![Radoja, peleando un balón con el Papu Gómez](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202204/21/media/cortadas/1447089686-U120314235730FVE-U1601730599083nPC-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Morales consolado primero por Melero y después por todos sus compañeros, incluso por algunos de los rivales. La imagen resumía el partido y la temporada de un Levante que no es de Segunda, salvo cuando juega en área propia. Atrás comete errores impropios de la élite, que le lastran desde agosto y que ahora convierten el milagro en casi un imposible. El Comandante falló un penalti, uno más que se desaprovecha en esta tortuosa temporada, que en ese momento habría restablecido el empate. El equipo promete pelear hasta que las matemáticas le condenen.
Lo próximo es el derbi en Mestalla, ante un Valencia que llegará con la resaca de la final. Pero da igual. El rival del Levante es su propia defensa y, a estas alturas, sólo cabe esperar que cuando el rival dispare tenga la pólvora mojada. El equipo de Alessio Lisci maneja bien el balón y tiene peligro en área contraria, pero también se lo crean con muy poco. Cualquier centro lateral genera el tembleque en la zaga granota. De eso se aprovechó el Tecatito para llevar en ventaja al Sevilla al descanso. Entre el primer y el segundo tanto del mexicano, Morales transformó un penalti que Díaz de Mera tuvo que revisar en la pantalla después de que le avisaran desde la sala VOR.
Con mucho corazón, pero también con cabeza, con la batuta de Pepelu y el bisturí de Morales, el Levante fue mejor en la segunda parte. Dio velocidad al balón y generó ocasiones, como la de Melero que sacó Bono con el pie, rectificando, ya que había dado un paso a la espera de un centro. Luego llegó la segunda pena máxima por un agarrón infantil de Acuña a Radoja. Al contrario que el día del Barça, el Comandante sí volvió a coger el balón, pero el resultado fue el mismo: fallo, esta vez al lanzar fuera, tratando de ajustar al palo del Sevilla.
El Levante iniciaba así sus peores minutos de la segunda parte. Los que le condenaron. Cárdenas sostuvo al equipo con un paradón, pero nada pudo hacer con el testarazo de Koundé a la salida de un córner. Como en los dos primeros goles, el futbolista del Sevilla remató totalmente libre de marca dentro del área granota. Un horror que se repite casi cada partido.
El Ciutat se sintió de Segunda, pero el Levante no. En este via crucis de casi diez meses nadie podrá acusar a este equipo de rendirse. Demostró pundonor y, con el partido roto y el Sevilla a punto de dar la puntilla, se revolvió. Sacó una contra en la que Morales asistió a Soldado para que quienes enfilaban los vomitorios camino de casa se dieran la vuelta. Orriols recobró la vida. En la siguiente, un mal despeje de Bono golpeó en el delantero. Pudo ser el 3-3. Con otra dinámica esas entran. Pero este Levante vive sumido en la ley de Murphy y si algo le puede salir mal, ya saben.
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