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Carlos Álvarez, en el encuentro ante el Elche. J. L. BORT
Barro y lágrimas en el Ciutat

Barro y lágrimas en el Ciutat

Una genialidad de Carlos Álvarez la rubrica Brugué con un empate del Levante ante el Elche en el partido más emotivo de la historia (1-1)

Sábado, 16 de noviembre 2024, 21:38

Pitido final. Suenan Los Secretos en el Ciutat. «He muerto y he resucitado...» Imposible no emocionarse en el estadio. El fútbol no está reñido con el sentimiento más profundo, como el que anunciaba antes del partido Arde Bogotá: «Tiene que haber una salida para tanto dolor...» Levante y Elche brindaron el mejor homenaje posible a tanta pena y desolación que ha azotado con crudeza la Comunitat. Y como no podía ser de otra manera entre dos equipos hermanos, unidos bajo la bandera de la senyera, punto para uno y punto para otro. El levantinismo se impregnó de barro ­y facilitó una vía de escape y esperanza a esos pueblos golpeados con sadismo por el agua. Casi cuatro mil afectados, mucho de ellos niños, experimentaron en sus propias carnes primero sobre el césped y luego en las gradas el afecto y cariño de una afición que vivió uno de los partidos más difíciles de la historia de este club. No fue esta una tarde más para casi nadie. Ni para el Levante, demasiado apagado, ni para el Elche, muy buen posicionado sobre el tapete y con las ideas mucho más claras que los locales.

Lo ideal, para los granotas, hubiera sido un triunfo para brindárselo a todos los afectados y para volver a auparse entre los elegidos pese a las dos jornadas aplazadas. Pero este fue el día de la 'germanor', de la gratitud a los héroes que han echado una mano aunque no fueran sus vecinos. Por eso no se puede ensuciar esta crónica con los azotes que un día normal hubiera merecido el equipo de Calero, principalmente en una primera mitad en la que no jugó prácticamente a nada. Bueno sí, a verlas venir. Se hicieron tan comodones ante un rival bastante bien ensamblado como el ilicitano que cuando Álvarez remató a gol nada más pasar la media hora de juego, ni sorprendió ni provocó la rabia del graderío. Lo dicho, no era un día para hacer reproches a nadie. Que falló Dela a la hora de perder la marca y medir el salto, pues sí; que el resto de compañeros fueron de aquí para allá al son que dictaban en algunos momentos tímidamente los ilicitanos, pues también, pero cuando la premisa es refugiarse y meter la sexta cuando se pueda, pues no queda otra que esperar la oportunidad. No llegó ni de lejos en ese primer tiempo pastoso, donde lo único positivo que hizo el Levante fue enfilar con cierto aire de pecador el camino de los vestuarios al final de los 45 minutos. Mejor desaparecer de la escena, escuchar lo que les tenía que decir el director de orquesta y ponerse luego manos a la obra a tocar los instrumentos.

No fue así. El reinicio de la película sólo hizo que confirmar que esto no era un capítulo aislado sino que tenía pinta de ser el inicio de una serie emocional y dramática, donde sólo el verde y el blanco se iba a llevar una alegría al cuerpo. Calero no se anduvo con chiquitas. Tres cambios de golpe, así sin vaselina. El Levante, cuando funciona a golpe de imaginación, es capaz de sacar los colores a cualquiera, pero cuando se zambulle en la mediocridad es desesperante. Por eso sólo cabía esperar que no fueran a estropear la imagen de una cita dispuesta para la alegría de unos y de otros. Fue entonces, después de esas variaciones, cuando la cosa empezó a animarse. Y, cómo no, el Ciutat parece entregado a un tipo escurridizo y descarado como Carlos Álvarez. Ni se había enterado en la primera fase, parecía ausente y superado por las circunstancias. Por eso, cuando se percibe que quiere disfrutar es cuando la cosa empieza a animarse de verdad. Y llegó, vaya que llegó. Pura delicia. Un toque, un giro, una conducción, una mirada y un regalo. Hay que ver la acción del atacante granota para ver que a veces todo lo que en la pizarra se ensaya sirve de poco si se trata de defender acciones así. Un diez para Álvarez en el pase, una vaselina sutil y hasta insultante para los rivales. Y un diez también para el que es capaz de saber en qué piensa este chaval. Brugué tiene el don de adivinar el pensamiento de su compañero y por el momento le va genial. Un diez también para él, más que por el gol por cómo buscó la conexión y sobre todo por el control. Otra maravilla. No lo duden, un doble regalo para todos, para los que ya no están entre nosotros, para los que escoba en mano se pusieron de barro hasta las cejas y para los que piensan que el futuro no puede ser tan cruel como el presente. 'Sempre amb el nostre poble' mostraba con orgullo en el pecho de su camiseta Brugué. Catalán de nacimiento, el goleador tuvo tiempo también para festejar el emotivo empate cogiendo una senyera para brindársela a todo el Ciutat. No es el día de discutir si fue justo o no el empate. Ya se encargó Andrés Fernández de salvar el estropicio casi al final. 'He muerto y he resucitado...'

Ficha técnica

Levante: Andrés Fernández, Andrés García, Elgezabal, Dela, Navarro (Pampín, 62'), Oriol Rey, Lozano (Brugué, 62'), Pablo M (Algobia, 84'), Carlos Álvarez, Morales (Fabricio, 84'), I. Romero (Carlos Espí , 62').

Elche: Dituro, Núñez, Affengruber, Bigas, Salinas, Guti (Mario, 71'), Febas, Josan (Sory Kaba, 71'), Y. Santiago (Nico C. 88'), Nico (John C. 89'), A. Álvarez (Mendoza, 71').

Goles: 0-1, Álvarez (33'). 1-1, Brugué (73').

Árbitro: Galech Apezteguía (C. Navarro). Amarilla a Elgezabal, Dela, Andrés Fernández, Núñez, Nico, Bigas y Mendoza.

Incidencias: 19.177 espectadores, la mejor entrada de la temporada.

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