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A lo grande. La temporada en esta categoría es muy larga y se van a producir situaciones de todo tipo, pero noches como ésta son las que de alguna forma marcan por encima de otras. No pudo tener mejor estreno Javi Calleja en el banquillo granota. Y no sólo por el resultado, que importa y mucho, sino por cómo se produjo. No es que el fútbol que empleó el Levante fuera de escándalo, pero lo que no deja lugar a dudas es el compromiso y la fe con la que se emplearon los futbolistas. No es que Calleja sea el más directo responsable de esta transformación tan espiritual que parecen haber tenido los jugadores, porque apenas ha tenido contacto con ellos, pero el nuevo entrenador es sin duda el gran beneficiado de esta jornada que deja a su equipo descansando en zona de promoción de ascenso. Si Calleja consigue aprovechar esa dedicación que pusieron sus futbolistas en Ibiza y logra pulir los matices que todavía funcionan con dudas en este el Levante, podemos estar ante uno de los momentos decisivos de la temporada. De momento, son tres las victorias consecutivas que han logrado los azulgrana, que desde que se despidió a Nafti parece que han sido bendecidos. Primero con Felipe y ahora con Calleja, el equipo empieza a carburar como toca, con muestras de una superioridad casi pasmosa. Y le da igual empezar un poco atolondrado e impreciso, dejar incluso que le metan el primer gol y hasta se permite el lujo de quedarse con diez con casi un mundo por delante (minuto 39)... para otros, este panorama es sinónimo de tragedia y con toda la razón del mundo.
Pero para el Levante parece que no. Sin Pablo Martínez, expulsado por una acción en la que el granota no midió las consecuencias, el equipo no sólo no cayó en depresión sino que dio un vuelco brutal al panorama. Primero con una genialidad de De Frutos que merece ser ampliada con detalle, y después con un remate de cabeza de Bouldini que puso la guinda a una catarsis tremendamente deseada.
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El Levante despedazó a un Ibiza con inteligencia, fútbol, fuerza y calidad. Porque, si no hay calidad, a veces el sacrificio queda sin premio. Por eso acciones como la del empate no tienen por qué sorprender en exceso. Que le pregunten a De Frutos cuántas lleva de esta índole y, sobre todo, cuántas más va a hacer esta temporada. Da gusto tener jugadores así en una categoría tan abrupta como ésta. El pase de Montiel fue bueno, espectacular, que refleja la tremenda proyección que tiene el futbolista cedido por el Rayo, pero la definición de De Frutos es para enmarcar. Con la defensa local fuera de su sitio, Montiel se la dio a la espalda del lateral. Otro futbolista posiblemente le hubiera pegado cruzada a las primeras de cambio, cuando las pulsaciones por ver que tienes la opción de marcar disparan la adrenalina a tope. Pero De Frutos no es de esos. Está llamado a volver a jugar en Primera y el Levante debe exprimirle al máximo. Su primer recorte es bueno, pero el segundo todavía es mejor, casi tanto como su golpeo. Fue algo así como decir al Ibiza, '¡eh!, que habéis marcado pero lo tenéis muy claro si creéis que vais a poder con nosotros'. Dicho y hecho.
Calleja había puesto pronto remedio al desaguisado de Pablo Martínez, la gran novedad en el once. Sacrificó a Brugué y metió a Iborra para dar más músculo, cabeza y experiencia al centro del campo. Eso, y el paso por el vestuario, contribuyó a la gran proeza. ¡Vaya Levante se vio en la segunda mitad! Un gustazo de equipo, no sólo por el generoso nivel de compromiso que tuvieron todos y cada uno de sus componentes sino porque todo lo que hicieron rozó la perfección. Se vaciaron por completo, porque de no haber sido así hubiera resultado imposible. Decía Mané, que en lo de dirigir equipos se las sabía todas y que siempre estuvo muy ligado a los levantinistas, que una expulsión no era tan determinante porque para solucionar el vacío sólo hacía falta que cada futbolista diera un 10% de su rendimiento. Así todo resuelto. Pues eso es lo que pasó en Ibiza. El Levante borró las imprecisiones y los despistes de la primera fase del encuentro, cosió las líneas y nunca dejó a nadie solo. Calleja tiró de pizarra y con el 4-4-1 fue desmontando con un trabajo tan sibilino como eficiente, hizo que el cuadro granota fuera absoluto dueño y señor de la escena. El balón fue suyo y no cayó en el error de encerrarse en su área para defender ese 1-1 que parecía jugoso.
De ahí que durante muchos instantes empezara a palparse que la cosa no iba a quedar así. Bouldini empezó a batallar arriba con todos, a bajar balones y a generar todas las dudas posibles en una defensa excesivamente permeable. Fue el momento de Montiel. Él se inventó esa gran asistencia a De Frutos y él también supo ver dónde iba a entrar con todo Bouldini para rematar esa falta lejana. Así fue. A la hora del partido, el Levante había dado la vuelta al marcador.
Y de nuevo Calleja evitó caer en el error. Lo fácil quizás hubiera sido retirar a un atacante para meter otro central. No fue así. Leyó tan bien el partido que lo que hizo fue mantener las posiciones. Retiró el campo a Bouldini y a De Frutos, los goleadores, que estaban extasiados de tanto trabajar, y puso a Soldado y a Cantero para que la cosa siguiera igual. Aquí tenéis la oportunidad de que vuelva a contar con vosotros otra vez. El partido no estaba para cabreos. Todos a una. Y así fue. El Levante resistió con una solvencia digna de aplauso y que invita al optimismo.
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