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Nada cambia sin Javi Calleja, y esta no es una defensa a Javi Calleja. Tampoco se pretende atacar a Felipe Miñambres, al menos como entrenador ... porque, evidentemente, acaba de llegar. Sí habrá que pedirle explicaciones sobre el desenlace de esta temporada en su faceta de director deportivo. Tiene toda la responsabilidad en la confección de una plantilla que no ha solucionado ninguno de sus problemas defensivos de los últimos años y que adolece de una facilidad pasmosa para perder el control de los partidos. El propio técnico pudo sufrirlos de cerca, a ras de césped, en Oviedo, donde los granotas encajaron una dolorosa remontada fruto de un esperpéntico inicio de segunda parte.
No se puede aprovechar la estrategia como arma letal ante un despiste del rival al borde del descanso, y encajar dos goles consecutivos nada más volver de los vestuarios al ser incapaz de defender dos ataques más viejos que el hilo negro. La derrota se certificó, después de un nuevo golazo de Carlos Álvarez en otro fallo defensivo impropio de la élite. Se haría un flaco favor cayendo en el error de achacar el resultado al árbitro por el hecho de que concediese al Oviedo un córner que, como se vio en la televisión, era saque de puerta.
Esta no era acción revisable en el VAR. Sí se pidió falta sobre Álex Muñoz en el 1-1. Pudo ser faltita, de esas que a veces se cobran en el centro del campo. Pero esto es fútbol, un deporte con contactos. Honestamente, si se pitan estas, esto ya se convierte en otro juego. No, definitivamente mirar hacia los colegiados para explicar la derrota del Levante sería querer deformar la realidad.
Más productivo parece hacer autocrítica. Mirar hacia esa primera parte que acabó con el resultado que necesitaba el Levante. Córner de Lozano al primer palo, empanada de la defensa del Oviedo, y remate de Dela. Esto y tres chispazos de Fabricio, sin suerte en el remate, lo mejor del equipo hasta el intermedio.
También hay que mirar los aspectos a mejorar. Como la incapacidad de controlar el centro del campo, con Lozano y Oriol Rey liderados por una medular del Oviedo encabezada por Cazorla. El segundo, de hecho, se quedó en los vestuarios después del intermedio para dar entrada a Pablo Martínez, relegado a la suplencia en la primera alineación de Felipe Miñambres. Tampoco su incorporación sirvió para que el Levante tuviese más control del balón. Más bien al contrario.
El entrenador apostó por dos delanteros, que más bien fue uno porque Bouldini estuvo desaparecido. Llegó tarde a los duelos y no se le recuerda un remate que estuviera cerca del gol. Tardó en cederle el puesto a Dani Gómez, voluntarioso y con chispa, pero nada acertado en los últimos metros. Miñambres también dio la titularidad al chaval Buba quien, a sus 16 años, está evidentemente tierno para la élite: sobre todo en la primera parte se le vio superado y el Oviedo castigó –sin acierto– por su banda.
Detalles a haber tenido en cuenta en caso de que el partido hubiera acabado en 45 minutos. Pero no. Todavía quedaba por venir la película de terror. La segunda mitad en la que el Levante se echó atrás y no supo defender. El Oviedo encerró a los granotas y remontó el 0-1 en un santiamén y aprovechando la guerra de guerrillas. Poco contundentes en defensa y con un Andrés Fernández algo lento en la reacción. Cóctel perfecto para que, en menos de un cuarto de hora, el equipo hubiese dilapidado la ventaja conseguida en uno de los cuatro chispazos previos al descanso.
En el primero Álex Muñoz pidió falta de Luengo. Sí, el atacante le golpeó con el brazo, pero lo cierto es que el defensor del Levante quiso saltar tarde, cuando el rival atacó el balón con decisión en la frontal del área pequeña. Pudo ser un accidente. Pero no. El equipo, como ya le ha pasado en otras ocasiones, quedó noqueado ante lo que entendió como otra afrenta del VAR.
Y el Oviedo le castigó en otra acción mal defendida que acabó rematando Masca. Lo peor de todo fue que el Levante tardó muchos minutos en reaccionar. A veces da la sensación de que la razón de tanta igualdad en la clase media de Segunda reside en que nadie va sobrado. Los locales tuvieron a los granotas noqueados, a su disposición para ponerles la puntilla, pero les faltó claridad de ideas y acierto.
Pero en las dos áreas, porque no crean que el 2-2 fue consecuencia de una clara mejoría del Levante. Felipe Miñambres quemó las naves de cara al último cuarto de hora, pero el empate llegó con la firma de uno de los futbolistas que ya estaban sobre el césped y por un horror defensivo del Oviedo. El remate delicioso de Carlos Álvarez, eso sí, es para verlo una y mil veces.
Para revisar otras tantas es el partido. Como castigo o para aprender. Porque no se puede perder un partido a diez minutos del final con un córner sacado al primer palo. No. Prohibido para un equipo que quiere aspirar al ascenso y que necesita enderezar el rumbo después de cinco –más esta– jornadas consecutivas a la deriva.
La temporada entra en su parte decisiva. Nunca se pueden consentir partidos como el de este sábado en el Carlos Tartiere pero ahora ya se convierten en pecado mortal. Evidente que ya sin Calleja, Felipe Miñambres se queda sin escudos. Le toca solventar sobre el césped de Buñol las carencias que no ha podido erradicar desde el despacho. El Levante necesita volver a Primera pero ahora mismo está por detrás del Eldense, un recién ascendido. El dato es esclarecedor.
FICHA TÉCNICA
Oviedo: Leo Román; Viti, Oier Luengo, Dani Calvo, Bretones; Luismi (Jimmy, 90'), Colombatto; Masca (Dubasin, 73'), Cazorla (Seoane, 73'), Sebas Moyano (Paulino, 87'); y Borja Bastón (Alemao, 73').
Levante: Andrés Fernández; Buba, Postigo (Andrés García, 73'), Dela, Álex Muñoz; Carlos Álvarez, Oriol Rey (Pablo Martínez, 46'), Sergio Lozano (Iván Romero, 87'), Roger Brugué (Cantero, 90'); Bouldini (Dani Gómez, 73') y Fabricio.
Goles: 0-1, Dela (44'), 1-1, Luengo (54'), 2-1, Masca (59'), 2-2, Carlos Álvarez (76'), 3-2, Dani Calvo (81').
Árbitro: Galech Apezteguía (Comité Navarro)
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