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El Levante es imprevisible. Después de la dura derrota sufrida en Pamplona, que les dejaba abocados al descenso a Segunda División, los de Alessio Lisci se rebelaron este sábado imponiéndose al Villarreal contra todo pronóstico. Un estelar José Luis Morales lideró un triunfo cocinado a fuego lento. Con esta victoria, la cuarta en lo que va de Liga, el conjunto granota deja de ser colista 17 jornadas después. Acabará esta semana penúltimo con los mismos puntos que el Alavés. La distancia con la zona de salvación, que ahora es de cinco puntos, dependerá de los resultados que obtengan este domingo el Granada y el Cádiz. «Tenemos que seguir haciendo partidos como este. Es la única manera de poner nerviosos a los que están por arriba. Si demostramos el corazón y el coraje junto a nuestra gente, podemos por lo menos pelearlo y no dejarnos ir y pasar estos dos meses peleando hasta el último minuto para conseguir la permanencia», afirmó el Comandante. Se aferra al milagro.
Alessio dio un giro al once inicial con la entrada de Postigo y Radoja, quienes no jugaban desde hacía dos meses. El encuentro arrancó con dinamismo y espacios. Aunque el Villarreal comenzó llegando con más claridad al área rival y Gerard Moreno avisando de su exquisita calidad. El catalán marca la diferencia en cuanto entra en contacto con el balón. Sin embargo, este sábado la zaga granota le iba a atar en corto.
Pese a la desoladora situación en la clasificación, el Levante afrontó el duelo con entereza. Con ganas de dar la cara en casa y redimirse. Roger se mostraba intensísimo en el inicio de la presión. El Levante trataba de recuperar el cuero en zonas comprometidas para construir ofensivas rápidas.
El Levante estaba cada vez más cómodo sobre el césped. Sin sufrir especialmente. Y pasado el cuarto de hora, tras una excelente asociación con Pepelu y Melero, Miramón centró con serio peligro. Franquesa falló en el remate y Morales, quien recogió el rechace, tuvo el gol en sus botas. El esférico se marchó demasiado alto. El Comandante aportaba mordiente y movilidad.
Róber Pier, muy serio, estuvo providencial para anticiparse a Danjuma cuando el neerlandés estaba listo para fusilar en el corazón del área. Y Martín Cáceres se hacía notar por el costado izquierdo de la defensa con sus conducciones. El central uruguayo subía el cuero con determinación.
El Levante tenía buenas sensaciones y manejaba el esférico con paciencia, haciendo daño cada vez que hallaba el camino del contragolpe. Miramón desplegaba su profundidad por la banda derecha y ponía en aprietos a Pedraza.
Justo antes del descanso, Cáceres se quedó tendido sobre el césped. En un cambio de ritmo, se dolió de los isquiotibiales de la pierna izquierda. No pudo continuar en la segunda parte, siendo relevado por Vezo. Además, Son sustituyó a un Franquesa atascado en ataque. El sevillano perdió este sábado la titularidad como lateral izquierdo a pierna cambiada.
El segundo acto comenzó con alternativas, aunque el Villarreal iba creciendo sobre el césped. Cárdenas se lucía para evitar que Yeremy abriera la lata. Para reconducir la situación, Alessio apostó por Campaña en lugar de Melero, quien estaba espeso e impreciso.
Son intentó sorprender a Rulli con un disparo bombeado. Sin embargo, el Villareal había pasado a llevar el peso del partido. Foyth metió el miedo en el cuerpo con un misil que se estrelló en el palo.
Entonces el Levante saboreó la contundencia que tanto le ha faltado este curso. Postigo realizó un despeje de 70 metros que fue cazado por Roger. El de Torrent se hizo gigante entre dos torres como Albiol y Pau, ganó la posición en la frontal del área y se inventó un taconazo para asistir a un Morales que llegaba en carrera. El Comandante, solo ante Rulli, no perdonó.
Alessio dosificó a Postigo y dio el último cuarto de hora a Mustafi. El alemán reaparecía tres meses y medio después de pasar por quirófano. El Villarreal apretaba en busca del empate, aunque Cárdenas estaba atentísimo. Y en el tiempo añadido, en el 91, Morales redondeó su actuación con el tanto de la sentencia. Pepelu sacudió el balón en un córner a favor del Villarreal, Estupiñán falló en el centro del campo y el Comandante entró en acción. Cabalgó y, con una bicicleta y un dribling, superó a Rulli para firmar el 2-0. La grada acabó cantando «¡Sí se puede!». El margen de error está agotado.
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