

Secciones
Servicios
Destacamos
A la sexta, sucumbió. El Levante de Julián Calero no fue capaz de estirar su meritoria racha de cinco jornadas invicto. Bajo la lluvia de La Romareda, el conjunto azulgrana se ahogó. El Zaragoza, duro contrincante en la lucha por el ascenso a Primera División, apenas le dejó respirar. Sí hubo momentos esperanzadores, sobre todo el último cuarto de hora del primer acto, pero resultaron insuficientes para llevarse un botín de tierras aragonesas. Los granotas encajaron su primera derrota de la temporada y se despidieron del liderato conquistado la pasada jornada. Una etiqueta tan dulce como anecdótica a estas alturas de Liga. El camino es larguísimo. Y este sábado el equipo pudo comprobar la exigencia de la carrera hacia la máxima categoría.
El Levante estaba obligado a ganar para poder mantenerse en lo más alto de la tabla, ya que justo antes el Burgos se había impuesto en el campo del Deportivo. Sin embargo, el resultado firmado en La Romareda deja al Zaragoza como líder provisional a la espera de los resultados que obtengan este domingo el Racing y el Eibar.
El desgaste resultó altísimo en Zaragoza. Tanto por la intensidad del rival como por las condiciones del terreno de juego. El campo estaba pesadísimo por las abundantes lluvias que cayeron. Incluso se temió por la disputa del encuentro durante las horas previas. Sin embargo, a las cinco de la tarde, el club maño atajó las especulaciones y comunicó públicamente que el partido se iba a poder celebrar sin problemas.
El Levante afrontaba la cita con el estímulo de lograr su tercer triunfo consecutivo 15 meses después. No pudo ser. El maleficio continúa. La última ocasión en que lo hizo se remonta a mayo y junio de 2023. El equipo, a la sazón dirigido por Javier Calleja, se impuso en las dos últimas jornadas de la liga regular y ganó al Albacete tanto en el partido de ida como en el de vuelta de las semifinales del play off de ascenso a Primera. La temporada pasada, en cambio, los granotas no pasaron de las dos victorias seguidas.
La positiva inercia del Levante de Calero no resultó suficiente para superar a un Zaragoza que también ha comenzado el curso pisando fuerte. Este sábado, la principal arma azulgrana, el genial Carlos Álvarez, no se sintió tan liberado como en anteriores jornadas.
El Levante comenzó contra las cuerdas. El Zaragoza saltó al césped con el cuchillo entre los dientes. El cuadro maño empezó a bombardear a los azulgrana a base de peligrosos centros. El Levante, atenazado y con pocas ideas en la construcción del juego, resistía. El disparo al poste enviado por Brugui fue sólo un espejismo, ya que el equipo entrenado por Víctor Fernández iba a apretar hasta llevarse el premio. Y al cuarto hora, se produjo un claro e innecesario penalti de Pampín sobre Francho.
Asumió la responsabilidad desde los once metro el exlevantinista Mario Soberón. El cántabro no falló y firmó su quinto gol en lo que va de curso. Pasó una temporada y media en el filial azulgrana, pero no convenció a Paco López para gozar de oportunidades en el primer equipo.
El Levante, visiblemente incómodo, se encomendaba a las cabalgadas de Andrés García. Un pulmón. Era, en esos momentos, la única válvula de escape. El estilete valenciano se iba haciendo con el dominio de la banda derecha, desde la que fabricaba envenenados centros.
Andrés Fernández siempre aparece. Y salvó a los suyos del 2-0. Pero a partir de ahí, el Zaragoza se vio incapaz de sostener el ritmo mostrado desde el inicio y el Levante dio un paso adelante. Pasada la media hora, Giorgi Kochorashvili y Carlos Álvarez se encontraron en el centro del campo para enseñar el camino.
El Zaragoza reculó y el Levante se soltó. Andrés García era una ametralladora, pero a Pampín se le hacía de noche a la hora de rematar. Los azulgrana acariciaban el gol. Y llegó. Con suspense. Fue en el minuto 40. Carlos Álvarez sacó un córner, Dela peinó el esférico y Morales remató de forma acrobática al interior de las mallas. Poussin sacó el balón desde el fondo y el Comandante reclamó el gol. El VAR dictó sentencia. El cuero había superado la línea.
El empate dio alas. Carlos Álvarez, cada vez más suelto, regaló una asistencia de lujo a Brugui, quien falló en el mano a mano. El Levante hizo méritos para dar la vuelta al marcador antes del descanso, pero careció de pólvora. Lo acabó pagando.
Tras el descanso, el Zaragoza recuperó la batuta. Iván Calero estuvo a punto de aguarle la fiesta a su padre con un obús que impactó en el larguero. «El que pierda le pagará una comida al otro», bromeó el entrenador granota sobre su particular apuesta. El técnico deberá invitar a su hijo. El Levante se mostraba espeso. Pampín lo intentaba por la banda izquierda y Brugui volvió a tener el gol en sus botas. Ya en el minuto 85, Bazdar culminó con maestría un contraataque del conjunto maño para poner el 2-1. La renta pudo aumentar sobre la bocina.
El Levante de Calero no había perdido nunca. Ni en pretemporada ni en competición oficial. Así, esta derrota debe servir para comprobar su capacidad para recomponerse tras los batacazos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Santander, capital de tejedoras
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.