El Levante fue un cóctel de sensaciones en Cádiz. Es un equipo que ha aprendido a pasarlo de vicio durante los partidos. Es un equipo que se ha adaptado a sufrir cuando es necesario. Pero es un equipo que se escurre cuando hay que mantenerse erguido. Minuto 97 de encuentro en el Nuevo Miribilla y facilita un centro al área para permitir a un lateral izquierdo que remate como si fuera Harry Kane. Al final un punto fuera de casa tiene aroma de derrota. No sólo hay que ser valiente para el ataque, también para resguardarte. El tanto de Espino destruyó un trabajo que combinó el disfrute y el sufrimiento, arruinó un planteamiento valiente de Paco López con mayoría de futbolista con tendencia ofensiva. Porque la primera parte del Levante fue para enmarcar. Sorprendió el técnico con la alineación, ya que sobre todo en la línea media se esperaba algún jugador de destrucción. Para qué. Campaña y Melero para crear y Morales y De Frutos para salirse por las bandas. Álvaro Cervera no se lo podía creer. Y eso que se conocen. Ambos comparten pasado en la dirección técnica en el Catarroja. De l'Horta Sud al cielo. El Levante jugaba de manual. Era un equipo acordeón, que sabía moverse con soltura en acciones de vanguardia y se replegaba todos juntitos cuando atacaba el Cádiz, aunque en la mayoría de ocasiones las opciones amarillas morían en la frontal del área. Entre todos sobresalió Campaña. Es un futbolista diferencial. Se acercaba a los centrales para recibir el balón y darle una salida con sentido y después se colocaba siempre en el sitio adecuado para dar apoyo a los compañeros. No pierde un balón. Sabe jugar con su cuerpo y cuando da pases se convierten en melodía. El Levante decayó en la fase final de la temporada pasada y mucha culpa tuvo la ausencia del sevillano. Y si a los lados de Campaña sitúas a De Frutos y Morales, la vida puede ser maravillosa. La primera fase del partido se ajustó a la pizarra de Paco López. Combinación entre pases interiores e internadas por la línea de cal. Las primeras ocasiones claras las dispusieron los extremos, primero De Frutos con un fuerte chut que desbarató Ledesma y luego Morales con un disparo alto. La diferencia de posesión era insultante. Toque a un lado, al otro y a correr. De falta también la tuvo Campaña. El susto llegó con un falló de Róber Pier que casi aprovecha Lozano. Pero no afectó al Levante, que siguió a lo suyo. Y en una de estas Melero controlaba el balón en el centro y vio a Morales que se desmarcaba. Balón al Comandante, controla con la suela y de rosca enviaba la pelota para que Ledesma sólo pudiera seguirla con la mirada. Gol de patio de colegio, de espabilado. Calidad suprema. La temporada pasada sumó trece tantos y ya se ha estrenado en esta. Renovación de por vida.
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De ahí al final de la primera mitad el Levante ejerció un fútbol control. El Cádiz estaba noqueado y Roger pudo marcar en un córner, pero el de Torrent no tenía su día. La segunda mitad tuvo al inicio el primer mal augurio con la lesión de Roberto Soldado. En una acción en el centro del campo notó un pinchazo en la parte posterior de su pierna derecha. Se tiró al suelo. Como el ánimo levantinista. Pero supo redimirse y dedicarse a sufrir. Sabía que el Cádiz iba a presionar para buscar el empate. Así ocurría y los granotas buscaban entonces un robo rápido para lanzarse en contras mortíferas. Los gaditanos insistían pero sin llegar a la portería de Aitor Fernández, que hasta ese momento vivía con placidez. El Cádiz poco a poco fue ganando terreno. Cada vez sus jugadas tenía mayor penetración en la retaguardia del Levante. La primera gran ocasión llegó en un córner con un cabezazo del central Haroyan que sacó Aitor con una mano salvadora.
Era cuestión de aguantar, de saber padecer. No siempre se puede esbozar una sonrisa. Y si hay una oportunidad de machacar, aprovecharla. Se dio. Tanto que se dio. Una acción dejaba a Morales con el balón en sus pies encarando a Ledesma. Iba solo, con los defensas del Cádiz sin llegar a derribarlo. Pero igual que en la primera mitad la acción fue deliciosa, en esta falló incomprensiblemente. Nuevo mal augurio. Era el minuto 86. El cuarto árbitro enseñó el cartelón con una prolongación interminable. Se había sufrido mucho tiempo, había que seguir. Ya no quedaba nada. Pero el desliz llegó en una acción por la banda, los levantinistas facilitaron un centro al área y allí el lateral izquierdo Espino recibía sin la presión necesaria de Son para batir a Aitor Fernández. Se perdían dos puntos cuando el Levante había merecido el triunfo por la primorosa primera parte y por la eficaz segunda. Estas cosas hay que trabajarlas en los entrenamientos y sacar el fútbol canchero para desbaratar cualquier acción a los rivales en ese tramo del partido. Son puntos que luego se echan en falta.
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