La ilusión se hace añicos en el Levante UD

El Ciutat de València tenía ganas de dar rienda suelta a la esperanza. De ahí que los 17.240 espectadores representaran la mayor asistencia de toda la temporada. La apasionante victoria de la semana pasada ante el Zaragoza, sumada a la promoción de entradas lanzada por el club, llenó de color el estadio. Parecía imposible que la noche terminara mal. Pero sí. La decepción esperaba agazapada. Los granotas demostraron su superioridad durante buena parte del encuentro, pero no supieron reflejarlo en el marcador. El golazo de Pablo Martínez a falta de media hora para el final supuso una alegría efímera. Tres minutos después, el Amorebieta empató. Y ya sobre la bocina, el drama.

La derrota refrenda las dificultades del Levante para alzar el vuelo. Desde mediados de octubre, no encadena dos victorias ligueras. Y así, resulta prácticamente imposible soñar con el ascenso a Primera División. Las dos jornadas consecutivas en Orriols se presentaban como una oportunidad de oro para dar un golpe de autoridad y volver a meterse de lleno en la pelea. Sin embargo, el Amorebieta, que hace cuatro jornadas era colista de Segunda División, confirmó su reacción y dejó en evidencia a los azulgrana.

El Levante sabía que estas dos citas en Orriols eran clave para volver a proclamarse como uno de los grandes candidatos al ascenso. El tren ha pasado de largo. Los granotas se fueron a la cama a tres puntos de la promoción de ascenso a la espera de los resultados que obtengan este domingo el Oviedo, el Elche y el Racing de Santander. Precisamente, los azulgrana visitan el próximo sábado al cuadro cántabro. Un durísimo examen.

Desde que se cayó de los puestos de play off en la jornada 24, el Levante no ha vuelto a pisarlos. Una victoria ante el Amorebieta había permitido dar un paso de gigante hacia esa zona de privilegio. Pero el guión previsto que desvaneció. La grada del Ciutat se quedó helada. El equipo arrancó con fuerza y, en los momentos de mayor espesor, apenas sufrió a nivel defensivo. Pero se mostró incapaz de sujetar la ventaja.

El Levante de Miñambres está teniendo varios nombres propios. Pero uno de los principales es Roger Brugué. O Brugui. Desde que el director deportivo astorgano bajó al vestuario para tomar las riendas del equipo tras la destitución de Javier Calleja, el juego ofensivo comenzó a girar alrededor del catalán. El futbolista, quien fue uno de los puntales de la temporada pasada hasta que cayó lesionado, vuelve a sentirse determinante. Desequilibra por las bandas, hace daño con las diagonales, rompe líneas, busca el gol... Este sábado actuó como extremo derecho e izquierdo y, ya en el tramo final, de delantero.

Desde que Miñambres se hizo cargo del equipo, Brugui ha disputado todos los encuentros como titular excepto el duelo ante el Andorra. Con Calleja, no jugaba de inicio en Liga desde el 4 de noviembre, cuando precisamente vio la roja directa contra el Mirandés.

Miñambres no repitió once titular por tercera jornada consecutiva. Apostó por Dani Gómez en ataque y el damnificado fue Sergio Lozano. Incluso cambió el dibujo. Renunció a los tres centrales y se decantó por un 4-4-2 con Róber Ibáñez y Brugui por las bandas.

Róber Ibáñez, quien ante el Valladolid disfrutó de su primera titularidad en Liga este curso, ha convencido a Miñambres. Este sábado arrancó con chispa, aunque se fue apagando en el segundo acto. Cabe recordar que su contrato expira el 30 de junio pero el club se guardó la opción de ampliarlo hasta 2025. El director deportivo deberá decidir si apuesta o no por su renovación.

El partido comenzó con una triple ocasión. Todo empezó con el hombre de moda en el Levante: Dela. El madrileño, central con alma de delantero, trató de reproducir el golazo que dio la victoria ante el Zaragoza. Esta vez, el esférico se estrelló en la escuadra y Dani Gómez y Fabrício se toparon con Magunagoitia en sendos rechaces.

El Amorebieta trató de reaccionar y Andrés Fernández salvó al Levante con una espectacular estirada tras un disparo a quemarropa de Jauregi. Pero el Levante tenía el control y amenazaba al rival con muchísimos hombres. Andrés García y Álex Muñoz desplegaban su recorrido para ejercer, por momentos, como carrileros, permitiendo que Róber y Brugui ocupasen espacios interiores. Unos movimientos que propiciaban asociaciones cargadas de peligro.

Tras el paso por vestuario, el Levante seguía sin encontrar la fluidez de la primera media hora de partido. Así, en el minuto 61, Carlos Álvarez entró en lugar de Róber para ganar criterio en la medular. Y justo después, Pablo Martínez provocó el delirio de la grada con un zurdazo desde la frontal.

Poco duró la alegría. Apenas tres minutos después, Jauregi se liberó de la presión de Dela para enviar al fondo de las mallas un centro. El Levante se volcó y Miñambres metió en el campo a Valle, Lozano y Bouldini. Algobia se marchaba con problemas físicos.

Sobre la bocina, con el Levante volcado en busca del triunfo, Unzueta sacó los colores a Maras y batió con facilidad a Andrés Fernández. Un varapalo que enfría aún más el objetivo del ascenso.