Carlos Espí guía el camino hacia el ascenso

El encuentro comenzó con unos primeros veinte minutos bastante soporíferos. Sin apenas ocasiones, los dos equipos estaban midiéndose, ambos bien ordenaditos, con el Burgos siendo ligeramente más protagonista, aunque sin conseguir hacerle daño al Levante. Sólo algún centro peligroso de esos que asusta al graderío pero que al final no remata nadie. Y de la nada, llegó una jugada por banda de Álex Sancris —extremo deseado por equipos de Primera como el Valencia—, que cede atrás para la llegada de segunda línea de Curro Sánchez. El talentoso atacante del Burgos se plantó dentro del área con un gran control orientado y con un disparo cruzado de diestra raso al palo largo encontró el gol. El balón tocó ligeramente en Unai Elgezabal —que se medía a su exequipo—, lo que impidió que Andrés Fernández llegara a pararla. Con el 0-1, la sensación pasaba de que el partido no estaba para nada bajo control a que directamente se había ido de las manos.

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Marc Escribano

En los minutos posteriores al tanto encajado, el Levante no conseguía reaccionar y se hacía dueño de una posesión insulsa. Sin incisión ofensiva, el Ciutat de València reclamaba con pitos que fuera más vertical. El Burgos, bien plantado y cómodo con la ventaja en el marcador, esperaba replegado y bien cerrado para buscar la oportunidad de hacer daño corriendo al espacio. Fue entonces cuando en una jugada a balón parado se encontró petróleo. Gol surrealista de José Luis Morales, que al igual que Carlos Espí en la última jornada, no sabría muy bien cómo explicar la jugada. En un córner, el balón quedó suelto en el área tras un remate defectuoso de Elgezabal. Diego López intentó despejar, pero chocó en la espalda de otro compañero, y el esférico se le quedó en el pie al Comandante, que la empujó sutilmente para igualar la contienda, celebrándolo de forma especial con el clásico balón por debajo de la camiseta y chupándose el dedo simulando un biberón. Estuvo mucho mejor el Levante tras el gol, encontrando ya los huecos en la defensa del Burgos, haciendo daño y acercándose a portería, aunque sin conseguir finalizar las jugadas de forma efectiva. El descanso llegó con la igualdad en el marcador pero con la sensación de que el campo estaba ya más inclinado a favor del Levante. Tras la reanudación y sin cambios en ambos equipos, no pasaron ni dos minutos para que el Burgos tuviera su primer aviso. Pérdida en salida de balón y balón diagonal rápido de Curro para Dani Ojeda, que remató mal y perdonó cuando se había quedado solo en el área. A la hora de partido, Julián Calero notó que el equipo necesitaba aire fresco e introdujo un triple cambio en busca de algo diferente. Salieron Marcos Navarro, Ángel Algobia y Roger Brugué. En su lugar, entraron Diego Pampín, Oriol Rey y Carlos Álvarez, aclamado por el estadio cuando fue anunciado por megafonía. El talentoso andaluz se había quedado en el banquillo para dosificar esfuerzos y rotar un poco al equipo, que venía de jugar contra el Málaga el miércoles. Con su entrada al campo, el Levante mejoró. No obstante, el foco de la afición granota estaba puesto en el arbitraje. No gustó la actuación del murciano Sánchez López, que en repetidas ocasiones, dejó sin señalar algunas faltas del Burgos, y en las que sí hizo sonar el silbato, decidió no mostrar cartulinas amarillas cuando para gran parte del respetable azulgrana sí lo merecían. Los minutos pasaban y pese a la mejoría ofensiva, no llegaban las ocasiones. Más madera al fuego, con Sergio Lozano y Carlos Espí entrando por Pablo Martínez y José Luis Morales, que gol tras gol va recuperando el cariño de aquellos que no le querían ver ni en pintura por su polémica salida hace dos años. En el tramo final del encuentro, el Burgos volvió a recuperar el dominio del balón y empezó a dormir el ambiente, intentando asegurar el empate sin permitir al Levante ir a por la victoria. Incluso tuvo algún acercamiento peligroso el equipo burgalés, que impacientó a la grada granota, que quería más de su equipo. Tuvo que acabar con un gorrito de piscina Giorgi Kochorashvili, que en un balón dividido, sufrió algún tipo de brecha sangrienta en su rostro y necesitó de atención médica.

Cuando pudo cazar la posesión el equipo de Calero, se volcó por la banda derecha. Y cuando quedaban apenas cinco minutos de tiempo reglamentario, una cabalgada de Andrés García levantó a todo el mundo de sus asientos. El centro del lateral, excelso como siempre, llegó al área, donde se erigió el imponente salto del gigantón Carlos Espí. Con un testarazo como mandan los cánones, el joven delantero granota perforó la red del Burgos y desató la locura. Un 'game-winner', como dicen en el baloncesto americano. Su golazo, por segunda jornada consecutiva, daba la victoria a un Levante que ya ha encontrado a su nueve del futuro. El desparpajo del 'Haaland valenciano' vale oro, y así lo demostró en el añadido, cazando un balón largo de Lozano. Un sutil toque bastó para superar por arriba a la salida del portero y sellar el partido con su segundo gol. Gracias a ello, el conjunto granota duerme en cuarta posición, con 29 puntos, a dos del ascenso directo y todo ello, con un partido aplazado pendiente de recuperar.