Dos minutos que hurgan en la herida

El Camp Nou vio lo mejor y lo peor del Levante. Es casi imposible visitar al Barcelona y no sufrir, aunque un tramo de desbarajuste defensivo permitió que Messi y Ansu Fati hicieras diabluras de las suyas y fabricaran dos goles que dejaron el partido más que encarrilado. Pero los de Paco López son expertos en recomponerse. En reaccionar. Lejos de bajar los brazos, deleitaron con un segundo acto en el que convencieron a base de orden, carácter, calidad e identidad. Un camino que les llevó a recortar distancias en el tiempo añadido. Demasiado tarde. La cuatro derrotas consecutivas dejan el descenso a ocho puntos. Un margen que invita a la calma y la confianza.

El Levante partió con las ideas claras: presión alta, dos líneas de cuatro muy juntas y definidas y asociaciones rápidas al recuperar el esférico. Como era previsible, el Levante de Paco López iba a saltar al Camp Nou sin complejos. Sin miedos. Así llegó el primer acercamiento, merced a una internada de Miramón. La falta de comunicación entre Roger y Campaña provocó que ninguno de los dos pudiera rematar en condiciones.

El Barcelona de Quique Setién, en plena construcción, empezó a avisar al cuarto de hora de juego aprovechando las inocentes pérdidas al sacar el balón jugado. Salvo excepciones, todos los rivales se presentan en el Camp Nou sabiendo que sólo una resistencia perfecta y algo de fortuna les va a dar opciones de puntuar. Una fórmula difícil de conseguir. El Levante aguantaba las embestidas del Barça con numerosos hombres y algunas imprecisiones. Como el despeje de Melero en un córner que estuvo a punto de convertirse en gol en propia puerta. Fue el preludio de un desastre de dos minutos.

El Levante intentaba imprimir ritmo al balón en cuanto lo recuperaba y por momentos conseguía descubrir la espalda de la zaga barcelonista con pases en profundidad, pero no culminaba las jugadas. Morían antes de que Ter Stegen pudiese inquietarse. Morales no se sentía cómodo. Tampoco el centro del campo, que iba menguando paulatinamente. Rochina y Campaña intercambiaban sus posiciones, Melero no encontraba su sitio y Vukcevic se veía superado.

La magia de los atacantes del Barça iba imponiéndose. Especialmente la conexión entre Messi y Ansu Fati. El genio y el aspirante. Aitor Fernández se imaginaba que no iba a ser una noche especialmente tranquila. A la media hora de partido, ambos futbolistas desmontaron por completo el engranaje defensivo del Levante. El argentino quebró la zaga granota con un pase en profundidad y el hispano-bisauguineano ganó a Miramón en la carrera. La perla barcelonista tiene 17 años pero se desenvuelve en el campo como un veterano. Ha nacido para triunfar. Coló el balón por debajo de las piernas del portero vasco para firmar el primer gol de la noche. El VAR revisó la jugada por posible fuera de juego, pero lo dio por válido.

La historia se repitió sólo un minuto después. Messi arrastró a los defensas y Ansu Fati, quien se había descolgado de Miramón, recibió el cuero para enviarlo a las mallas. Otra vez entre las piernas de un Aitor que no protegió bien el primer palo. La habilidad de los magos barcelonistas evidenció los desajustes defensivos que arrastra el Levante.

Ansu Fati hizo de su banda una mina. El Barcelona se movía con excesiva facilidad en los tres cuartos del campo, ya que la medular granota carecía de consistencia. No se producían los apoyos necesarios y los de Quique Setién desnudaban a la retaguardia. Semedo estrellaba el esférico en el larguero tras driblar a Toño y Vezo. El Barça estaba desatado.

Al poco de arrancar el segundo tiempo, el cuadro catalán gozó de una triple oportunidad que no supo resolver. Y a partir de ahí, el Barcelona se fue apagando al mismo tiempo que el Levante despertaba. Los de Paco López, que no habían sumado ningún tiro a puerta en todo el primer acto, iban a tener ocasiones de sobra para meterse en el encuentro.

El Barcelona no tenía la frescura necesaria para sentenciar y el Levante fue creciendo y asociándose con fluidez. Campaña mandó un balón teledirigido a Roger, quien se inventó un taconazo para asistir a Morales. El Comandante cabalgó y disparó demasiado centrado. El despeje de Ter Stegen fue recogido por Rochina, cuyo disparo se marchó por encima del larguero. Paco López golpeaba el banqullo con un gesto de rabia.

Casi sin tiempo para pestañear, los granotas volvieron a perdonar. Rochina se entendió con Morales y el centro del madrileño fue rematado defectuosamente por Melero, quien unos instantes después fue sustituido por Hernani. Además, Mayoral ocupó el sitio del Comandante. Dos cambios que funcionaron.

El Levante defendía con más solvencia y contundencia que en la primera parte. Roger, incansable durante los 90 minutos, hacía daño con su movilidad y capacidad para asociarse. Se encuentra en un estado de forma sensacional. El de Torrent vio llegar a Hernani, cuyo disparo obligó a Ter Stegen a emplearse a fondo. El portugués hizo su trabajo y agitó el partido con velocidad, desequilibrio y atrevimiento. Lo intentó desde larga distancia y después fabricó una ocasión de Bardhi. El macedonio, quien había entrado en lugar de un Vukcevic que se marchó en camilla, puso a prueba al muro alemán.

Demasiado tarde llegó el premio del gol. En el tiempo de prolongación, Rochina enganchó un balón caído del cielo para sorprender a Ter Stegen. Vezo tapó la visión del guardameta y saltó para dejar pasar el esférico. El centrocampista saguntino, formado en la Masía, exhibió su talento. Incluso tuvo tiempo para buscar la gesta del empate, aunque su volea no funcionó. Los granotas demostraron casta y personalidad, pero dos minutos de fragilidad marcaron el partido.