![Melero, presionado por dos jugadores del Huesca.](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202208/12/media/cortadas/1450463334-U30640099767ILG-U170968232556TCB-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Media tarde en la redacción. «Moli, ¿en qué jornada sube el Levante?». «En febrero o así». Hablo con mi amigo José Molins, que durante varias temporadas fue la voz y la letra de la información granota en esta casa. Charlamos medio de broma y medio víctimas de la ilusión que, aunque se niegue, genera en una redacción el inicio de una nueva temporada. Mientras tanto me releo la sección 'El túnel del tiempo' de Paco Lloret, en la que habla del ascenso del Valencia en 1987. Y me acuerdo de cómo volvió el Levante de Muñiz a Primera 30 años más tarde. Alegrías con diferentes colores pero con el denominador común de llegar en temporadas redondas. Gestas pasadas que han contribuido a mal acostumbrarnos.
Y no, por mucho que bromeemos, lo deseemos y hasta lo creamos, un ascenso no tiene nada de sencillo. Porque el fútbol de carne y hueso no tiene mucho que ver con el de los videojuegos, aunque los desarrolladores consiguen que por estética ambos escenarios se asemejen cada vez más. Pero no, más allá del olor a césped que aún no se ha logrado replicar -denles tiempo-, la vida y, por tanto, el deporte real no están condicionados al 100% por los códigos binarios.
«¡Es que tienes equipo para subir de calle!», afirmaba Molins. Lo comparto. Cuando juegas al FIFA, si tus futbolistas tienen un setenta y algo de media -caso de los del Levante- y le sacas veinte puntos al rival, ganas. Al menos, casi siempre. Pero cuando los partidos se disputan en Orriols, la cosa cambia.
Por Marcelo Saracchi, el Leipzig pagó 12 millones de euros al River Plate en 2018. Eléctrico, con velocidad, calidad y llegada, estaba llamado a convertirse en un lateral importante en el fútbol europeo. El real, en el que a veces las rodillas hacen 'crack' y te rompen una carrera deportiva. Que se lo digan a tantos que no han tenido la suerte de volver como el uruguayo. Estos días leía una entrevista a Iván López. ¡Qué bueno era y qué futbolista de la casa se le quebró al Levante!
Saracchi no es factoría de Buñol, pero sí se entrena todos los días enfrente de la cementera con la ilusión de reactivar su carrera. Es el típico jugador suramericano, canchero, que se gana el cariño de la grada. Si todo le va bien, el ascenso será más fácil. Pero no. A la media hora, pinchazo y al banquillo con caras largas, de lógica preocupación.
Por Wesley Moraes el Aston Vila le pagó al Brujas 25 millones en 2019. La broma costó más del doble que Saracchi. Pero broma, ninguna, porque el delantero brasileño, que iba para estrella de la Premier, se ha partido dos veces la rodilla. Desesperado, el futbolista y el club inglés han llegado a un acuerdo: salir cedido para tratar de recuperar, uno las sensaciones y el otro la inversión.
Levante UD
Cárdenas, Son, Róber Pier (Montiel, 66'), Postigo, Álex Muñoz, Saracchi (Franquesa, 44'), Melero (Pablo Martínez, 77'), Iborra, Pepelu, Brugué (Cantero, 66') y Wesley (Soldado, 77').
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SD Huesca
Andrés, Ratiu, Anglada, Pulido, Miguel (Monzó, 91'), Soko (Joaquín, 61'), Tomeo (Valentín, 76'), Timor, Mateu (Kento, 76'), Kanté (Juan Carlos, 61') y Escriche.
ÁRBITRO González Esteban (Comité Vasco). Amonestó a Saracchi, Róber Pier, Campaña, Timor y Pepelu. Expulsó con roja directa a Brugué.
INCIDENCIAS 12.677 espectadores en el Ciutat de València.
Wesley tiene planta y manejo de balón. La teoría dice que debe ir sobrado en Segunda. Si esto fuera el FIFA, seguro. Pero aquí, en el fútbol real, hay centrales experimentados que te pellizcan en el caos cada córner, minándote la concentración. Y siempre, aunque pienses que no, está la maldita rodilla en el subconsciente. A la mínima molestia, ante un pequeño latigazo, se encienden todas las alarmas. Wesley, los médicos, la grada, y seguro que hasta desde Inglaterra, se contuvo la respiración algunos instantes. Aunque no fuera nada, mentalmente el partido se acabó en ese momento para el delantero.
Eso tampoco ocurre cuando se juega a fútbol sentado en el sofá y manejando un mando. Mehdi Nafti lo sabe y por eso insiste desde el primer día en lo de la intensidad como mínimo exigible. El tunecino se esfuerza en cambiar cosas con respecto al pasado. Algunas sencillas, visibles y anecdóticas, como trasladar el banquillo local a la derecha, mirando desde la tribuna. Otras simplemente no tienen solución, como que Campaña sea más protagonista por hablar que con el balón en los pies. Él vio tarjeta, pero Brugui acabó expulsado cuando ya había sido cambiado.
Nafti trabaja los intangibles, pero deberá luchar contra los tangibles. Por ejemplo, esa roja que le obligará ya a modificar su once en la segunda jornada. Y condimentar la intensidad y el buen manejo de balón que por momentos muestra el Levante con una mayor presencia en el área contraria. Son sigue siendo Son: corre, lucha, tiene llegada, pero le cuesta ponerla bien. Saracchi ya veremos, pero Franquesa... pues peor que Son.
Y luego hay que tener en cuenta al rival, porque recuerden, bajo la portería contraria no hay un espantapájaros ahí colocado para la foto. Te llega un Andrés Fernández y te hace un partidazo, sacando las dos mejores ocasiones... o un Escriche y te remata al larguero, metiéndote el miedo en el cuerpo justo antes del intermedio... Fútbol real y no el de videojuego, donde si me apuras puedes darle al 'reset' bajo la excusa bana de '¡es que la máquina me quería j...!'.
La gran realidad es la de este Levante. La del club cuyos aficionados se pasaron la tarde del jueves y medio viernes actualizando la página de la Liga y celebrando como goles cada jugador inscrito. La de una entidad que se creyó afianzada en Primera, hibernó y se ha visto sumergida en el barro de Segunda. Y en el fango que plantean equipos como el Huesca, puedes quedarte encallado. De momento han volado dos puntos. Puede ser hasta bueno y valer como aviso. Al Eibar, por ejemplo, nadie le encendió la alarma a tiempo y se llevó el batacazo al final. Esto acaba de empezar. Olviden lo de 2017. No va a ser tan fácil como entonces.
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