La Copa impulsa al Levante

«¡Goooool del Levanteeeeeeee!». El grito resonó el martes por la noche por la calle Islas Canarias, en la zona donde estaba el estadio de La Cruz. Sí, la guarida de aquel Levante FC que en 1935 dejó de ser el equipo de los poblados marítimos para recibir el reconocimiento de toda Valencia y alrededores. El alarido de euforia fue de Ernesto Calpe, que supo de aquella gesta por las batallitas que le contaba su padre, Ernesto Calpe Gil, miembro de aquel equipo que se metió en semifinales de la Copa tras derrotar en Zaragoza al Barcelona. Más de ocho décadas después, estalló eufórico ante otra heroicidad que, aunque a través de la pantalla, sí pudo ver con sus propios ojos. Como entonces, en este 2021, la Copa impulsa al Levante, esta vez al Levante UD, que alcanza un nuevo hito: el de soñar con un título.

«El Levante venía de una racha buena y había confianza, aunque el Villarreal tiene más presupuesto que nosotros y últimamente nos había ganado más que nosotros a ellos», reflexiona Ernesto Calpe. Pero así son las gestas de la Copa, las que engrandecen al humilde, como vivió en primera persona su padre hace 86 años en Zaragoza.

Aquella Copa de 1935 tuvo al Levante FC como gran sensación porque eliminó al Barcelona, pero también al Valencia. Se le ha concedido más aroma de leyenda a lo acontecido frente al conjunto culé porque el equipo tuvo que lidiar contra un club ya grande en la época y con unos desplazamientos en carreteras que nada se parecían a las actuales. «¡Que además de jugar a fútbol había que trabajar! Mi padre era marmolista y los hermanos Puig, empleados en el puerto», precisa Ernesto Calpe.

Aquella eliminatoria de cuartos arrancó con un 2-2 en Les Corts el 2 de junio de 1935: Escolà adelantó al Barça en dos ocasiones (15' y 50'), e igualaron Artigas (29') y Aparicio (82'). En la vuelta, el día 9, en Camino Hondo –el otro nombre con el que se conocía el campo de La Cruz–, Aparicio adelantó al Levante FC (47') y Escolà (67') restableció el empate definitivo.

Eso habría dado con el actual sistema el pase a los locales, pero entonces no se desempataba con los tantos en campo contrario. Había que disputar un tercer encuentro. Los clubes no se pusieron de acuerdo sobre la sede y la Federación dictaminó que se jugase en estadio de Torrero, en Zaragoza, el 11 de junio: goleó el Levante FC (3-0), de nuevo con Aparicio como protagonista (10' y 25'), y tanto de Felipe Ferrer (83').

Al club aquel triunfo le dio proyección nacional y, claro está, en la Comunitat. Las crónicas de la época recuerdan que la gente de los pueblos que atravesaba la carretera nacional desde Zaragoza salía a agasajar a los futbolistas. «El alcalde de Valencia, que era Manuel Gisbert, recibió al equipo en el salón de cristal. Es la primera vez que tengo constancia de que el Levante acudiera al Ayuntamiento a una visita oficial. Se le tenía más como un equipo de los Poblados Marítimos... como lo que es el Rayo en Madrid, que sí, es de allí pero de un barrio. La ciudad tenía al Gimnástico y al Valencia», comenta Emilio Nadal, autor del museo virtual que impulsa el club granota.

«Aquella Copa fue más que eliminar al Barcelona... ¡también se ganó al Valencia!», recuerda Ernesto Calpe, que cuenta una anécdota: «Entonces los jugadores de uno y otro equipo ya se las tenían sobre el campo. Mi padre marcaba a Mundo y saltaban chispas. Luego vino a entrenar al Levante y yo pensé: 'Este no me va a poner'. ¡Pues jugué todos los partidos y tuve una excelente relación con Mundo! Siempre me preguntaba por mi padre».

El desgaste físico pasó una factura que el Levante FC pagó cayendo contra el Sabadell, cuando los valencianos eran favoritos. Tampoco se ascendió a Primera. Pero la gesta quedó escrita, como ha ocurrido con el equipo de Paco López. Ahora al club se le abre la puerta de pelear por su primer título –a expensas de que algún día se reconozca la Copa de la República– y a disputar la Supercopa de España. Como en el 35, este grupo se ha ganado la licencia para soñar.