Una lacra para la historia de la Liga

Ya parece dar igual que el Levante recupere sus virtudes ofensivas. O que cuente con uno de los futbolistas más en forma del campeonato, De Frutos, al que se van a rifar el próximo verano. La vía de agua en defensa es tan grave que ni siquiera marcar tres goles y crear otras tantas ocasiones clarísimas sirve, aunque fuera, para sumar un punto. Y hundidos en la clasificación, los granotas ya necesitan sumar de tres, al menos para acabar con esta racha antes del parón, aunque sea para que en fechas de ilusión como son las navideñas el aficionado pueda aferrarse a eso.

Como contra el Betis, el ramillete de los horrores fue de lo más diverso. Y como en el Villamarín, uno en un córner que no pudo estar peor defendido. Igual que en Sevilla, el naufragio de Cornellà se gestó en la segunda parte. Ya no valen brotes verdes como podrían ser la afirmación: 'Pero esta vez el equipo no bajó los brazos'. Da igual, a estas alturas, lo importante es: 0 puntos.

A pesar de reaccionar bien al primer bofetón, de Darder, nada más empezar. El Levante remontó con los mejores minutos de Son desde que viste la elástica granota. Hizo el centro del empate y marcó el segundo, al rematar de cabeza en área pequeña, a donde no suele llegar un lateral derecho. Pero es que igual esa no es su demarcación.

Igual no, seguro, porque Son, en cuanto se le exigió en defensa, fue un desastre. Su marcaje fallido, por decir algo, facilitó el remate a De Tomás, uno de los delanteros más inspirados del campeonato. 2-2. Y en el 3-3 le ganó la tostada Puado, aunque también merecen una mención, para mal, los cuatro futbolistas del Levante que fueron al primer palo a defender a nadie.

O el 4-3, donde el rechace de Cárdenas le cayó a Puado con tiempo de sobra para fusilar. El resumen es que el Levante suda sangre para sacar el balón del área propia y tampoco tiene capacidad destructora en la medular. Y así no se va a ningún sitio.

Alessio Lisci tiene mucho trabajo por delante, pero da la sensación de que los problemas son de planificación. Con varias temporadas, tantos partidos de margen, no cabe esperar que esta plantilla gane en solidez defensiva. No se le puede discutir el compromiso ni su capacidad para mirar a la portería contraria. Son fue un puñal en ataque en la primera parte y De Frutos inició su recital con un gol que llegó más por fe al acompañar la jugada que por voluntad de rematar.

El lateral hizo el 1-2 y Morales, en una de esas cabalgadas que tantas alegrías han dado tuvo el 1-3. Pero falló y nada más volver del descanso llegó el 2-2. Tras el empate aún hubo un chispazo de alegría granota, con una contra de libro a base de fe de Roger al pelear un balón que se marchaba de banda y la cabalgada protagonizada por De Frutos. Sólo le pudo seguir el Comandante y el premio fue la asistencia para el 2-3.

Un espejismo. Se había abierto la caja de los truenos. Llegaron los errores defensivos y, de postre, el absurdo manotazo de Son que le costó la roja. Aún así, Clerc tuvo la última para el 4-4. Habría sido maquillaje para ocultar la realidad: este Levante protagoniza la peor racha de la Liga a causa de ser la defensa más endeble del campeonato. Una auténtica lacra.