Bouldini monta la fiesta del Levante

Ochenta kilos de puro músculo los que luce un tipo como Mohamed Bouldini a quien el Levante pescó del Fuenlabrada este verano por tres millones de euros y que este domingo demostró que además de jugar al fútbol también se le da bien montar fiestas. El marroquí provocó un penalti por cabezonería, marcó el gol del triunfo casi de tacón, se peleó con los centrales y fue el ariete que derribó cualquier duda existencial que este equipo pudiera tener para empezar a mandar en la categoría. Cinco victorias y un empate en los últimos seis encuentros disputados han hecho que el Levante sufra una metamorfosis que no tiene por qué sorprender. Estar cuartos a estas alturas de temporada da cierta calma pero estar a tan sólo un punto del segundo clasificado cuando hace bien poco el panorama era gris es lo que provoca mayor satisfacción y hasta convencimiento. El Levante con Calleja parece otro.

Qué lástima el tiempo que se perdió con Nafti, aunque quizás eso haya servido de lección para una plantilla que ahora empieza a creerse de verdad que si corre como el rival, tiene tres cuartos de partido ganado. A talento será difícil encontrar un adversario en esta categoría tan cabezona que sea capaz de superar a los levantinistas. Es verdad que hay días que se van a sufrir de lo lindo, pero sirva el ejemplo de lo que pasó este domingo en Albacete para dejar claro que las cosas se pueden hacer bien y ganar de manera apurado, o muy bien y no dar ni un solo minuto de respiro al rival. El Levante está todavía en esa fase de transición.

Para lograr la plenitud, eso sí, hace falta que todos pongan de su parte. Como este domingo. Al minuto y quince segundos ya había marcado Róber Ibáñez. Cuando se pone el Levante a funcionar, todo se vuelve tremendamente fácil. Pase de Montiel y Róber para Álex Muñoz y éste se la devuelve para que el golpeo del extremo se cuele a la izquierda del meta. Lo más sencillo del mundo. Viendo esto, es fácil imaginar el resto. El Levante, sin Iborra esta vez, le puso ritmo. Fluía el juego, por un lado y por otro. Gustándose pero siempre buscando hincar el diente a un rival atemorizado y sensiblemente inferior. Aún así, que te empaten en la prolongación con una contra duele. Tanto más cuando el segundo empate que consiguió el Albacete fue también tras un contragolpe. Faena tiene Calleja para que esto no vuelva a ocurrir. No se puede dejar que los rivales corran tantos metros y se arrimen al área. Hay que cortar este tipo de incomodidades mucho antes. Eso volvió a ocurrir justo diez minutos después de que Campaña -que por fin va encontrando el tono adecuado- transformara el penalti que por empeño se trabajó Bouldini.

Después de chocar, enfadarse con unos y otros (hasta Montiel le dedicó un 'no me jodas eh' cuando el madrileño había pecado de egoísmo en una acción), tener sus más y sus menos con el portero local y hasta con el árbitro, el delantero fue zancadilleado tras ganarse la posesión ante cuatro jugadores del Albacete. Da gusto verlo crecer porque si en el primer tiempo estuvo algo torpón con el mano del balón, en el segundo se puso al frente del ejército de Calleja para poner las cosas en su sitio. A este Levante no se le puede asustar porque cuando se enfada es peor. Entraron De Frutos, Iborra y Soldado. Palabras mayores. Y si no, que se lo digan a Campaña, El andaluz se imagina centrando a De Frutos, le pone el balón al espacio y la carrera y el centro del extremo lo remata, cómo no, el festero de Bouldini para hacer el definitivo 2-3 ante el delirio del centenar y pico de aficionados granotas que ven que su equipo ha puesto la directa