levante se quedó a las puertas del ascenso y un año después, subió por fin a Primera. Lo hizo como líder, en la inolvidable temporada en la que el equipo granota estuvo comandado por Manolo Preciado. El Burgos cambió una vez la historia del Levante y en El Plantío el equipo granota puede cambiar la suya y enderezar de nuevo la del club este sábado.

Todo lo que no sea ganar en Burgos es dar otro paso atrás en el objetivo de luchar por el ascenso, al menos vía play-off. La plaza directa, hay que ser sinceros, parece ahora una utopía. Tras el subidón del triunfo ante el Sporting la cruda realidad volvió a salir a flote ante el Andorra: a este Levante le cuesta mucho hacer un gol. Y el Burgos, precisamente, se ha caracterizado desde su regreso a Segunda por conceder pocas ocasiones, sobre todo cuando juega en casa.

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Los de Jon Pérez Bolo ocupan ahora la sexta plaza, la última de play-off. El Levante está a cinco puntos, por lo que un triunfo en la sobremesa de este sábado implicaría engancharse de nuevo al objetivo. Los granotas han dejado pasar demasiadas ocasiones para acercarse a la cabeza. No ganar fuera de casa desde octubre y haber permanecido seis jornadas sin vencer hasta el triunfo contra el Sporting son una trayectoria incompatible con soñar con las alturas. El equipo de Felipe Miñambres necesita cambiar su historia reciente. Su inercia. Reflotar el proyecto, como ocurrió en aquel verano de 2002.

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