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Empezó mejor de lo que acabó, pero qué falta hacía una victoria en casa más. Con una primera parte así, en la que todo sale ... de cara, es mucho más fácil. Sin necesidad de comerse la cabeza con el arbitraje o lamentándose de ocasiones fallidas. Pero la imagen que mostró el Levante tras el descanso dejó mucho que desear. Se sufrió en exceso cuando no se debía. Parecía que el Levante era el que estaba con diez. Terminó replegado, con ventaja, con uno más y en casa ante un rival inferior. Algo que con el paso de las semanas pasará al olvido. Porque lo importante son los tres puntos, que se quedaron en Orriols.
Levante UD
2
-
1
SD Huesca
Ni un minuto duró el 0-0 inicial, cuando Algobia fusiló la red oscense para abrir la lata en un gol de esos de mediocentro llegador. Suyo fue el mérito, pero los aplausos de la grada se los llevó constantemente durante todo el encuentro Fabricio. El ariete brasileño es la sensación del levantinismo. Ya en las introducciones del speaker es el que se lleva más vítores. Y cada vez que la toca, pasan cosas. Es el único diferente en el equipo. Capaz de coger el balón, medirse ante su defensor, tirársela larga y a correr. Encarar, encarar y volver a encarar. Y casi siempre, sacando petróleo. De una jugada así salió su pase atrás, que tras el leve desvío de Pulido, llegó a los pies de Algobia. No le contará como asistencia, pero para todos lo fue.
Una primera parte contundente, posiblemente la mejor de la temporada, fue suficiente para tumbar al Huesca, que sigue sufriendo en los puestos de descenso. Se empañó un poco la imagen del Levante en el segundo período, pero lo importante es que los tres puntos se quedaron en casa y no volvió a haber debacle. Por si no lo sabían, el Levante iría primero en una hipotética clasificación en la que solo se tienen en cuenta los resultados tras los primeros 45 minutos. Es el talón de aquiles de los de Calleja. Aguantar los resultados y no dejarse ir. Pero poco a poco, se va mejorando y aprovechando los pinchazos de los rivales, el equipo se acerca a los puestos de playoff, igualado con Eibar y Ferrol.
Y miren, Carlos Álvarez juega para los que saben de fútbol. Hay que iniciar, por cierto, una campaña para bautizarle futbolísticamente como Carlitos. Ese jovenzuelo con peinado y estilismo de señorito de cortijo andaluz, que no alcanza el metro setenta de estatura y que derrocha calidad a cada toque de balón, es una de las sensaciones del Levante. Quizá no figure en esas clasificaciones de mejores jugadores porque no lleva cifras altas de goles o asistencias, pero es que cada minuto que juega, deja algún detalle. Y tiene sólo 20 años. Menudo acierto de Felipe Miñambres, que lo sacó de un filial del Sevilla que ya se le quedaba muy pequeño. El segundo gol, mejor dicho golazo, sale única y exclusivamente de sus botas y su cabecita. A quién se le iba a ocurrir pegar tal zapatazo directo a la escuadra antes del descanso.
Todo se puso de cara además con la expulsión por roja directa de Kento. Valle le robó la bola, y el japonés, en el choque, clavó los tacos en el gemelo del granota. El árbitro lo vio claro y no se lo pensó, para sorpresa de muchos, que quizá hubieran sentenciado la disputa con una amarilla. Pero para una vez que el viento sopla a favor, no se iba a quejar el levantinismo. Además, el Huesca perdía a Gerard por lesión. Tuvo su gol Dani Gómez, pero fue anulado por un fuera de juego claro. Adivinen de quién había sido el pase al hueco. Sí, de Carlitos. El protagonista de la tarde.
Todo iba camino hacia una tarde plácida de domingo, la primera de la temporada por cierto, pero rápidamente se torció. No podía salir todo perfecto. Para ser del Levante hay que saber sufrir. En el paso por los vestuarios, el equipo granota se confió. 2-0 y con uno más, salieron adormecidos. Si ya en el pitido inicial el gol llegó a los cuarenta segundos, el Huesca encontró un penalti a los veinte tras la reanudación. Capa estuvo lento en su primer partido de vuelta tras la lesión. Trabó a Vallejo, que acababa de entrar de revulsivo, y el colegiado no dudó. Pena máxima, que transformó Obeng con un potente disparo centrado. Andrés, que ya detuvo un penalti ante el Valladolid, no pudo repetir. Se venció a un lado, y su intento de despejar con el pie se quedó corto.
El Huesca recortaba distancias y ponía el miedo en el cuerpo, pero pese a la evidente caraja con la que salió el equipo a la segunda parte, no permitió que los visitantes tuvieran más oportunidades de intimidar la portería granota. Dani Gómez y Pablo dejaron sus sitios para Bouldini y Róber Ibáñez. Quizá ya con el partido de Zaragoza en mente. Con solo tres días de descanso, Calleja quiso preservar a dos jugadores indiscutibles y dar aire fresco a un equipo que por momentos parecía falto de ideas.
Y es que el Levante terminó sufriendo más de lo que se esperaba. Con todo a favor y pese a ello tuvo que pelear en los últimos minutos ante un Huesca volcado arriba que creía que todavía tenía opciones de rascar un punto del Ciutat. Un ejercicio de resilencia que se completó con éxito, pero no había necesidad de volver a jugar con fuego, porque este equipo ya se ha quemado en varias ocasiones esta temporada. No se puede tentar tanto a la suerte porque algún día te la pegas. Con opciones para hacer el 3-1, el Levante desaprovechó y permitió que los visitantes dominaran la posesión en el tramo final. Había que dormir el partido y los de Calleja fueron incapaces. Pero bueno, se consiguió. Ahora solo queda el Zaragoza antes de las campanadas. A por ello.
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