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El Levante necesitaba una alegría. Anoche no pasó del empate, pero el desarrollo del partido sirvió para recordar el potencial de este equipo. Javier Pereira, quien afrontaba su tercer encuentro en el banquillo granota, sorprendió al Atlético de Madrid con unas tablas de las que disfrutó el Ciutat. El segundo gol de Bardhi, sobre la bocina, se celebró por todo lo alto. El conjunto azulgrana sigue sin conocer la victoria en lo que va de Liga y pagó caro, una vez más, sus descuidos defensivos. Sin embargo, el equipo creció con el paso de los minutos, ganó entereza y sacó su calidad. Un paso adelante.
Los cinco goles encajados en el Pizjuán escocieron, y mucho, a un Pereira que llegó a Orriols con la misión de hacer del Levante un equipo más compacto. Más solido. De ahí que anoche tocara otra tecla con ese propósito. El entrenador pacense optó por implantar una defensa de tres centrales y dos carrileros, una alternativa por la que había apostado en varias ocasiones Paco López. Además, la plaga de lesiones obligó al extremeño a transformar el centro del campo. Con Melero y Radoja recién llegados a la enfermería, el prometedor Pepelu entró en el once inicial para disfrutar de sus primeros minutos desde que se produjo el relevo en el banquillo. Además, Bardhi y Malsa estrenaron titularidad. Un trivote con la intención de neutralizar el poderío físico del Atlético.
En cualquier caso, el Atlético se asentó en territorio granota a las primeras de cambio. Simeone cuenta con hombres de inmenso talento como Joao Félix. El joven luso, llamado a ser uno de los mejores futbolistas del mundo, puso a prueba a Aitor a los cinco minutos de juego. Lo hizo con un cañonazo. El arquero se estiró para atajar el esférico con una mano.
El Levante, replegado, trataba de mantener la consistencia. De tapar espacios y buscar ataques rápidos. Duarte y Malsa se mostraban contundentes. Eso sí, los intentos de contragolpe resultaban tímidos, ya que los granotas cruzaban el centro del campo sin apenas recursos. El Atlético insistía y no tardó en obtener la recompensa. A los 12 minutos, Griezmann adelantó a los rojiblancos para hurgar en la herida granota.
El Atlético, que no había marcado ningún gol a balón parado en Liga, se resarció en el Ciutat de València. El Levante cuenta con un serio problema a la hora de defender en el juego aéreo. «Tenemos un déficit de centímetros. Trabajamos con todos los medios a nuestro alcance. Nos cuesta encontrar jugadores altos para neutralizar al contrario. Tenemos que ser fuertes y limitar al contrario», advertía Pereira antes del encuentro. Sin embargo, al margen de la altura, existen desde hace temporadas preocupantes descuidos.
El córner lanzado por el Atlético fue rechazado defectuosamente, luego hubo un rechace y, finalmente, Griezmann, quien mide 176 centímetros, rompió la vigilancia de Son y sorprendió a Duarte para cabecear el esférico al interior de las mallas. Una asignatura pendiente en el Levante.
Los azulgrana reaccionaron de forma esperanzadora, dando un paso adelante y poniendo en aprietos a la zaga del Atlético. Bardhi comenzó a aparecer. Y el macedonio, con su clase, es capaz de cambiar la cara del equipo. Pereira le encomendó la tarea de organizar el juego. El primer acercamiento con algo de peligro surgió de una jugada de tiralíneas en la que Morales, cada vez más incisivo, no llegó al remate por milímetros.
El Levante fue ganando peso en el encuentro. Apretando. Duarte lo intentó con un zurdazo demasiado centrado y Róber Pier se sacaba de la chistera un remate con la espuela. Ambas acciones, a balón parado. Curiosamente, en ataque, los granotas sí estaban imponiéndose en este tipo de jugadas. Y de esa forma llegó el empate. Luis Suárez cometió penalti sobre Vezo y Bardhi se encargó de transformarlo en gol. El macedonio fusiló a Oblak.
Tras el descanso, el Levante mantuvo la línea creciente con la que había terminado el primer acto. Los azulgrana reducían al Atlético y se movían con iniciativa, dando fluidez al juego. Encontraban pasillos interiores. El trivote funcionaba. Pepelu acaparaba buena parte del terreno de juego, mientras que Malsa se hacía fuerte. Precisamente, justo después de marcharse el francés con problemas musculares, los de Simeone detectaron un vacío entre líneas para fijar el 1-2. De Paul filtró un pase y Cunha, libre de marca, no perdonó.
Era el minuto 76. Y el Levante no se iba a desvanecer. Al revés. Siguió creyendo. Y ya en la recta final, el árbitro consultó el VAR para señalar una nueva pena máxima a favor de los granotas. Lodi había desviado el balón con las manos al incomodar a De Frutos en el remate. Bardhi, nuevamente, dejó helado a Oblak a la hora de ejecutar la pena máxima. Ya en el tiempo añadido, Róber acarició la remontada con un testarazo en un saque de esquina. Los granotas recuperan la ilusión.
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