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«La locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes» es una frase que se le atribuye a Albert Einstein, pero que realmente no fue pronunciada por el científico alemán. Pero esto no va sobre quién fue el autor de la frase, lo importante es el mensaje. Es completamente aplicable al Levante de la temporada 2023-24. Un equipo plano, atascado, impotente, insípido, anodino, desabrido, insulso, soso, ineficaz, inepto, incompetente, incapaz, imposibilitado, inexperto, débil, estéril, incapacitado, agotado, debilitado, eunuco y castrado. Elijan de toda esa lista de sinónimos el adjetivo que más les guste. Cualquiera será válido para definir el juego de los de Javi Calleja. Un técnico al que ya se le ha acabado el rédito y que empieza a estar en esa situación incómoda en la que ni el club quiere prescindir de sus servicios —principalmente por la frágil situación económica de la entidad— ni el propio entrenador dará el paso al lado pese a que ya tiene a prácticamente todo el graderío de Orriols en su contra, como se pudo ver en el último compromiso en casa ante el Leganés. Suerte tuvo el Levante de que el partido fue en Ferrol, a más de 960 kilómetros de Valencia, algo más de nueve horas de viaje. Y aún hubo unos pocos valientes en la grada visitante que tuvieron el placer de disfrutar de uno de los peores encuentros de fútbol que verán en sus vidas. Ni con un futbolista más desde antes de la media hora de partido el Levante fue capaz de incomodar a un Ander Cantero, portero del Ferrol, que tuvo una de las tardes más plácidas de su carrera deportiva.
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Levante UD
Ni Dani Gómez, individualista como siempre, pero esta vez llegando a alcanzar niveles desesperantes. Ni Mohamed Bouldini, desparecido en combate y que entró más en contacto con los hombros de los zagueros locales que con el balón. Ni Pablo Martínez, señalado y sustituido por un técnico que lo sustituyó al empezar la segunda parte pese a que está jugando fuera de posición tirado a banda cuando debería estar en el centro del campo. Ni Carlos Álvarez, el único jugador capaz de inventar algo, que apenas recibió el balón y que también sufre de ese dolor que es jugar tirado en el costado en vez de tener libertad para moverse por dentro. Ni Fabrício, el hombre diferencial de este Levante, que se ve lastrado por su físico de cristal y que tiene que ser empleado como revulsivo para la última media hora. Balones al brasileño y que invente. No hay más ideas que esa. El Levante no sabía ni qué debía hacer para superar a un Ferrol que desde que se quedó con diez optó por retirar a uno de sus extremos para construir un 4-4-1 con el que defenderse y limitar los espacios granotas. No hubo manera. Chocar contra un muro pensando que en algún momento lo vas a romper es la definición de demencia. Así no se va a ninguna parte. Otro empate que habrá que hacer bueno en el Ciutat, y ya van doce. El equipo de la categoría que más veces ha empatado en toda la temporada. Líderes en algo, por lo menos. Porque los puestos de play-off se siguen alejando y los de ascenso directo ya prácticamente ni se vislumbran desde la media tabla que ocupa el Levante. 10ª posición. A la misma distancia, once puntos, del líder Leganés que de los puestos de descenso. Esa y no otra es la lectura.
En los primeros minutos, el Levante salió a morder como es habitual. Un equipo habituado a ir de más a menos, y así fue. Dani Gómez empezó su tarde de fallos con una muy clara en el segundo palo tras un centro lateral de Bouldini. No llegó a tocarla, tras intentar rematar de diestra en vez de con la zurda. El delantero granota fue protagonista por sus múltiples ocasiones, ya que poco después le anularon un tanto, por claro fuera de juego, después de que cazara con el pecho el rechace del portero del Ferrol tras un disparo de Pablo Martínez. Según Calleja, el delantero granota lo hace bien, pero sólo le falta el gol. Pues si un delantero no mete goles, no lo hace bien. Es así de simple. No hay más vueltas.
El partido cambió poco antes de la media hora con la jugada clave del encuentro: la expulsión de Álex López. El jugador local cometió falta en el centro del campo sobre Lozano. En principio, se había sancionado con amarilla, pero el VAR intervino —por segunda jornada consecutiva, 'ayudando' al Levante— y el árbitro cambió de opinión, mostrando la roja directa ante la dureza de la entrada con los tacos sobre la tibia. El panorama cambiaba por completo, aunque visto lo visto, casi que fue lo peor, con el Levante disfrutando —para nada— de la superioridad numérica ante un Ferrol que se reconstruyó con un cambio defensivo y que se echó atrás a proteger el empate. Y pese a estar contra diez, a los de Calleja les costó encontrar huecos, viéndose forzados a intentar muchos disparos lejanos que no encontraban portería. Y entre eso, el Ferrol cazó un error de Dela en el despeje para conseguir un mano a mano de Álvaro Giménez con Andrés Fernández, que el portero granota resolvió con una parada salvadora.
Calleja sacó a Fabrício en busca de una genialidad que nunca llegó. Probó a Carlos Espí, delantero del juvenil que debutó con el primer equipo y que apenas tocó el balón porque con uno más, el Levante fue incapaz de colgar balones al área buscando a sus puntas. El Ferrol estuvo cómo con uno menos y mantuvo la portería a cero ante un conjunto granota que empieza a dejarse ir con 15 jornadas por disputarse. Mucho tendrá que cambiar para que esto vaya hacia arriba.
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