![Los futbolistas del Levante se lamentan tras encajar uno de los goles del Sevilla](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202110/24/media/cortadas/sevilla-levante-efe-U120314046228HXC-U150928322591plE-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
Ver fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver fotos
A Paco López le envió al SEPE la secretaría técnica del Levante, entre otras cosas, por el supuesto desbarajuste mental en el que se desenvolvía el equipo. El 'antiguo' Levante se lo pasaba en grande en la montaña rusa, todos daban por hecho ... de que era capaz de lo peor pero también de lo mejor; de desesperar por pegarse un tiro en el pie cuando menos te lo esperabas pero de disfrutar como un grande ante rivales y escenarios inimaginables. Con Pereira, todo eso tenía que cambiar. Ahora iba a imperar el orden; el control; la contundencia defensiva; el equilibrio y la sensatez en el centro del campo, y las gotas precisas de inspiración en ataque. La teoría, como siempre ocurre, pintaba bien. Lógicamente, es lo que cualquier entrenador tendría como premisas indiscutibles para el sano ejercicio de su profesión. El problema es cuando las cosas suceden justo al revés de como se pretenden. Como ayer. Al Levante le vino excesivamente grande el domingo. De principio a fin. Ni la excusa de saber que hoy por hoy el Sevilla tiene una plantilla infinitamente mejor evita admitir que el Levante se encuentra en una evidente crisis de identidad al que el entrenador debe meter mano desde ya si no quiere que el grupo empiece a tener una tonalidad de enfermo grave.
Si el partido no hay por donde cogerlo porque fue un desbarajuste total por parte de los dos equipos, en lo que al Levante se refiere se convirtió en una auténtica tortura. De nada sirve aliviarse con los tres goles que hizo en el Pizjuán para encontrar al menos algo de bálsamo. Sería un error considerar la aportación ofensiva como una vía de escape para los propios males. El Levante sufrió tal descomposición que ni las concesiones andaluzas le sirvieron para reanimarse. Cada vez que los granotas asomaban el morro y en apariencia ponían algo de interés en el marcador, bofetada que recibían. Hubo fallos individuales de bulto, cierta descoordinación a la hora de hacer funcionar el equipo y una importante ausencia de claridad a la hora de aplicar el guión. ¿A qué quería jugar de verdad el Levante?
Difícil es saberlo cuando a los tres minutos ya te han sacado los colores atrás (Miramón salvó el primer remate casi a bocajarro), cuando a los ocho te han marcado el primero (el empalme de Oliver es genial y la ausencia de marca abrumadora), cuando a los veinticuatro el partido poco menos que parece sentenciado con el segundo y cuando cuatro minutos después te meten un balonazo al poste porque la defensa está superada. Había tal dificultad para sacar el balón con un mínimo de criterio que las pérdidas en el centro del campo fueron constantes. Radoja está para reflexionar; a Melero le cuesta hacer de todo siempre; De Frutos aparece de manera esporádica (en la primera parte fue un alma en pena), y a Pablo Martínez no se le puede exigir mucho más de lo que aporta.
Fue tal la intensidad y el arrojo que le echó el Sevilla desde el arranque que los levantinistas no supieron dónde meterse a aguantar el chaparrón. Lo curioso es que el zapatazo de Morales (entró por la escuadra), tras una inteligente acción de Melero, permitió creer que el Levante se podía meter de nuevo en el partido. Fue una ilusión. Pero no sólo en ese momento, sino durante el resto del partido. Cinco minutos después del gol granota llegaba el tercero local: Diego Carlos arrasó con todo para conectar de cabeza. El central sevillista se llevó por delante a Róber Pier, que había entrado poco antes para sustituir a Mustafi, lesionado en el aductor izquierdo. El percance físico del alemán reabre el debate sobre la conveniencia o no de su fichaje teniendo en cuenta la inactividad que llevaba.
Con ese 3-1 y con toda la segunda mitad por delante, el panorama que se presentaba era terrorífico. Si el Sevilla seguía poniendo el mismo ritmo a sus acciones y los levantinistas mantenían esa empanada mental, la goleada podía ser de escándalo. Pereira metió a Malsa y a Bardhi y retocó el dibujo después, pasando del 4-4-2 al 4-1-4-1. Mejoró algo la sensación aunque el tono general siguió siendo escaso para el calibre que requería el encuentro.
La aparente aspiración granota volvió a quedar pronto mediatizada. Otra vez golpeó el Sevilla. Ahora por medio de Munir, con un envío con la izquierda desde bastante distancia al que Aitor (ayer poco afortunado, como en el remate de Rafa Mir) no pudo responder. La diferencia en el marcador volvía a ser una pesada carga, pero justa en cuanto a las aportaciones que unos y otros estaban haciendo en el Pizjuán.
Cinco minutos después, el primero de los dos regalos sevillistas. En el balón largo por el que pelea Morales con Koundé aparece Dmitrovic para marcarse una gentil colaboración granota. La salida en falso del meta permite al capitán marcar uno de los goles más sencillos en su dilatada carrera. No fue la única concesión. Seis minutos después, esta vez el que la pifió fue Diego Carlos y la insistencia de De Frutos permitió que Melero hiciera el tercero. Otra vez cerca. La locura siguió: fallo de bulto de Clerc, mete Fernando el quinto, Bardhi estrella el balón en el poste, casi le pitan un penalti a De Frutos (lo corrigió el VAR)... vamos, casi como pasaba con Paco López.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.