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Sin pegada. Herrera desvía con la manopla un cabezazo de Roger Martí. efe

El Levante de Lisci sigue en el mismo bucle

La falta de gol vuelve a condenar a un equipo que lleva 24 partidos sin ganar en Liga e iguala la racha del Sporting de 1998

Domingo, 5 de diciembre 2021

Ni Paco López, ni Javier Pereira, ni Alessio Lisci. El problema del Levante no estaba, o está, en el banquillo. Es de fútbol, de confección de plantilla. Los ocho últimos partidos de la pasada temporada fueron un 'spoiler' que nadie supo leer en su momento pero que se ha convertido en un bucle que, lamentablemente, aún no tiene fin.

El empate de este domingo ante Osasuna, con el mismo guión que la noche de la lluvia contra el Athletic de querer mucho y no poder nada, deja a los granotas en una foto histórica de esas que a nadie le gusta salir, igualar los 24 partidos sin ganar del Sporting sumando el último partido de la temporada 96-97 y los 23 primeros de la 97-98. El próximo sábado, en Cornellà ante el Espanyol, el Levante deberá ganar si no quiere batir una marca que durante más de dos décadas parecía condenada a la eternidad. Mejor no mirar cómo acabó aquel Sporting. La racha granota, donde no se gana un partido liguero desde el 10 de abril, el balance es de 0-11-13. Un drama en forma de bucle que el Levante de Lisci no logró tumbar. Ni siquiera se pudo apelar al mantra de victoria segura a entrenador nuevo... porque eso pasó en la cita copera en Melilla. Guardar alguno de los ocho goles tampoco hubiera estado mal.

Es cierto que si hay un equipo que ayer mereció ganar en el Ciutat, un copia y pega de lo ocurrido ante el Athletic de Marcelino, fueron los granotas. Eso es cierto. Un consuelo que vale la primera vez que ocurre pero que se convierte en estéril si no lo es. Roger, de cabeza con paradón de Herrera, y De Frutos, con un tiro cruzado que chocó en el palo izquierdo, pudieron abrir la lata en el minuto 39. Ahí murió la primera parte... y casi el partido. Se puede aceptar un cabezazo de Mustafi y un tiro cruzado de Morales como ocasiones de gol... pero el segundo tiempo fue otra demostración de impotencia.

Si algo puede salvar al Levante de la quema, la salvación ya asuma a seis puntos y la marca el Alavés con un partido menos, es el vestuario. A falta de saber si Lisci se sentará en Cornellà o lo hará un cuarto entrenador granota esta temporada, sus jugadores dieron ayer la cara por el italiano. En una situación tan delicada se puede optar por ponerse de perfil. Clerc, aún sobre el césped, hizo lo contrario en el micro de Movistar cuando se refirió a Lisci: «El equipo está muy unido con él y con el cuerpo técnico que ya conocíamos. Son gente de casa y que están cercanos en Buñol. Nos transmiten esa familiaridad que es tan importante en un club como el Levante. Hemos ido a muerte con sus ideas y si sigue continuaremos porque han hecho un buen trabajo». Señas de identidad... o señales para el presidente Quico Catalán, que con la dirección deportiva fulminada será el que tome la decisión. La más importante a corto plazo.

En el corazón del Ciutat se repitieron los mensajes de que el vestuario no se va a hundir y que van a lograr salvar al equipo. Como declaración de intenciones está bien. Para lograrlo, deberán enchufarse demasiadas bombillas apagadas. Campaña volvió a demostrar que es una sombra del jugador que deslumbró en la primera parte del pasado curso. De aquel jugador que vistió la elástica de España no queda a día de hoy, lamentablemente, nada. Urge recuperarlo. También a Morales. Y a Roger. Con Bardhi, ayer suplente, funcionando a destellos ya van cuatro de la columna vertebral del último Levante que emocionó a su gente. Si a todo ello se suma el Soldado con la pólvora más mojada de los últimos años... se pueden traer diez entrenadores pero el equipo se seguirá golpeando contra la pared. En bucle.

El Levante saltó al partido con ganas, en esa mecedora anímica que siempre da un recibimiento con calor por parte de tu gente cuando llegas subido a un autobús a un partido con urgencias. Lo malo es que esa adrenalina duró diez minutos y sólo dio para forzar un par de saques de esquina. Poco más. A partir de ahí, con Campaña desaparecido, se intentó el juego directo sobre la cal derecha, donde De Frutos se desfondó. En una de esas embestidas llegó la gran ocasión de la tarde. Con Campaña, ahora sí, asistiendo a Roger se forzó un saque de esquina donde el propio Roger quiso atravesar los guantes de Herrera con un cabezazo y, en la misma jugada, De Frutos hizo temblar el palo izquierdo de la portería de Osasuna. Pero el balón no entró. Una vez más. Hasta la suerte le hace quiebros a los valencianos cada día de partido.

El gran problema ayer fue que, en ese instante, el equipo de Lisci ya había mostrado todo el arsenal de peligro que podía desplegar. El Osasuna de Arrasate, al que el puntito lejos del hogar le valía para seguir mirando con cercanía a los puestos europeos, apretó filas tras el paso por vestuarios para convertir la segunda parte en un frontón del que el Levante no consiguió sacar nada de provecho. Ni los cambios, con la entrada de Soldado y Bardhi por Roger y un gris Pepelu, lograron sacar al equipo de un bucle. De una peligrosa deriva.

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