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Olvidada ya la racha de los veinte partidos invicto, tocaba borrón y cuenta nueva. Pasar página y centrarse en el objetivo del ascenso. La Segunda División es una categoría complicada. Uno de los grandes equipos de esta temporada está siendo el Albacete. Un rival duro de roer. Ya en la primera vuelta el partido fue trepidante, con un marcador final de 2-3. Había grandes expectativas en el segundo asalto entre dos equipos que, quién sabe, podrían volver a verse las caras en un hipotético play-off de ascenso.
Y vaya que si el partido cumplió con las expectativas. El espectador neutral seguro que disfrutó. En cambio, el del Levante, no tanto. El equipo de Calleja fue incapaz de imponerse a un rival que jugó medio partido con uno menos, sumando un punto que sabe a poco. Una sensación de que fue una oportunidad desaprovechada. De frustración, por ser otra vez lo mismo: la falta de acierto. Eso sí, el Ciutat de València, envuelto en el aroma fallero, se llenó hasta la bandera. Parte de ello fue gracias a la afición del Albacete. La proximidad entre ciudades permitió a cerca de 4.000 aficionados manchegos viajar hasta la capital del Turia para apoyar a su equipo.
El ambiente en el campo fue espectacular. De gran cita. Por momentos, se vivió la sensación de estar en un estadio neutral. Los blanquinegros apoyaban sin parar a su equipo, que comenzó generando las primeras ocasiones del encuentro y encerrando al Levante en su área. Cárdenas tuvo que aparecer con una genial intervención en los primeros minutos para detener un disparo desde fuera del área de Juanma.
El ritmo del encuentro, alocado y con desorden, invitaba a pensar que iba a ser un partido de muchos goles, como el de la primera vuelta. Las constantes faltas en los primeros minutos caldearon el ambiente, con ambas aficiones descontentas con las decisiones arbitrales. El Albacete volcó su ataque por la banda derecha, buscando las cosquillas a un Saracchi que cuajó una gran actuación en términos defensivos. El uruguayo ha recuperado su mejor versión y es actualmente indiscutible como lateral. Al igual que debe serlo Pubill. El nivel del canterano granota ha dado un salto exponencial, ganándole el puesto a Son.
Bouldini, que fue de los mejores jugadores del Levante en los primeros compases, estuvo envuelto en un gran duelo ante su marca: Boyomo. Las batallas aéreas hacían saltar las chispas. Fue el marroquí quien precisamente tuvo la primera ocasión clara para el Levante. Un centro apurado de Cantero en línea de fondo fue bajado con música por el ariete, que intentó una volea que se marchó rozando el palo.
Cuando el equipo de Calleja parecía haber recuperado el dominio del encuentro, llegó la desgracia. En una carrera al espacio, Pablo Martínez estiró la pierna para controlar el balón y su rodilla se quedó encajada. El grito de dolor del centrocampista madrileño se pudo escuchar perfectamente. Se había roto. No se pudo mover. Ni levantar. Las asistencias médicas acudieron para llevárselo en camilla, dejando su sitio a Joni Montiel en el campo. El Ciutat coreó su nombre para agradecerle la gran temporada que ha cuajado hasta ahora. Había sido la revelación. El mejor jugador del equipo incluso. Y probablemente, a falta de las pruebas que confirmen su dolencia, se perderá lo que resta de campeonato. El propio Calleja acudió a darle ánimos a Pablo cuando ingresaba en los vestuarios.
Tras la lesión, los ánimos se vinieron abajo. El Albacete buscaba la espalda de los defensas granotas con balones largos a Dubasin, su mejor jugador. Pero el Levante supo aguantar y terminó encontrando la acción que podía decantar la balanza. Maikel Mesa, que ya había visto una amarilla a la media hora de encuentro, llegó pasado de revoluciones a un balón dividido y pisó con los tacos a Cantero. El árbitro no dudó. Segunda cartulina y a la calle. El Albacete se quedaba con diez.
Fue con un hombre más sobre el césped cuando el Levante se encontró más cómodo. Los intentos por banda encerraban atrás al Albacete, que ya no dominaba. Pepelu colgó un maravilloso balón desde el costado derecho que encontró la cabeza de Bouldini, que rematando en plancha casi en el área pequeña, perforó la red defendida por Altube. El Ciutat explotó en júbilo con el tanto del marroquí, que dedicó el gol al recientemente fallecido Pedro Catalán mostrando una camiseta con su nombre. Desafortunadamente, la celebración se quedó en anecdótica, ya que el VAR confirmó que el delantero partía de posición antirreglamentaria y su gol fue anulado.
El partido, pese a las constantes ocasiones, se marchó al descanso tal y como comenzó. Tras la reanudación, el Albacete optó por, lógicamente, encerrarse atrás. De equipo atrevido pasó a uno conservador. Con uno menos, rascar un punto del Ciutat ya era un premio. Pero el Levante no se conformaba con sumar sólo uno. Wesley fusiló en el área tras una jugada embarullada, pero su disparo se topó con el cuerpo de Ros que desvió a córner en una ocasión clarísima.
Pese a los constantes intentos, el Levante no pudo generar más peligro sobre la portería de Altube. Una situación desesperante. La falta de precisión en los metros finales sigue siendo una asignatura pendiente. Mucho ímpetu pero poca precisión. Un punto que no sirve para aprovechar los pinchazos de Alavés y Las Palmas, que también empataron.
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