El Levante se queda en blanco

Difícil, prácticamente imposible, reconocer a ese Levante que tuvo en sus manos el pase a la final de Copa y que hizo soñar con Europa. La actual tendencia del equipo sólo invita a la desilusión. Con la permanencia virtual en el bolsillo y los puestos continentales fuera de su alcance, el conjunto granota se encuentra en declive. Sin rumbo. Sin ambición. Y ayer, la decepción resultó descomunal. Se agravaron los problemas de las últimas semanas y los de Paco López cayeron frente al Elche acusando su falta de ideas y de concentración. Problemas en defensa y en ataque. Las alarmas no saltan, ya que hay margen y un simple triunfo rubricará definitivamente la salvación, pero sí urge un toque de atención.

El Elche se jugaba la vida al estar inmerso en una dura batalla por la permanencia. El Levante, pese a encontrarse en tierra de nadie, tenía estímulos. O al menos, debía tenerlos. Entre ellos, romper la mala racha del último mes, recuperar la imagen alegre que entusiasmó y certificar el principal objetivo del club. Esos alicientes no funcionaron y los azulgrana sumaron su tercera derrota consecutiva. Lo peor no fue el resultado, sino las sensaciones.

El Levante mantuvo el doble pivote formado por Róber y Malsa, mientras que Roger y Morales regresaron a la titularidad con el reto de reencontrarse con el gol tras demasiadas semanas de sequía. El Pistolero, con molestias en el pubis, y el Comandante están lejos de su mejor versión. Los de Paco López comenzaron instalándose en campo franjiverde, mientras que el Elche recurría a balones largos para intentar sorprender.

El Levante conservaba el orden atrás y la profundidad de Clerc en el lateral izquierdo abría alternativas con las que se buscaba la superioridad. Así, Bardhi y Morales se movían con absoluta libertad e intercambiaban sus posiciones.

El Elche trataba de ganar protagonismo y Malsa crecía en el centro del campo. El francés, atento en el corte, también asumía la responsabilidad a la hora de construir el juego. Su despliegue físico y su dinamismo debían resultar claves para imponerse en la medular y conectar con los atacantes.

Sin embargo, ninguno de los dos equipos conseguía hace daño. Ambos se mostraban inoperantes en los metros finales. El Levante mantenía la preocupante dinámica de las últimas jornadas. Los de Paco López se quedan sin ideas cuando se aproximan al arco rival. Bardhi, el más impetuoso de los granotas, firmó una genialidad en el área, aunque sin consecuencias. Cada acercamiento acababa muriendo.

Y en medio de tal estancamiento, el Levante volvió a acusar su mayor defecto: la fragilidad defensiva. Como tantas veces ha ocurrido, sin ir más lejos el pasado miércoles frente al Sevilla, un despiste costó caro. Pasada la media hora, en el inicio de una jugada, Clerc mandó a Vezo un débil pase que se convirtió en una bomba de relojería. El central luso se resbaló y no llegó a recibir el balón, que fue interceptado por un rápido Boyé. El delantero franjiverde, tras una combinación con Tete, se desmarcó, superó el portugués en carrera y cruzó el balón a la perfección para batir a Aitor. 1-0.

De Frutos exhibía su velocidad, pero sin lucidez. Sin acierto. El Levante estaba desconectado. Y su primero disparo entre los tres palos del Levante no llegó hasta el minuto 36, cuando Morales dio un latigazo desde la frontal.

El segundo acto arrancó con una embestida granota. El Elche puso el cuero en juego y el Comandante, fruto de su presión, se hizo con el balón cerca del área y envió un peligrosísimo centro al asegundo palo, donde Roger no apareció a tiempo para rematar. Fue un mero espejismo.

Justo después, un gol de Piatti fue anulado por clarísimo fuera de juego. El Elche renunciaba a la posesión del balón, pero provocaba ciertos desajustes en la zaga azulgrana con su fútbol directo. El dominio del Levante era estéril. Y Paco López buscó pronto un giro con la entrada de Son, Melero y Dani Gómez. Una apuesta más valiente. El técnico confiaba en que el recorrido del lateral sevillano y la llegada de mediocentro madrileño aportaran soluciones.

Salvo algunos amagos, el Levante seguía sin clarividencia. Y Boyé, con máxima intensidad, continuaba complicando la vida a los granotas en la salida del balón. La labor del delantero argentino, todo un quebradero de cabeza, desencadenaba nuevas pérdidas en zonas comprometidas.

Demasiadas facilidades atrás. Tras un exquisito centro de Fidel, Tete Morente descubrió la espalda de Clerc y, cómodamente, cabeceó picado. El cuero se estrelló en el palo y Malsa recogió el rebote. Y en un contraataque franjiverde, el partido pudo complicarse todavía más. Vezo vio la roja por derribar a Piatti cuando se dirigía solo hacia la portería de Aitor. Sin embargo, el central portugués se rebeló, negándose a abandonar el terreno de juego mientras Medié Jiménez no revisase la jugada en el VAR. La tensión era alta. El colegiado, finalmente, comprobó que él mismo había desviado un pase de Melero y que el cambio de trayectoria había provocado la recuperación del Elche y la jugada en cuestión. De esta forma, el árbitro anuló la expulsión y devolvió el balón al Levante.

En cualquier caso, el equipo estaba ausente. Y Dani Gómez, en un intento de remate, recibió un duro golpe de Gazzaniga. El portero del Elche le clavó los tacos en la rodilla al lanzarse a por el esférico. El delantero madrileño, sensiblemente dolorido y con un corte en la rodilla, fue retirado en camilla. El Levante, con todos los cambios hechos, terminó el duelo con un hombre menos. Pero las expectativas ya eran bajas. El equipo había perdido su espíritu.

El ritmo del encuentro cambió con la reanudación tras el descanso. El Levante presionaba muy arriba y dejaba la defensa adelantada. Piatti llegó a marcar el segundo para el Elche, pero estaba en claro fuera de juego, así que su tanto fue anulado. Cansado de lo que estaba viendo,

Una jugada por banda de Fidel terminó con un genial remate de cabeza de Tete Morente. El palo y Aitor evitaron que el Elche aumentara su ventaja. En el minuto 73 llegó una secuencia curiosa. El hombre del partido, Lucas Boyé, dejaba un balón muerto para Piatti que se marchaba solo frente a la portería.