De Frutos, el terror de Segunda

Juan Carlos Valldecabres

Valencia

Lunes, 31 de octubre 2022 | Actualizado 01/11/2022 00:03h.

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El Levante quiere conseguir la cuarta victoria consecutiva y terminar la jornada en los puestos de promoción a Primera División. En frente está el Sporting, que lleva los mismos puntos que el conjunto granota, y si gana, también dormirá en puestos de play-off.

A cara descubierta y por donde más duele. Jorge de Frutos siembra el terror en Segunda. Al extremo le da igual fallar un claro remate tras un genial servicio de Campaña a los siete minutos del comienzo, no dar una a derechas durante en todo el partido y hasta parecer inapetente. En cuanto huele un poco de sangre, saca los colmillos y muerde hasta que la presa claudica. En plena oscuridad levantinista -merced a su propia inoperancia-, De Frutos le pegó un tajo de muerte al Sporting cuando el conjunto asturiano más feliz se las prometía. En un balón que parecía más propicio para centrar a ver si le da aunque sea de rebote a alguien y acaba colándose, Mariño le ofreció tímidamente la yugular y el segoviano no lo dudó ni un instante.

De susto nada, estocada sin avisar. Muerte súbita y a seguir la fiesta. El Ciutat está de enhorabuena y es momento para celebrarlo por todo lo alto. Cuatro victorias consecutivas han hecho que el estreno en casa de Calleja venga acompañado de un lugar de privilegio en esta categoría tan guerrera. Por primera vez esta temporada, el Levante pisa moqueta. Le falta todavía un empujoncito que tape sus carencias, pero al menos ya se ha colado en los puestos de promoción como cuarto clasificado, situación inmejorable para tratar de sumar la quinta víctima este jueves con otro reto de su misma estatura: el Granada. Todo llegará.

Esta categoría, tan rácana en fútbol como en goles, da para noches como la de este lunes, que pinta regular desde principio y que se solventa con una puñalada traicionera de un personaje que está para mayores empresas. De Frutos es un lujo para un Levante que todavía ofrece algunos desajustes en su guion pero que tiene ramalazos que le salvan de situaciones que pueden resultar comprometidas.

Lo que antes, con Nafti, era sinónimo de desesperación, ahora acaba resolviéndose de una manera u otra pero para bien. La anterior jornada se remontó jugando con diez y anoche, contra un Sporting bien situado y con un encomiable espíritu de sacrificio colectivo, el Levante se estrelló una y otra vez víctima de sus propios errores. No se puede jugar con el freno de mano puesto y Calleja, por muy novel que sea en Segunda, sabe que así se corre el riesgo de tropezar. Es un concepto, el de la velocidad, que el Levante parece olvidar en lo que va de campeonato. Entre eso y que Iborra y Pepelu confundieron sus roles jugando demasiadas veces juntos y con pases de un par de metros, es complicado pillar a los rivales descolocados. Ni la presencia sorprendente de Campaña alivió esta trampa en la que el Levante cae con demasiada facilidad. Al andaluz le sobraron ganas y le faltó criterio y físico. Solo un destello en 45 minutos que pudo ser gol de no haber cruzado demasiado De Frutos el lanzamiento pero ahí se apagó el mejor centrocampista del Levante y, posiblemente, de Segunda. El equipo necesita a Campaña y éste al colectivo. Es una dependencia mutua. Cuando esta carencia se resuelva, la cosa funcionará mejor.

Más allá de este capítulo, al equipo le vendría bien también resolver el papel de sus laterales. A Franquesa, hasta que tuvo que pedir el cambio, le vino demasiado grande el uno contra uno y a Son se le echó en falta algo más de asistencia a De Frutos. Montiel, esta vez, actuó como enganche y anduvo más perdido que otra cosa. Nada que ver con el Montiel de la jornada anterior que fue poco menos que el líder del equipo. Esos apuntes dan muestra de la tremenda dificultad que hubo en el primer tiempo para maniobrar. El Sporting no sólo no dejaba espacios sino que estaba mejor situado para las segundas jugadas y con ideas más claras de qué debían hacer en cada momento.

Se creyó, eso sí, que al descanso el panorama podía mejorar. Algo más decididos salieron los levantinistas. Pero ahí quedo la coas. En una mera muestras de intenciones. Ni Pepelu con una buena internada ni Bouldini después con un cabezazo tras el saque de esquina pudieron dejar en evidencia a Mariño. Calleja tiró de banquillo. Salió un silbado Soldado -se puso por detrás de Bouldini- y el juego fue algo más vivo, quizás por la falta de frescura ya de unos y otros que permitió descoser las costuras iniciales. Y ahí, cuando hay un tuya-mía, el Levante siempre tiene las de ganar. Primero porque tiene más fondo de armario que nadie y segundo porque es capaz de convertir en genialidades las acciones más rutinarias que pueda uno imaginar. Que le pregunten a De Frutos, que levantó la mirada para engañar a todos e inventarse el segundo gol en su cuenta particular para convertir un lunes de Hallowen en la mejor de las alegrías.